Distintas localidades en España usan el agua para ensalzar celebraciones estivales, pero ¿qué hacer cuando hay una sequía? Algunos plantean cancelar estas celebraciones en su totalidad frente a la escasez hídrica



Una figura de San Roque desfila cada verano desde 1984 por las calles de Vilagarcía de Arousa en Galicia. Una procesión como cualquier otra, pero una vez que el santo llega a la ermita la tradición es que el heraldo de la fiesta arroje el primer cubo de agua a la multitud al grito de «¡Agua va!». Es ahí cuando una batalla acuática se desata en buena parte del pueblo… pero este 2022, tras dos años de pausa debido a la pandemia, la celebración tuvo que ser algo distinta.
La sequía extrema que afecta al país obligó a los vilagarcianos a cambiar un poco la también conocida como Festa da Auga: la localidad decidió vaciar la mayoría de las fuentes y este año los bomberos no empaparon a la multitud con sus mangueras en la plaza de Galicia. «Estos dos años sin fiesta nos han dado tiempo para replantearlo, y ahora que lo volvemos a celebrar es el mejor momento para adaptarlo a las nuevas circunstancias», señaló el alcalde de Vilagarcía, Alberto Varela en un comunicado del Concello a principios de agosto.


El gobierno local agregó que las medidas no solo son para «darle un plus de sostenibilidad [a las fiestas], sobre todo en este seco verano». Las autoridades locales puntualizaron que los cambios implementados a la Fiesta del Agua son una forma de mostrar «respeto hacia su propia esencia». Iria Camba, de la junta de vecinos Agua que no bebes dijo «creemos que es necesario que la fiesta vuelva a sus orígenes, donde solo había gente mojando a la gente, usando calderos, sulfatadores, pistolas de agua… Este año queremos recuperar esa esencia y también la intergeneracionalidad».
Las restricciones que pidió el Ayuntamiento de Vilagarcía de Arousa debido a la precaria situación hídrica nacional no le restó agua al asunto, pero simplemente se restringió su uso a borbotones. Los asistentes cumplieron, según medios locales, las restricciones a rajatabla pero además este año hubo una suerte: la lluvia empapó intermitentemente a los que festejaban al santo, poniéndose el clima fortuitamente del lado de la tradición.
Sin agua que festejar
Aunque la Fiesta del Agua en Vilagarcía es notable, no es la única. A lo largo de toda España el agua se usa en distintas celebraciones veraniegas, pero este 2022 la situación de sequía extrema ha llevado a algunos ayuntamientos a repensar, e incluso cancelar sus celebraciones.


El municipio berciano de Molinaseca, en León, decidió renunciar a su fiesta, -prevista entre los días 14 y 17 de agosto- por el escaso caudal del río Meruelo. El afluente que según el alcalde, Alfonso Arias, está «prácticamente seco y a niveles mínimos». La sequía tan próxima fue argumento suficiente para suspender el uso del agua en las fiestas. La medida fue congruente ya que desde el 1 de agosto en Molinaseca el riego de jardines se redujo a lo mínimo imprescindible, se prohibió el llenado de piscinas y el baldeo de calles y lavado de
vehículos con agua de abastecimiento domiciliario.
También ha suspendido su festividad acuática el municipio de Benamargosa, situado en la región malagueña de la Axarquía. Próximo al embalse de La Viñuela -que se encuentra a apenas el 12 % de su capacidad-, los pasados 6 y 7 de agosto en Benamargosa se organizaron distintas actividades para sustituir la tradicional «guerra de agua» y el tobogán acuático de su feria. Los esfuerzos de la entidad por preservar el agua no fueron en vano, sin embargo la situación es tan precaria que esta semana hubo una interrupción en el suministro.
Aunque el desabastecimiento fue puntual, el evento suscitó que el alcalde, Salvador Arcas, se pronunciara al respecto: «La sequía que tenemos en esta comarca es inmensa, el pantano más grande de la provincia está en alerta por falta de agua y ya se están viendo las consecuencias». Arcas sostiene que la mayoría de pueblos de la comarca beben del pantano de La Viñuela y que «dentro de poco puede ser muy grave si no llueve».
Ignorar el problema
En una actualidad marcada por el riesgo de desertificación, con los embalses españoles en el 37,9 % de su capacidad total, el nivel más bajo desde hace una década, distintas voces han defendido que las celebraciones que emplean agua deben cambiar rotundamente.
«Se deben limitar los usos que no son esenciales para no malgastar este recurso», defendió Rafael Seiz, portavoz del programa de agua de WWF España. Otra ONG que emitió su incomodidad por el «despilfarro» de agua fue Ecologistas en Acción. La organización denunció que las festividades involucrando agua suponen «lanzar un mensaje de que podemos seguir agotando recursos críticos como el agua, sin que eso cause consecuencias».
A pesar del precario panorama hídrico y múltiples advertencias, algunas localidades escogieron no cambiar su planes. La localidad alicantina de Torremanzanas no renunció a su batalla de agua, conocida como La Banyá, celebrada el 15 de agosto. Sin embargo, al igual que Vilagarcía de Arousa en Galicia, se optó por cubos y no mangueras para lograr una reducción de consumo y ahorro de agua.
En Madrid las Fiestas del Agua de Parla (celebradas del 17 al 21 de junio) y la Batalla naval de Vallecas se celebraron como siempre. El 23 de junio la localidad granadina de Lanjarón celebró su famosa carrera del agua sin cambio alguno, y de hecho tuvo una mayor asistencia que años anteriores probablemente debido al parón de la pandemia. Aunque debe matizarse que en Lanjarón los miles de litros de agua empleados van luego a parar a unos canales que la reaprovechan para el regadío de la parte baja del pueblo.
Cambiar con los tiempos
Para no romper con la tradición y las festividades propias del verano, WWF España propone «cambiar» las Fiestas del Agua por otro tipo de celebración que «mantenga el espíritu festivo», homenajeando la «suerte» que es poder disponer del agua. El portavoz de WWF ha apuntado que la sequía no se debe a la falta de lluvias exclusivamente, sino más bien a las decisiones que se han tomado en años anteriores de no poner restricciones mayores a algunos usos del agua.
También, Ecologistas en Acción ha añadido que sería bueno utilizar este tipo de festividad como una «oportunidad» para concienciar a los vecinos de la importancia del consumo responsable de un recurso cada vez más escaso.
Celebrar el agua o padecer sequías no es nada novedoso, sin embargo ambas ONGs coinciden en que «no podemos permitirnos seguir sobreexplotando y degradando nuestros recursos». Por eso desde sus canales piden «mayor precaución» a la hora de repartir y utilizar el agua, para evitar situaciones como la actual.
