Casi el 90% del territorio de Somalia se encuentra ahora en una situación de sequía severa tras tres temporadas de lluvia fallidas consecutivas. La situación es especialmente grave en la región de Galgaduud, donde la falta de agua se suma al conflicto entre milicias locales y el Gobierno



La situación humanitaria en Somalia es cada vez más grave. Tras tres temporadas de lluvia fallidas consecutivas, casi el 90% del país se encuentra ahora en una situación de sequía severa, con algunas áreas enfrentando su estación más seca en 40 años. Según apunta la FAO, el agua potable está empezando a escasear y casi 3,5 millones de personas ya padecen inseguridad alimentaria aguda y millones más corren ahora el riesgo de pasar hambre a principios del próximo año. Además, lo peor podría estar por llegar: Naciones Unidas alerta de que, si continúa la sequía, podría conducir a una «situación extrema» en abril del próximo año.
La crisis humanitaria, que llega justo una década después de la hambruna de 2011 que se cobró la vida de más de un cuarto de millón de personas, es especialmente grave en la región de Galgaduud. El mes pasado, el Gobierno Federal tuvo que declarar el estado de emergencia en este territorio después de que miles de personas se vieran obligadas a abandonar sus hogares en busca de comida, agua y pastos. Pero es que, allí, al empeoramiento de la sequía se está sumando el conflicto armado: en Guriel, una ciudad de unos 100.000 habitantes en el centro de Galgaduud, ha estado viviendo este otoño intensos combates entre el Ejército Nacional de Somalia y el grupo Ahlu Sunnah Wal Jama’a, que mataron a decenas y obligaron a muchos a huir a las aldeas vecinas.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha reiterado este miércoles la necesidad de que la comunidad internacional actúe urgentemente para dar apoyo humanitario a esta zona. «Esta sequía es más grave que otras que vimos», asegura a esta organización Hashim, un hombre de 50 años residente en Guriel. «Los combates han forzado a la gente a huir y a convertirse en desplazados. La sequía y la falta de lluvias también han causado desplazamientos. Todas estas cosas han tenido lugar a la vez», ha lamentado. En concreto, la lucha entre milicias y fuerzas gubernamentales causaron además daños en el principal hospital, mientras que el segundo más importante quedó destruido por un incendio.
El CICR ha resaltado que cientos de miles de personas se encuentran en campamentos informales en los alrededores de la ciudad, algunos de los cuales fueron desplazados por los combates, mientras que otros llegaron buscando zonas de pasto desde zonas más afectadas por la sequía. «Para responder a estas necesidades procedemos al envío de camiones con agua a los desplazados en 17 aldeas», ha detallado el jefe de la oficina del CICR en Galmudug, Mohamed Sheij Ahmed. «Junto a la Sociedad de la Media Luna Roja somalí, hemos desplegado un equipo móvil sanitario que da atención sanitaria esencial a seis aldeas», ha agregado.
En esta línea, ha hecho hincapié en que «los recientes combates en Guriel han tenido un gran impacto sobre la población». «Las instalaciones sanitarias, incluidos los hospitales, han quedado destruidos o están parcialmente dañados. Además, infraestructura hídrica clave está dañada«, ha enumerado. «Hemos completado el registro de más de 12.000 hogares de personas desplazadas para poder darles entregas de dinero en efectivo sin condiciones para que tengan la oportunidad de comprar alimentos para sus familias», ha destacado Sheij Ahmed. «Los desplazados necesitan desesperadamente agua, comida, cobijo y servicios sanitarios«, ha alertado.
El clima se ensaña con Somalia
En cualquier caso, los problemas de Somalia no se limitan ni mucho menos a la sequía o a la región de Galgaduud. Más del 70% de todos los somalíes viven por debajo del umbral de pobreza y, según apunta la ONU, en todo el país, se prevé que el número de personas que necesitan asistencia y protección aumentará en un 30%, de 5,9 millones a unos 7,7 millones en 2022. En este sentido, para el Representante Especial Adjunto del Secretario General de la ONU en el país, Adam Abdelmoula, «se está gestando una fuerte tormenta en Somalia», que se suma al hecho de que «los afectados ya han soportado décadas de conflicto, crisis climáticas y brotes de enfermedades”.


Y es que Somalia está en la primera línea del cambio climático: desde 1990, ha experimentado más de 30 peligros relacionados con el clima, incluidas 12 sequías y 19 inundaciones. Una situación que, unida al conflicto entre diferentes facciones que corroe el país desde hace décadas, las altas tasas de pobreza y la mínima implantación del Gobierno federal, supone enormes problemas para la población. Según el ministro de Asuntos Humanitarios y Gestión de Desastres, «las familias están perdiendo su ganado, una fuente clave de sustento, y pueden morir de hambre en los próximos meses». «Estoy particularmente preocupado por los niños, las mujeres, los ancianos y las personas discapacitadas que continúan soportando la peor parte de la crisis humanitaria de Somalia», ha añadido.
Además, según apunta el medio centrado en temas humanitarios Relief Web, la mayoría de las fuentes de agua natural del país se han secado, lo que ha hecho subir el precio del agua potable. En concreto, el precio de un bidón de agua de 200 litros superó el promedio de cinco años en un 45% en Gaalkacyo, región de Mudug, un 70% en Jilib, Middle en la región de Juba y un 172% en Garowe, región de Nugaal, en octubre pasado. Según apunta a este medio Khadra Yusuf Saleban, mujer desplazada de 48 años del campo de Bali-docol, «tengo muchos temores acerca de [no tener] agua y comida para mis hijos y mis padres. Nuestro ganado es la columna vertebral de nuestra vida. Lo perdí todo en la última sequía. Sin agua y sin comida, habrá muerte para nuestro ganado y nuestras familias, especialmente los niños y los ancianos ”.
