Los pueblos originarios de América se unen para celebrar el solsticio

Los pueblos originarios de América se unen para celebrar el solsticio

Los pueblos originarios de América se unen para celebrar el solsticio

Este año, el festejo del Solsticio del Abya Yala será transmitido el 20 de junio, y participarán representantes de 40 pueblos originarios de América. Nuestro corresponsal en México recuerda los sangrientos sacrificios humanos que acompañaban el festejo de los principales acontecimientos astronómicos en las culturas mesoamericanas

 


Emiliano Rodríguez | Especial para El Ágora
México | 19 junio, 2020


Gustavo Mendoza Lemus, desde Monterrey nos comparte que más de 40 pueblos originarios de América se unirán para la celebración del Solsticio del Abya Yala, mediante una ceremonia que será transmitida vía redes sociales el 20 de junio, en una festividad que hermana a los dos hemisferios de América, con la entrada de las temporadas de verano para el norte, como el invierno al sur.

El evento es organizado por el grupo Xicome, Artes sanadoras por la Paz de México, y Nación del Quinto Sol, desde Argentina y se prolongará todo el 20 de junio, con actividades en diversos horarios del día. La celebración tendrá un toque especial, ya que desde las 10:30 de este sábado se conectarán representantes de 40 pueblos originarios del continente, para iniciar la festividad con música, cantos y rezos.

Vista de las ruinas de Teotihuacan, con las pirámides de la Luna y el Sol, construidas por una cultura anterior a los mexicas o aztecas. | Foto Hugo Brfizard

Michelle Button, fundadora del grupo Xicome, indicó que la celebración al Solsticio del Abya Yala es una oportunidad para retomar tradiciones que se han practicado por miles de años para marcar los inicios de cultivos.

«Son momentos de ofrendas, momentos de celebración, también reconociendo a nuestro padre Sol quien es el que ilumina y alimenta a nuestra galaxia. Son ritmos y ciclos naturales que hemos olvidado», comentó Michelle Button en entrevista.

En momentos de crisis climática y el mundo afectado por la epidemia que provoca el coronavirus, Button habla de los males que aquejan tanto al planeta Tierra como a sus habitantes, desde una perspectiva individual.

«Dentro de todo este momento que estamos viviendo de alguna manera nos va llevar a una introspección, a una reflexión de cómo nos relacionamos con nuestros sentidos y con la Tierra«, explica Button.

 “Para los aztecas, Huitzilopochtli, su principal deidad, renacía en el solsticio de invierno y se alcanzaba la plenitud en el solsticio de verano”

En la ceremonia participarán representantes de pueblos originarios como los Lakota, Mexica, Tolteca, Maya Ki´iche, Q´ero, Guarani, M´yska, Mapuche, Quechua, Caiña Inca, Povo Indígena Krenak, Maya Tz’utujil, Maoiri, Senegal, entre otros.

En el caso específico de México, la celebración tiene profundas raíces históricas, más fuertes, porque para los aztecas en especial entre las naciones nahuatl, Huitzilopochtli, su principal deidad, renacía en el solsticio de invierno y se alcanzaba la plenitud en el solsticio de verano.

Una figura de un sacrificio azteca. | Crédito: Weredragon
Una figura de un sacrificio azteca. | Crédito: Weredragon

Carmen Aguilera, en su libro XOLPAN y TONALCO, sobre los calendarios  y su correlación, expone: “Si la fiesta del solsticio de invierno era celebrada el 20-Panquetzaliztli, la del solsticio de verano debía suceder nueve veintenas antes, que es la mitad del calendario indígena. En efecto, este día es el 20-Etzalcualiztli, que cae el 22 de junio o sea un día después del solsticio de verano. En esta época, aunque el sol estaba igualmente alejado en la línea del horizonte, nadie se preocupaba porque había abundancia de mantenimientos. Era la apoteosis de Tláloc dios de las lluvias, la fertilidad y la abundancia.

La relación de esta fiesta es una de las más extensas en el Códice Florentino, lo que corresponde a la importancia ancestral de Tláloc y lo que representa.

Así como en 20-Panquetzaliztli o solsticio de invierno, se conmemoraba el nacimiento del sol, o sea el renacimiento de Huitzilopochtli, en 20-Etzalcualiztli se conmemoraba el diluvio «universal», dice el Códice Vaticano-Ríos que en este día «sacrificaban. .. y hacían fiesta en memoria de cuando se destruyó el mundo con el agua«, esto sucedió en un año Uno Conejo, que si acontecía cíclicamente en 20-Etzalcualiztli, fue un día Dos Conejo.

Todos los rituales de Etzalcualiztli están conectados con el agua y enmarcados en una atmósfera de alegría y abundancia. Se ofrendaban fIores en los templos, se sonaban sonajas de fertilidad, habia música y la danza de pedir etzalli la comida tradicional, era una ocasión jocosa. Esta fiesta tenía lugar cuando el maíz comenzaba a granar (Motolinía, 1971, 52) y era para pedir buen año, ya que en este tiempo «venían las aguas con más fuerza» (Vaticano-Ríos).

Dice Motolinía que en esta fiesta morían pocas víctimas (1971,52), sacrificaban a la personificación de Tláloc y algunos niños que eran su ofrenda preferida y cuyas lágrimas pronosticaban la cantidad de lluvia que caería. Era la fiesta particular de los labradores que en esta fiesta ponían los instrumentos de trabajo a descansar. Lavaban coas, palas, mecapales, los colocaban en un estrado y les hacían reverencias (Durán, 1967, D, 281) y las mujeres hacían tortillas de jilotes como primicias y en agradecimiento (Durán- 1967,u, 210).

«Prendamos veladoras, quememos incienso, celebremos a la tierra con cantos y flores, pero no digamos que son rituales ancestrales sin conocer a fondo nuestra historia y la intensidad con que se vivía»

Los solsticios eran los pivotes en donde se apoyaba el calendario, pero también tomaban muy en cuenta y celebraban otros movimientos solares, así como ciertos movimientos de astros nocturnos.

Una persona vestida al antiguo estilo azteca en una representación actual. | Foto: Rafal Cichawa

Tlacaxipehualiztli era la gran fiesta general «de la significación del sol» (Durán, 1967, 11, 271-2) y Motolinía especifica que se festejaba «cuando estaba el sol en medio del templo de] Huichilobos», así que queda poca duda en cuanto a que esta era la fiesta del equinoccio de primavera que caía el día siete de la veintena. Muy probablemente por esto, casi todo el «mes» era festivo. El primer día se hacía una procesión con los cautivos, al día siguiente se sacrificaban en el templo de Huitzilopochtli, lo cual denota de nuevo su intrusión y carácter solar. Los cuerpos de los sacrificados se desolIaban entregándose el pellejo al que lo había capturado y los dueños las prestaban a algunos mozos que los portaban por 20 días, mismos que duraba la fiesta (Florentino, 1980, 2, 24r.).

Afortunadamente ahora se conforman con cantos y ceremonias inocuas, con la inocencia de quienes ignoran cómo nuestros ancestros rendían homenaje a sus deidades y del valor que concedían a la vida, como elemento de ofrenda. Qué puede dar el hombre por sus hermanos que sea tan valioso como la vida. Una expresión profunda que en diferentes tiempos y latitudes tiene significados muy diferentes.

Prendamos veladoras, quememos incienso, celebremos a la tierra con cantos y flores, pero no digamos que son rituales ancestrales sin conocer a fondo nuestra historia y la intensidad con que se vivía.



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