Los ríos, fronteras y nexos de nuestro mundo - EL ÁGORA DIARIO

Los ríos, fronteras y nexos de nuestro mundo

Nuestra tendencia a utilizar los ríos como delimitadores territoriales ha provocado que un 23% de las fronteras internacionales estén constituidas por ellos. Sin embargo, siven tanto como nexo de unión como motivo para la aparición de conflictos internacionales


Las fronteras son un elemento fundamental de la historia de la humanidad, nacidas a raíz de nuestra imperiosa necesidad de mantener el control de las propiedades que poseemos o, simplemente, para delimitar terrenos de culturas diferentes a la nuestra.

En cualquier caso, la tinta predilecta para esculpir esas líneas imaginarias a lo largo y ancho de toda la geografía planetaria no se encuentra en las plumas, sino en ese elemento irremplazable en nuestras vidas y que es sinónimo de prosperidad: el agua, concretamente la que viaja sin cesar a través de los cauces de los ríos.

Esto es porque los accidentes geográficos han servido de forma tradicional como balizas de referencia para ubicarnos en el medio y, al mismo tiempo, para delimitarlo. Existen numerosas unidades geomorfológicas que sirven para tal fin, como las cadenas montañosas o los valles. No obstante, Laurence Smith, geógrafo de la Universidad de Brown, detalla que los ríos, debido a su propia naturaleza, se han presentado como nuestras herramientas favoritas para delimitar terreno.

“Los ríos realizan un amplio abanico de funciones que van más allá del suministro recursos o el transporte. Entre otras cosas, muchas de las reclamaciones territoriales que existen en la actualidad, lazos culturales y desarrollo económico solo se pueden explicar por la presencia de estos accidentes geográficos que tallan nuestro mundo”, señala en su obra Rivers of Power.

En azul, algunas de las fronteras establecidas por los grandes ríos de nuestro planeta | Foto: NASA

Por este motivo, un reciente trabajo en este sentido indica que el 23% de las fronteras internacionales que existen en la actualidad están constituidas por ríos, siendo América del Sur el continente que posee una mayor proporción de ríos fronterizos gracias, en parte, al inmenso tamaño de sus cuencas hidrográficas.

Por su parte, Europa, nuestro continente, está compuesto en una quinta parte por fronteras talladas por ríos, mientras que Asia se conforma con el último puesto del ranking con un 16%. Para Laurence Smith, el motivo por el que un continente tan vasto presente tan pocas fronteras fluviales se debe a aspectos culturales.

Establecer una frontera en un río era tan sencillo como acordar qué orilla pertenecía a cualquier Estado

Tal y como explica en diversos análisis, las fronteras delimitadas por ríos son un producto nacido en el seno de la cultura europea, que no se pudo importar a Asia hasta la época del colonialismo. Por este motivo, el mayor número de fronteras fluviales se observa al sur de Asia, región con amplia influencia británica y francesa hasta bien entrado el siglo XX.

El caso de África es aún más curioso ya que sus fronteras se levantaron en base a tratados europeos que se firmaron de forma precipitada sobre mapas imprecisos y mediante el uso de reglas. Por este motivo, algunas de sus fronteras presentan un carácter rectilíneo, pero muchas más descansan sobre los cauces de los ríos al ser los accidentes geográficos que mejor conocían los colonizadores del continente.

Según Karine Bennafla, experta en geografía del mundo árabe y africano, con el paso del tiempo las fronteras se interiorizaron en las poblaciones locales hasta el punto de haberse conservado prácticamente sin modificaciones hasta la actualidad. Así pues, los ríos representan en la actualidad el 26% de las fronteras de este continente, alguno de ellos, como el río Congo, capaces de dividir hasta siete naciones al mismo tiempo.

Aun así, que los cauces de los ríos se consideren como elementos predilectos para delimitar las fronteras de nuestro mundo no exenta que se traten de herramientas que presentan ciertas carencias para este cometido.

El motivo reside en la propia naturaleza de estos accidentes geográficos ya que, por ejemplo, intensas precipitaciones, las implacables sequías o, incluso, la propia erosión del agua del cauce estimula modificaciones en sus rumbos, deformándose abruptamente en algunos casos, y con ellos las fronteras que establecen.

