Renovar las presas y mejorar la calidad del agua podría engordar el ganado y aumentar el rendimiento financiero a largo plazo de las explotaciones, según un nuevo estudio de la Universidad Nacional de Australia



La renovación de infraestructuras críticas del agua como los embalses o las redes de abastecimiento es una gran tarea pendiente en muchos países desarrollados que podría traer grandes beneficios tanto desde un punto de vista de la eficiencia como desde la sostenibilidad ambiental. Al fin y al cabo, una red renovada y digitalizada permite no solo tener un mejor control de recurso y evitar cualquier desperdicio, sino localizar al momento cualquier posible fuga o alteración que pudiera tener un impacto en su entorno. Ahora, una investigación de la Universidad Nacional de Australia ha añadido otro potencial beneficio de la inversión en infraestructuras hídricas: renovar las presas y mejorar la calidad del agua puede ayudar a engordar el ganado y aumentar el rendimiento financiero a largo plazo de las explotaciones.
En concreto, la investigación australiana, que se basa en un análisis de coste-beneficio de la renovación de presas para promover el aumento de peso del ganado en granjas en el sureste de Australia, descubrió que existía una gran probabilidad de que los beneficios económicos por explotación superaran los costes de renovación de los embalses y las redes de abastecimiento, con un aumento de 1,5 veces para Nueva Gales del Sur y hasta 3 veces para Victoria.


“El hallazgo clave es que el ganado de carne aumente más de peso si tiene acceso a una mejor calidad de agua que la disponible en muchas represas con aguas relativamente turbias de Australia que están infundidas con materia fecal y otra materia orgánica”, explica el autor principal del estudio, Leo Dobes, cuyos hallazgos han sido publicados en PLOS ONE y difundidos por la revista Cosmos.
Aunque los resultados se centran en el país de Oceanía, lo cierto es que pueden ser extrapolables a otras latitudes, ya que el equipo de investigadores no contaba con suficiente información sobre las granjas australianas, por lo que se valió de datos de varios ranchos ganaderos en los Estados Unidos para ver si era probable que las vacas aumentaran de peso cuando tuvieran acceso a agua de mayor calidad de las represas renovadas. Luego compararon el aumento de peso con los precios australianos actuales de carne por kilogramo para determinar el rendimiento económico concreto.
Tras obtener esa figura, también calcularon el costo de renovar las represas y encontraron que, por cada dólar gastado, se podían recuperar entre 1,5 y 3 doláres del ganado más pesado resultante, siempre que los animales ganaran al menos entre un 1.8% y un 6.5% de su peso corporal anualmente, cifra que depende de la ubicación y las precipitaciones. En este caso, calcularon que había alrededor de un 70% de posibilidades de que los beneficios por explotación justificaran los costes de renovación de infraestructuras.


“Los experimentos en los que se evaluó el aumento de peso en este estudio generalmente compararon agua «limpia» de pozos, ríos o represas cercadas que negaban la entrada al ganado, con agua «sucia» donde el ganado podía entrar y pararse en una represa sin cerca”, explica Dobes. Eso sí, el investigador apunta también que una cuestión que merece una mayor investigación es si el ganado beberá tanta agua «sucia» como agua «limpia», ya que las observaciones norteamericanas no son concluyentes, y los autores han advertido contra el sesgo [humano] de pensar que el ganado prefiere el agua que parece potable para los humanos.
En cualquier caso, algunas de las formas de mejorar la calidad de agua de las presas podrían incluir cercas permanentes, agregar áreas de pasto denso, asegurarse de que los árboles estén en áreas que no interrumpan los derrames y proporcionar áreas poco profundas para que viva la vida silvestre. “Se ha demostrado que el cerco de presas reduce los niveles de E. Coli y otros coliformes termotolerantes, así como los niveles de turbidez, nitrógeno y fósforo, al tiempo que promueve las especies de macroinvertebrados nativos”, apunta Dobes.
