Un estudio en el que se han analizado casi 500 plantas establece que los mayas tenían a su disposición plantas resistentes a las sequías, por lo que afirma que este fenómeno hídrico extremo podría no ser el único desencadenante de la decadencia de esta civilización



La ciudad de Tikal representó el corazón del reinado maya. Una exuberante urbe que entre el 550 y 900 D.C llegó a extenderse por un área de 60 kilómetros cuadrados y a cobijar a unos 200.000 habitantes. Pero todo tiene un final, y en caso de Tikal un desconocido colapso general en el reino hizo que sus habitantes se desplazasen hacia otras áreas, dejando las icónicas estructuras de la ciudad a merced de la jungla americana.
Algunos expertos, como el profesor de ciencias biológicas de la Universidad de Cincinnati (UC), David Lentz, afirman que la decadencia de urbe y la civilización solo se puede explicar si se atiende a distintos acontecimientos, teniendo como abanderados a las continuas sequías que se vivieron en la región, así como otras prácticas que contaminaron el suministro de agua potable.
Sin embargo, un nuevo análisis realizado por el arqueólogo Scott Fedick de UC Riverside y el fisiólogo de plantas Louis Santiago muestra que los mayas tenían cerca de 500 plantas comestibles disponibles, más allá del maíz, los frijoles y la calabaza sensibles a la sequía, muchas de las cuales son precisamente resistentes a los entornos de escasez de agua.“Incluso en la situación de sequía más extrema, y no tenemos pruebas claras de que haya ocurrido la situación más extrema, 59 especies de plantas comestibles habrían persistido”, afirma Louis Santiago en un comunicado en el que explica que los mayas podrían haber recurrido mandioca o el palmito en su dieta. También la chaya, un arbusto domesticado por los mayas y que hoy comen sus descendientes. Sus hojas son ricas en proteínas, hierro, potasio y calcio.
“La chaya y la yuca juntas habrían proporcionado una gran cantidad de carbohidratos y proteínas”, comenta Santiago, que habría analizado junto a Scott Fedick una lista de 497 plantas para determinar su tolerancia a la sequía.
«Cuando los botánicos estudian la resistencia a la sequía, por lo general se refieren a una planta específica o un ecosistema en particular. Una de las razones por las que este proyecto fue tan desafiante es porque examinamos la flora dietética de toda una civilización: plantas anuales, perennes, hierbas, árboles, especies domesticadas y silvestres. Fue un esfuerzo único», señala Scott Fedick.
Aunque los investigadores no tienen una respuesta clara sobre por qué se desmoronó la antigua sociedad maya, sospechan que la agitación social y económica jugó un papel más relevante.
«Una cosa que sí sabemos es que la explicación demasiado simplista de la sequía que conduce al colapso agrícola probablemente no sea cierta», afirma Fedick.
La investigación también demuestra la importancia de explotar una variedad de plantas para sobrevivir a la sequía y al cambio climático. “Incluso ante una serie de sequías, mantener una diversidad de cultivos resilientes permitiría a las personas, tanto antiguas como modernas, adaptarse y sobrevivir”, concluye Santiago.