Aluminio "ecológico": ¿La solución de Apple a su huella de carbono?

Aluminio «ecológico»: ¿La solución de Apple a su huella de carbono?

El gigante tecnológico anunció a finales de julio que se compromete a ser 100% neutral en carbono en su cadena de suministro y productos para 2030, una estrategia para la que cuenta con utilizar masivamente un aluminio cuya producción no emite gases de efecto invernadero


¿Es posible ser totalmente neutral en carbono cuando tu negocio principal es la electrónica? A priori, tanto por los materiales y metales raros que suelen usar los ordenadores y telefónos móviles, como por los procesos de fabricación de este tipo de productos, que son intensivos en energía y movilizan cadenas de producción a través del globo, es especialmente difícil conseguir que una empresa de este sector no emita gases de efecto invernadero. Sin embargo, eso es precisamente lo que intenta conseguir Apple. El gigante tecnológico presentó a finales de julio un plan para que su cadena de suministro y productos tengan un saldo neutral en carbono para 2030. Para lograrlo, sus esperanzas están depositadas en una innovación reciente: el aluminio «ecológico».

Es cierto que la compañía ya es actualmente neutral en carbono para sus operaciones corporativas globales, pero este nuevo compromiso supone un reto mayúsculo. Ya no bastará con invertir en sumideros de carbono o comprar títulos en el mercado de emisiones, que es la opción de muchas compañías y organizadores de eventos para equilibrar su balance de contaminación. Apple quiere que cada iPhone o Mac vendido en cualquier punto del mundo tenga un impacto climático nulo.

Dentro de una larga lista de compromisos y objetivos, que se detallan en un comunicado de finales de julio, hay uno que llama la atención por su potencial: la utilización, dentro de su nueva generación de ordenadores portátiles, de un aluminio bajo en carbono. Esta nueva versión del metal liviano sería exactamente igual que la que se produce en masa para fabricar productos como latas, bicicletas o carrocerías. La novedad radica en el proceso industrial de fabricación, que no produce de manera directa ni indirecta gases de efecto invernadero.

El avance es particularmente interesante porque la industria mundial del aluminio se encuentra en estos momentos en una encrucijada, debido al progresivo aumento de sus emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de que es uno de los productos más sencillos de reciclar, el aluminio reutilizado solo representa un tercio del mercado global, y los productores de aluminio suponen aproximadamente el 1% de las emisiones anuales mundiales. Sobre todo porque la demanda sigue aumentando, particularmente en China, que todavía depende en gran medida de las centrales de carbón para generar electricidad.

Apple asegura que que el aluminio representa el 27% de su huella de carbono en la fabricación de productos. La empresa de tecnología ya lleva varios años aumentando la proporción de aluminio reciclado en sus dispositivos, además de priorizar a los proveedores que operan sus instalaciones con energía hidroeléctrica, no con carbón. Tales esfuerzos han reducido las emisiones relacionadas con el aluminio de Apple en un 63%, según informó la compañía en marzo, pero el gigante tecnológico quiere ir más allá.

Una producción intensiva en energía

El aluminio es el metal más abundante en la corteza terrestre, aunque eso no significa que sea fácil de extraer. Las compañías mineras deben raspar la capa superior del suelo para extraer la bauxita, una roca de arcilla rojiza que es rica en alúmina (también llamada óxido de aluminio), que luego es separada en una refinería hasta que se convierte en un polvo blanco. Este producto luego se calienta y se funde para hacer aluminio, un proceso con un fuerte impacto ambiental, ya que no solo es intensivo en energía, sino que libera también de forma directa gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono. 

En promedio, el proceso electroquímico de fundición contribuye con alrededor del 14% de las emisiones totales de la producción mundial de aluminio. Otro 70% proviene de la electricidad utilizada para hacer funcionar las fundiciones. Esta segunda parte en principio se soluciona alimentando la fábrica de aluminio con energía hidroeléctrica, que es lo que se hace en Islandia. La mayor empresa fabricante de aluminio del mundo, Alcoa, tiene a su disposición en el país nórdico una gigantesca presa hidroeléctrica, construida expresamente para ellos en una operación polémica que en 2007 le costó al Gobierno local más de 1.000 millones de dólares. Y ese aluminio, más caro, ya se utiliza para fabricar productos de Apple.

aluminio
Producción de aleaciones maestras de aluminio en una fundición

Sin embargo, es un avance reciente, que afecta a ese 14% de emisiones directas, el que va a permitir que el alumino de los ordenadores y móviles de la tecnológica estadounidense puedan ser neutrales en carbono. Desarrollado por el laboratorio canadiense Elysis en colaboración con Alcoa y el gigante minero Rio Tinto, se trata de una nueva técnica que permite separar el aluminio sin causar una reacción química ni utilizar materiales contaminantes como el carbón. El primer lote comercial fue fabricado el año pasado en el Centro Técnico de Alcoa en Pittsburgh, que vendió todo el suministro a Apple en diciembre.

Aunque hay tecnologías similares en desarrollo en países como Rusia, Islandia o China, los investigadores aún necesitan resolver problemas técnicos clave antes de que esta técnica pueda usarse a escala industrial. Sobre todo, porque requiere mayores voltajes de electricidad para fabricar aluminio que utilizando carbón, lo que aumenta el uso de electricidad de las fundiciones. Para que Apple pueda incluir este material en todos sus productos, hace falta diseñar sistemas más eficientes energéticamente.

Un mercado saturado por el bajo coste

Aunque las ordenadores portátiles prueban que este nuevo material es viable, los investigadores todavía están intentando dilucidar cómo aumentar la producción del material para que pueda ser una opción para todo el sector del aluminio. Porque, ahora mismo, el mercado está saturado por productores que compiten a la baja en los costes.

El problema viene de lejos. Desde el año 2000, las fundiciones de aluminio se han vuelto cada vez más dependientes del carbón y el gas natural en su suministro eléctrico, incluso a pesar del avance significativo de las renovables en gran parte del mundo. Esto se debe principalmente a la deslocalización de la producción desde Norteamérica y Europa a China o países de Oriente Medio, que aún apuestan de manera generalizada por los combustibles fósiles como manera de producir energía.

El resultado es un mercado inundado de aluminio abundante y relativamente barato, con el que tendrán que lidiar las alternativas bajas en carbono. Es decir, la expansión del aluminio ecológico no va a ser posible desde un punto de vista puramente económico de maximización de beneficios, por lo que requerirá que las empresas y los gobiernos tomen medidas deliberadas.

Desde 2014, todos los centros de datos de Apple funcionan con energía 100% renovable.

Por ejemplo, si se creara un impuesto al carbono sobre los productos de consumo que hiciera más costoso comprar aluminio convencional, como ha planteado la Comisión Europea, se presionaría a los fabricantes a adoptar tecnologías bajas en carbono y se alentaría a los contratistas a obtener materiales más sostenibles para proyectos de construcción. También si se ejerciera una mayor presión desde los consumidores: el ejemplo de Apple y su compromiso de comprar productos con menores emisiones en la cadena de suministro refleja precisamente una respuesta de la compañía a las preocupaciones de sus compradores.

Por supuesto, todavía no está claro cómo de lejos llegará Apple en la utilización de aluminio ecológico en todas sus líneas de productos, o si los productores como Elysis podrán escalar sus tecnologías más allá del laboratorio. Aún así, la iniciativa es una señal importante de que existen empresas que están dispuestas a invertir en metales más ecológicos.



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