El océano Austral no ha podido nacer de forma oficial por falta de acuerdo por la comunidad internacional, aunque eso no ha impedido a organizaciones e instituciones reconocerlo como tal. La ultima de ellas ha sido National Geographic Society, referente en cartografía, al incluirlo en sus últimos mapas



Nuestro planeta está compuesto un vasto océano, el denominado océano mundial” según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los EEUU, que cubre el 70% del territorio. Sin embargo, para simplificar la geografía terrestre, tradicionalmente se decidió dividirlo en cuatro grandes masas de agua: el océano Atlántico, Pacífico, índico y Ártico.
Cuando los nuevos avances técnicos permitieron al ser humano llegar a la Antártida, aquella división pareció tambalearse. Cualquiera que se adentrase en sus aguas, delimitadas por el paralelo 60 sur, podía ver como son diferentes al resto que las rodean, debido principalmente a la Corriente Circumpolar Antártica (ACC).
Los límites del océano Austral se volvieron a proponer en el año 2000, pero hubo discrepancias entre países
Para la Organización Hidrográfica Internacional (IHO), esas cualidades fueron la excusa más que suficiente para en la década de los 30 incluir en su publicación Los límites de los océanos y mares la definición de un nuevo océano alrededor de la Antártida. No obstante, ese paso hacia delante no cuajó y para mitad de siglo tuvieron que omitir al recién bautizado océano Austral de su lista, aunque su espíritu siguió presente.
De hecho, desde ese momento los geógrafos de la National Geographic Society, unos de los más prestigiosos del sector, decidieron romper con la tradición y actualizar sus mapas en base al conocimiento científico que acepta la existencia de un océano Antártico o Austral al sur del planeta, aunque extraoficialmente. Del mismo modo, la Junta de Nombres Geográficos de Estados Unidos lo lleva reconociendo de forma oficial desde 1999 y la NOAA hizo lo propio en febrero de este año, aunque con el nombre de océano del sur.
“El Océano Austral ha sido reconocido por los científicos desde hace mucho tiempo, pero como nunca hubo un acuerdo internacional, nunca lo reconocimos oficialmente”, indica Alex Tait, geógrafo de la National Geographic Society.


Ahora eso ha cambiado porque aprovechando el Día Mundial de los Océanos, la National Geographic Society ha pasado a la acción reconociendo de forma oficial la existencia del océano Austral alrededor de la Antártida y hasta el paralelo 60 sur.
«Cualquiera que haya estado allí tendrá dificultades para explicar qué tiene de fascinante, pero todos estarán de acuerdo en que los glaciares son más azules, el aire más frío, las montañas más intimidantes y los paisajes más cautivadores que en cualquier otro lugar al que puedas ir». señala Seth Sykora-Bodie, científico marino de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y Explorador de National Geographic.
Para Alex Tait, este paso hacia delante podrá ayudar en la conservación “de este entorno singular” y ofrecerá una nueva visión de nuestro mundo que podrá aprenderse incluso desde las escuelas:
“Creo que uno de los mayores impactos es a través de la educación. Los estudiantes aprenden información sobre el mundo oceánico a través de los océanos que están estudiando. Si no incluye el Océano Austral, no aprende los detalles y lo importante que es”, exclama el geógrafo.
La importancia del océano Austral
El océano Austral se puede definir como el único océano que no está delimitado por accidentes geográficos, sino por una corriente marina que precisamente le otorga una de sus grandes cualidades: ser el termostato del planeta.
La ACC fluye de oeste a este Alrededor de la Antártida hasta el paralelo 60 sur transportando más agua que ninguna otra corriente del mundo. Esto la convierte en cierto modo en motor que hace circular el agua del todo globo y, en esencia, a trasladar el frío y el calor por los mares del mundo.
Al mismo tiempo, las aguas frías y por lo tanto más densas de la corriente ayudan a trasladar no solo el calor, sino el carbono. En este caso, lo hunden al fondo del océano donde queda almacenado.


Como estas aguas son más frías que las del resto de los océanos, son el destino predilecto de muchos animales. Por ejemplo, las ballenas jorobadas se alimentan de krill frente a la Antártida durante el verano, antes de migrar al norte hacia los climas más cálidos de América Central y del Sur durante los meses más fríos del invierno.
Además, no hay que olvidar que gracias a esa temperatura se han creado ecosistemas únicos que son el hogar de especies emblemáticas, como los pingüinos y las focas.
Desde National Geopgraphic advierten que este océano se está viendo alterado por el cambio climático, por lo que su visualización en los mapas podría ayudar en los esfuerzos de conservación. Así, los expertos conocen que el exceso de calor que regula esta cinta transportadora está descongelando el hielo rápidamente y, además, mermando la capacidad de enfriamiento de la Tierra.