La evolución de la frontera entre Croacia y Serbia
La evolución de la frontera entre Croacia y Serbia. En rojo, el cauce del río antes de las modificaciones. En Amarillo, los territorios que Croacia reclama y de los que Serbia se ha apropiado. En verde, tierras serbias que Croacia no pretende anexionar y que no son reclamadas por Serbia. El punto verde más grande se corresponde con Liberland | Foto: El Ágora

Este el caso Croacia y Serbia, dos países que comparten frontera junto el río Danubio, el río que atraviesa el mayor número de naciones en el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En el pasado, los meandros que talló el río en el territorio se utilizó como frontera entre ambas naciones, quedando así registrado en los libros catastrales disponibles en ambos países. Sin embargo, durante el siglo XIX, el cauce se alteró por distintas obras hídricas realizadas por el imperio austrohúngaro.

Ante la restructuración del terreno con un cauce más recto, Serbia defiende que la frontera se ha demarcado y se demarcará en todo momento en base a la forma que posea el río, por lo que, de este modo, ganaría varios cientos de kilómetros cuadrados a los croatas. Por su parte, Croacia reclama que se mantenga lo establecido en los registros catastrales del siglo XIX.

La disputa estalló tras la Segunda Guerra Mundial y, a pesar de haberse abordado desde distintas perspectivas durante varios años, incluso cuando Croacia se unió a la Unión Europea, el conflicto sigue sin resolverse. Incluso, en una de las tierras del río que ninguna de las naciones reclama, se ha levantado una micronación de unos siete kilómetros cuadrados bautizada como Liberland, que no posee el reconocimiento internacional.

La disputa entre México y Estados Unidos

En la actualidad, un fragmento de la frontera que divide México de los Estados Unidos está compuesto por el río Grande, un río que sufrió en 1864 un desajuste por una inundación que desvió su cauce hacia el sur, quedando las tierras mexicanas del otro lado del nuevo cauce en manos de los Estados Unidos.

Aquel territorio conocido como El Chamizal fue motivo de confrontación entre ambos países desde aquel entonces, a pesar de que varias sentencias apuntaban en favor de los mexicanos. No fue hasta el 1963 cuando el presidente americano John F. Kennedy decidió devolver las 177 hectáreas a México, que también puso de su parte para mitigar los daños de los afectados por el cambio.

Para la ONU, este conflicto es tan solo la punta del iceberg del enorme cúmulo de confrontaciones generadas, y que podrán darse, a consecuencia de las fronteras fluviales. En este sentido, lo que más le preocupa a la ONU son las posibles disputas que pueda ocasionar la gestión hídrica entre dos o más países que controlan el cauce de un mismo río, sobre todo en un contexto de cambio climático y escasez de agua.

“En la Tierra existen 263 cuencas transfronterizas de lagos y ríos que cubren la mitad del territorio planetario y albergan alrededor del 40% de la población mundial. Hasta 145 países forman parte de estas cuencas, 30 de ellos con una profunda dependencia de ellas”, declara la ONU.

Ante esta situación, la ONU reclama colaboración y respeto, dos adjetivos que definen a la perfección la relación que viven España y Portugal con sus fronteras fluviales, una de las más importantes de Europa al estar compuesta por cinco grandes ríos: Miño, Limia, Duero, Tajo y Guadiana.

Los antecedentes en materia recursos hídricos compartidos entre ambos países se remontan al año 1864, momento en el que se firmó el Tratado que fijó como frontera internacional estos cauces y, además, la importancia de emplear los recursos que aportaban en beneficio mutuo y sin causar perjuicio a la otra parte.

Tras él sucedieron una serie de convenios fijados a lo largo del siglo XX que el 30 de octubre del 1998 dieron paso al conocido como Convenio de la Albufeira, que con el paso de los años se ha ido remodelando para adaptarlo a las nuevas exigencias derivadas de la Directiva Marco del Agua (DMA).

“El Convenio busca la integridad de las cuencas compartidas en todos sus ámbitos, lograr el aprovechamiento sostenible de los recursos hídricos y asegurar la coordinación de las cuencas de acuerdo con la normativa vigente, fundamentalmente la DMA”, señala el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Al y al cabo se trata de eso: cooperación. Porque nos encontramos en un contexto en el que los patrones consolidados a lo largo de nuestra historia se están viendo alterados por una nueva realidad que exige apartemos nuestras diferencias.

Es posible que las fronteras permanezcan entre nosotros, pero más que nunca tenemos que ser partícipes de la palabra globalización y demostrar que estamos unidos frente al cambio. Porque cuando el río suena, agua lleva. Agua que no nos debe dividir, sino unir.



Se adhiere a los criterios de transparencia de

Archivado en:
Otras noticias destacadas