La pandemia de covid-19, declarada hace hace dos años, ha puesto al descubierto la urgente necesidad de una acción mundial en materia de seguridad hídrica. Repasamos el papel protagonista del agua en estos 24 meses: la mejor receta de salud, el método de alerta temprana más efectivo y la herramienta de recuperación más necesaria



Aunque a muchos nos parece que ha pasado más tiempo, hace justo dos años que en España se establecía el Estado de Alarma y un confinamiento total a causa de la pandemia de covid-19, declarada por la Organización Mundial de la Salud días antes. Dos años que han marcado la historia y que han cambiado nuestra manera de vivir y de relacionarnos. Dos años de subidas y bajadas, de nuevas olas que han impactado cuando ya creíamos que el mar se estaba calmando.
Con todo, la vacunación, que en España ya supera el 90% de la población con dosis de refuerzo (una de las tasas más altas del mundo), ha permitido que la nueva normalidad se haya instalado en nuestras vidas y hayamos aprendido a convivir con un virus que, afortunadamente, cada vez tiene efectos más leves. Pero no olvidamos a las más de 100.000 vidas que se han perdido por el covid en nuestro país y que nos recuerdan nuestra fragilidad.
La fragilidad de la especie humana ante una naturaleza y un planeta que se defienden del maltrato al que los sometemos y que nos ha enseñado que la colaboración y las alianzas, avanzar todos juntos, es el único camino para superar esta crisis. Y entre las lecciones aprendidas, también nos hemos dado cuenta de cuánto necesitamos un recurso que en los países desarrollados consumimos sin apreciarlo y en los países más vulnerables carecen de él: el agua.


El agua ha sido el mejor escudo que ha tenido la humanidad frente al covid y las manos limpias la mejor receta para la salud en estos dos años interminables. Sin embargo, en un mundo en el que 3.000 millones de personas (el 40% de la población) no dispone de instalaciones seguras para poder lavarse las manos con agua y jabón, se ha puesto en evidencia las desigualdades en el acceso a este preciado recurso.
En España, donde estamos acostumbrados a abrir un grifo y obtener agua sin ningún límite, el agua no le ha faltado a nadie durante la pandemia. Durante el confinamiento, cuando las cifras de contagios y muertes nos ahogaban, y todos los meses posteriores, el sector del ciclo urbano del agua no ha fallado en su servicio a la ciudadanía como actividad esencial.
Las empresas del agua, en coordinación con las autoridades sanitarias y las administraciones, llevan dos años reforzando las medidas preventivas para proteger la salud de todos sus trabajadores con el objetivo de que el agua siga llegando con normalidad a los hogares, los hospitales y los centros de actividad económica. Se han adaptado las operaciones, desde las plantas de potabilización y depuración hasta toda la red de suministro para asegurar la continuidad del servicio haciendo posible que el agua siga manando de todos los grifos del país.


Hace apenas dos meses, ante el grave incremento del número de contagios por la variante ómicron, se reactivó el confinamiento en instalaciones de trabajadores del sector, como fue el caso de Aigües de Barcelona, tal y como se hizo al inicio de la pandemia, para garantizar la continuidad del servicio esencial del ciclo integral del agua.
Los operadores también se han volcado en garantizar a toda la población su derecho al agua. Si bien ya existían antes de la pandemia programas sociales y fondos de las empresas para costear el servicio a las familias que no podían pagarlo, durante la pandemia este escudo social se ha reforzado ante el aumento de las personas en situación de vulnerabilidad.
La pasada semana se presentó precisamente un revelador informe elaborado por el Observatorio de los Servicios Urbanos-OSUR y Cáritas sobre el tratamiento que los operadores del servicio de abastecimiento de agua y saneamiento proporcionan a los usuarios vulnerables en 34 ciudades. El estudio revela que durante la pandemia -años 2020 y 2021- no se ha producido ningún corte a los hogares vulnerables, mientras que la cantidad de usuarios reconocidos como tal ha crecido del 1,10% al 1,21% en toda España.
Y el ciclo integral del agua, además de asegurar que todos podamos seguir las pautas de higiene recomendadas para frenar la pandemia, también nos sirve de sistema de alerta temprana para contener el avance de la enfermedad. La monitorización de la presencia de restos del virus en las aguas residuales antes de comenzar los procesos de depuración ha permitido anticipar por zonas decisiones sanitarias ante rebrotes días antes de la confirmación de los primeros casos clínicos.


Desde principios del pasado diciembre, la detección de la variante ómicron se incluyó en los análisis de las aguas residuales, como hizo la pionera plataforma City Sentinel de Agbar, y a finales de ese mismo mes se alcanzaba la mayor concentración de coronavirus hasta la fecha: un millón de copias genéticas de SARS-CoV-2 por litro de agua residual.
Así, las depuradoras se han convertido en un factor determinante en la contención de la pandemia de covid-19, un mecanismo barato y asequible de alerta temprana que anticipa los rebrotes hasta en 10 días y que, por el precio de 3 PCR, analiza las aguas residuales de toda una ciudad.
Por lo tanto, el ciclo del agua ha salvado millones de vidas, tanto al garantizar la higiene como escudo frente a la enfermedad, como al proporcionar información valiosa para anticipar decisiones sanitarias acertadas.
Recuperación
Y el agua también se alza como un medio de recuperación ante la crisis económica que nos ha dejado la pandemia. El sector ha insistido la necesidad de inversión en infraestructuras hídricas, en proyectos de adaptación para aumentar la resiliencia de las ciudades a través de la gestión del agua, así como en proyectos economía circular para mejorar la depuración y la reutilización de un agua cada vez más escasa. En total una serie de propuestas para la recuperación verde y azul que contempla más de 500 proyectos con un presupuesto que supera los 12.400 millones de euros. El sector calcula que estas actuaciones y otras inversiones infraestructurales reportarían un incremento del PIB de más de 1.800 millones de euros, así como la creación masiva de empleo.
Ante el empuje del sector, el Gobierno anunció en enero el cuarto Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de España dedicado a la digitalización del sector del agua que contará con 3.000 millones y supondrá un gran salto cualitativo para la gestión integral de los recursos hídricos.
Y en esta apuesta por una recuperación sostenible, tanto Naciones Unidas como la Unión Europea han pedido a los países que estas inversiones primen el agua. Para llevarla a los países más vulnerables, para renovar infraestructuras que han quedado obsoletas, para preparar las ciudades ante un clima cada vez más extremo, para conservar un recurso que disminuye cada día.
El agua ha sido clave en la pandemia y lo será en la recuperación. Sin duda, ya era importante antes, pero en estos dos años nos hemos dado cuenta de cuánto la necesitamos.
