Naturalizar las depuradoras, una solución para la biodiversidad

Naturalizar las depuradoras, una solución para la biodiversidad

Naturalizar las depuradoras, una solución para la biodiversidad

El sector de la gestión del agua lleva años apostando por la biodiversidad a través de la naturalización de las depuradoras, que se convierten en infraestructuras verdes que ayudan a la conservación del hábitat y el control de especies invasoras


El Ágora
Madrid | 21 mayo, 2021


En un contexto en el que el deterioro de los ecosistemas se hace cada vez más notable, la necesidad de que la gestión del ciclo del agua tenga en cuenta la biodiversidad en su gobernanza e infraestructuras se vuelve prioritaria. Ya no solo basta con hacer que las aguas vuelvan limpias a su cauce natural, sino que es imprescindible que todo el ecosistema que rodea al líquido elemento no se vea alterado por infraestucturas necesarias como las depuradoras, que no pueden en ningún caso contribuir al deterioro de los hábitats o de la aparición de especies invasoras.

Sin embargo, las entidades que gestionan el ciclo integral del agua en España llevan ya un lustro no solo evitando cualquier impacto negativo de sus infraestructuras en el medio natural, sino incluso posibilitando que instalaciones como las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) contribuyan netamente a la recuperación y conservación de ecosistemas. Una labor que pasa por acciones como la renaturalización de infraestructuras o la medición de la calidad ambiental de las plantas depuradoras.

«Se naturaliza aquello que se ha artificializado, es decir, dónde ha habido una pérdida de biodiversidad.  Pero naturalizar es mucho mas que poner zonas verdes, es transformar las infraestructuras para que se conviertan en verdaderos hábitats naturales que regeneren la zona y favorezcan la entrada de fauna y flora local», explica Clara Rovira, responsable de desarrollo sostenible en SUEZ España, una empresa que en los últimos años ha sido pionera en el sector al extender su compromiso con la biodiversidad a las casi 900 instalaciones que tienen por todo el territorio español con iniciativas de éxito como BiObserva.

Este proyecto, que se lanzó en 2016 con la colaboración de SEO/BirdLife y el Institut Català d’Ornitologia (ICO), es ante todo un programa de ciencia ciudadana, enfocado a los propios trabajadores de las plantas depuradoras. En él, los participantes aportan información clave, tanto para la propia empresa como para futuros estudios, a través de la observación de la fauna y flora de la zona, principalmente las aves, una labor que ha permitido que BiObserva ganara hace tres años el premio European Business Awards for the Environment en su categoría.

Un aficionado a las aves observa fauna con prismáticos en el humedal de los Aiguamolls de l’Empordà, en Tarragona.

Y es que, en ese sentido, la presencia de especies objetivo de pájaros funciona en realidad como un bioindicador en tiempo real: cuantos mejores son las condiciones del lugar, más variedad de especies y más cantidad de ejemplares se pueden observar. “Los datos de BiObserva son recogidos a través de los participantes, gracias a un equipo del que les hemos provisto previamente, y se almacenan en la página web oficial del sitio con el objetivo de medir el impacto y calidad de nuestras instalaciones”, comenta Rovira. “Posteriormente, esta información se comparte con bases de datos nacionales y europeas con el fin de trazar líneas de actuación futuras o como base de próximos estudios. De ahí la idea de ciencia ciudadana”.

Evitar la presencia de invasoras

Pero la observación ornitológica es solo la punta del iceberg de una larga lista de acciones que están llevando a cabo los gestores del ciclo del agua para naturalizar las estaciones de depuración y que pasen de ser grises a verdes, con el foco puesto en aquellas situadas en zonas sensibles, como los espacios protegidos. En este sentido, empresas tanto públicas como privadas impulsan en sus estaciones la creación de zonas verdes con plantas autóctonas que motiven la aparición y conservación de especies polinizadoras, como las abejas y las mariposas, además de buscar una reducción completa de fitosanitarios -una medida que SUEZ España ya ha completado en un 80%- y evitar la expansión de especies vegetales invasoras.

Las instalaciones del ciclo integral del agua generalmente están cercanas a ecosistemas acuáticos, los cuales son muy vulnerables y pueden actuar como facilitadores de la dispersión de semillas o propágulos de especies invasoras a lo largo de grandes distancias. Por ello, otro de los focos del program BiObserva es el de evitar que las instalaciones del ciclo del agua contribuyan a la dispersión de especies invasoras, especialmente aquellas plantas que pueden desarrollar todo su ciclo vital en depuradoras y convertir la instalación en un foco de dispersión de esta especie hacia el exterior.

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El plumero de la Pampa es una planta invasora en España que amenaza muchos ecosistemas.

Este objetivo se está logrando principalmente a través de la plataforma web del proyecto, que con la ayuda de la app complementaria y el soporte técnico proporcionado persigue formar y sensibilizar sobre especies invasoras a todo el personal que trabaja en instalaciones del grupo, para que puedan identificarlas, mapearlas y erradicarlas de la manera más eficaz posible.

Otra compañía que también lleva a cabo proyectos de protección de la biodiversidad frente a invasoras es el Canal de Isabel II, que comenzó en 2018, junto al Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona (GREFA), una prueba piloto en la estación depuradora de La Reguera, en Móstoles (Madrid). Según la ONG, en ese espacio se llevaron a cabo distintas acciones con el fin de “establecer un control biológico para mantener a raya las poblaciones de ratas, conejos e insectos en la zona”.

La biodiversidad como base de los ODS

«Empezamos en el 2016 y ahora ya tenemos un buen recorrido avanzando, y no solo en naturalización de infraestructuras convencionales sino apostando por soluciones basadas en la naturaleza, con lagunajes como La Marjal (Alicante), un parque inundable que ayuda a retener el agua y evitar inundaciones urbanas. También a través de la restauración de ecosistemas acuáticos como los bosques de ribera y la introducción de especies amenazadas», explica Rovira. De hecho, este tipo de programas, aunque modestos, son imprescindibles «para aumentar la resiliencia de las ciudades cuando estamos en espacios urbanos y la resiliencia de los ecosistemas y la biodiversidad en zonas rurales, para que puedan hacer frente a los impactos del cambio climático con mayores garantías».

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Gorriones comunes en la estación de anillamiento de la Marjal | Elías Gomis

Y es que, tal y como recuerda Naciones Unidas con el lema de 2021 del Día Internacional de la Biodiversidad, que se celebra este 22 de mayo, todos «somos parte de la solución». Desde soluciones basadas en la naturaleza a la lucha climática, pasando por problemas de salud, seguridad alimentaria y del agua y medios de vida sostenibles, la biodiversidad es la base sobre la cual podemos reconstruir mejor.

«Para alcanzar todos los objetivos sociales y económicos de la Agenda 2030, primero tenemos que cumplir con los ambientales, ya que en la base de todo ello tenemos la biodiversidad, principalmente los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 6, 13, 15 y 14. Y aunque tenemos claro hacia donde nos tenemos que mover, lamentablemente cada vez que el Foro Económico Mundial nos presenta su informe sobre los principales riesgos globales, la pérdida de biodiversidad ha ido escalando posiciones año tras año hasta entrar en el top 5 de riesgos tanto más probables como más difíciles«, asegura Carme Rosell, bióloga y directora de la consultora ambiental Minuartia.



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