Sin agua, no hay vida
El acceso al agua potable y el saneamiento es imprescindible para la vida y un derecho humano reconocido. Asimismo, el agua es de vital importancia para el desarrollo sostenible, desde la salud y la nutrición hasta la igualdad de género y la economía. Durante los próximos años, los problemas relacionados con los recursos hídricos serán más urgentes.
El aumento de las demandas de una población cada vez más numerosa y una economía mundial que evoluciona rápidamente, combinado con los efectos del cambio climático, exacerbarán la dificultad del acceso al agua y al saneamiento para usos domésticos. De hecho, muchos expertos sostienen que un suministro impredecible de agua podría reducir el avance socioeconómico en el futuro.


¿Qué es realmente el agua?
A nivel molecular, el agua la forman dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, por lo que su fórmula química es H2O.
En condiciones de presión normales, se solidifica por debajo de los cero grados centígrados (convirtiéndose en hielo) y se encuentra en estado gaseoso por encima de los 100 grados (vapor de agua).Sin embargo, la temperatura de ebullición del agua depende de la presión atmosférica, por lo que disminuye con la altitud.
Así, en la cima del Everest el agua se evapora a partir de los 70 grados centígrados, al estar a 8.848 metros sobre el nivel del mar.El agua pura en su estado líquido en principio es incolora al ojo humano, inodora e insípida, aunque normalmente la que bebemos contiene minerales y otras sustancias que pueden cambiar su sabor y olor.


Somos agua
La superficie de nuestro planeta está cubierta de agua en un 70,9% aproximadamente.
La mayoría se reparte entre los cinco océanos: el Pacífico (el más grande), el Atlántico, el Índico, el Antártico y el Ártico. El resto se encuentra en los glaciares y casquetes polares, el permafrost (la capa de suelo que está siempre congelado en algunas regiones cercanas a los polos), los acuíferos subterráneos y, en menor medida, repartida entre los lagos terrestres, la humedad del suelo, la atmósfera, embalses, ríos y en los propios seres vivos.
El 97,5% del agua de la Tierra es salada. Apenas el 2,5% es dulce, y de esta aproximadamente dos tercios está congelada en los casquetes polares y los glaciares. De hecho, si todo el hielo sobre la superficie terrestre se derritiese, el nivel del mar subiría 70 metros.
El agua es esencial para todas las formas de vida conocidas. En el caso de los seres humanos, es el principal componente de nuestro cuerpo, que está formado por agua en torno a un 60% en la edad adulta (la proporción es aún mayor en el caso de los bebés). Es imprescindible para nuestra supervivencia hasta el punto de que no podemos aguantar más de cinco días sin beber nada de agua, aproximadamente.


¿Agua para todos?
Actualmente, el 40% de la población mundial vive en cuencas hidrográficas bajo estrés hídrico y dos terceras partes de la población mundial vive, al menos durante un mes al año, bajo estrés hídrico.
El 50% de las personas que se enfrentan a esta escasez de agua vive en China e India. Otras zonas afectadas por estrés hídrico grave son la región mediterránea, Oriente Medio, Asia central, África subsahariana, Australia o el oeste de América del Norte.
En nuestro planeta viven más de 7.700 millones de personas, de las cuales 2.100 millones, 3 de cada 10, carecen de acceso a agua potable y disponible en el hogar y 4.500 millones (6 de cada 10) no disponen de un saneamiento seguro.
Para 2050, las proyecciones de la OCDE señalan un aumento de la demanda del agua en un 55% (respecto al año 2000), lo que se espera siga agravando estas tendencias de estrés hídrico. En concreto, para 2050 se prevé que 240 millones de personas continúen sin acceso a agua y 1.400 millones, sin servicios básicos de saneamiento. Es decir, que de las 9.400-10.200 millones de personas que habitarán la Tierra en 2050, la mitad (unos 5.700 millones) se verá afectada por la escasez de agua, según el último Informe Mundial de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos coordinado por la UNESCO (2018).
Los que más sufren
Los niños menores de 15 años que viven en países afectados por conflictos prolongados tienen de media casi tres veces más probabilidades de morir debido a enfermedades diarreicas causadas por la falta de agua potable, saneamiento e higiene que por la violencia directa.
El informe Agua bajo el fuego, que analiza las tasas de mortalidad en 16 países inmersos en conflictos prolongados, los niños menores de 15 años tienen tres veces más probabilidades de morir por enfermedades diarreicas causadas por la falta de agua potable, saneamiento e higiene que por la violencia propiamente dicha.


