El volcán de Cumbre Vieja ha sepultado la última tubería de agua dulce para el regadío de las plataneras del sur de La Palma. Para garantizar la hidratación de las plantas Mitecto y el Gobierno Canario han enviado dos desaladoras portátiles y un buque cisterna para evitar que se pierdan las cosechas de las que depende el 50% de la economía de la isla



Además de las 40 hectáreas de plataneras, 35 de viña y 7 de aguacate sepultadas por la lava que escupe el volcán CumbreVieja de la isla de La Palma, después de dos semanas de erupción este sábado el desastre acabó también con la única conducción de agua dulce que los agricultores utilizaban para regar sus fincas, la conducción de El Remo, dejando más de 600 hectáreas sin agua. En unos 15 días entrarán en un “estrés hídrico acusado” que dará al traste no solo con la producción, sino con las plantas.
Una hectárea de plataneras necesita de unos 15.000 metros cúbicos de agua al año y cada planta ronda los 20-30 litros al día
La instalación de las desaladoras en Puerto Naos, con una capacidad para producir 5.600 metros cúbicos de agua, requiere de una obra de toma y vertido, además de un sistema de procesamiento para la producción de agua dulce, depósitos reguladores y un sistema de conducciones de distribución para que el agua desalada llegue a estas fincas.
Este proceso de tramitación, adquisición y colocación de las desaladoras, que en circunstancias normales tiene una media de duración de un año, pretende ser puesto en marcha en menos de 15 días, lo que supondría, asegura el director general de Aguas del Gobierno de Canarias, Víctor Navarro, “todo un éxito”.
La principal alternativa propuesta por el consejero de Aguas de La Palma, Carlos Cabrera, y cuya obra ya está adjudicada, se basa, por un lado, la elevación del agua desde la zona de Las Hoyas hasta la Balsa de Cuatro Caminos. “Tenemos que llevar cuanto antes agua hasta esa balsa para asegurar a los agricultores el riego en sus propiedades”, explica Cabrera.
Por otro lado, la fuente de abastecimiento de agua para esta operación como para dar sustento a Hoyas-Remo ha de ser, como han transmitido al Gobierno de Canarias a comienzos de esta semana, la desalación de agua con plantas portátiles que, lógicamente, apunta el consejero, “requeriría contar con los análisis que certifiquen que el agua que se pretende extraer cumple con los parámetros exigidos”. Además, incide Cabrera, “estos trabajos están muy avanzados”.


Las desaladoras portátiles que llegan mañana martes a La Palma garantizarán un caudal de 6.000 m3 diarios
Se avanza también en la posible contratación de un medio de transporte de agua desde zona portuaria.
El consejero de aguas está convencido de que es el momento de proceder al cierre del anillo hidráulico como obra estructural y vertebradora del sistema, que es indispensable para responder mejor a situaciones o incidencias graves que pudieran interrumpir el sistema de transporte insular de agua.
Los agricultores dan por perdido el 20% de la cosecha
A pesar de la rotura de la tubería, continúa el operativo de cortes de fruta en El Remo, Charco Verde, Puerto Naos y Tazacorte pero los agricultores se plantean dejar la recogida ya que las lluvias de piroclastos están dañando la apariencia de los frutos, aunque el plátano conserva intactas sus propiedades nutricionales y de sabor, lo que impide su venta para comercialización y la caída de las cotizaciones.


Garantizar el riego en las 600 hectáreas que actualmente están sin acceso a agua dulce es fundamental no solo para evitar la pérdida de esta cosecha, sino que si no riegan antes de un mes se perderán todas las plantas y mantendría durante dos años a los palmeros sin su principal ingreso económico, tal y como declaraba Miguel Martín, presidente de la Asociación Palmera de Agricultores y Ganaderos (ASPA), quién además advertía de la necesidad de arbitrar ayudas, no solo para paliar los daños provocados por el volcán que como riesgo no está cubierto por los seguros agrarios sino compensar y dar por perdida la cosecha habida cuenta de las dificultades que implica la recogida de las piñas de plátanos que suponen cargarlas a hombros en una condiciones respiratorias poco adecuadas por la mala calidad del aire y la lluvia continua de cenizas.
Además de los problemas en campo las plantas procesadoras de lavado y empacado de los plátanos también están expuestas a roturas por el emplastamiento que provocan las cenizas en contacto con el agua, con lo que dar salida a las cosechas cada vez resulta más complejo con un mercado que ya ha dejado en tierra más de dos millones de kilos de plátanos por su mala apariencia.
