El lejano Marte: los sueños empañados de la NASA - EL ÁGORA DIARIO

El lejano Marte: los sueños empañados de la NASA

Marte siempre ha sido el próximo peldaño en la carrera espacial, la próxima frontera a conquistar. Sin embargo, la crisis sanitaria y económica que se cierne sobre Estados Unidos hace que la población se cuestione cada vez más la necesidad de pisar el planeta rojo. El sueño americano espacial se desvanece y nos lo cuenta nuestro corresponsal Argemino Barro


¿Cuánta agua hay en Marte? Esta es solo una de las muchas preguntas que se hacen los científicos volcados en el “planeta rojo”. Un equipo internacional, liderado por la Agencia Espacial Europea, ha descubierto recientemente en el polo sur de Marte un sistema de lagos de agua líquida, que se mantiene así, pese a las bajas temperaturas, gracias a la concentración de sales de perclorato. El hallazgo ha sido publicado en la revista Nature Atronomy y confirma las hipótesis de un estudio realizado en 2018.

Tanto en la imaginación colectiva como en las ambiciones concretas de los científicos, el planeta rojo siempre ha sido el próximo peldaño, el horizonte de la carrera espacial después de haber llegado a la Luna: la fase que llevaría a la Humanidad a una nueva frontera de conquista.

Planeta Marte.

Ahora mismo, por ejemplo, un vehículo de exploración de la NASA cruza el espacio en dirección a Marte. A bordo lleva distintas muestras de los materiales que se utilizan en los trajes de astronauta, de manera que podamos ver en ellos el efecto de la radiación y de los atardeceres marcianos. Está previsto que el artilugio aterrice en febrero y que, gracias a él, se puedan diseñar trajes que protejan a los futuros enviados humanos. Según la misma agencia que colocó a Neil Armstrong en la Luna, es posible que una persona pise Marte en torno a 2033.

Esta aventura, sin embargo, se está encontrando con distintos baches. Uno de ellos es el bache presupuestario. “Como tantos lugares de trabajo esta primavera”, escribe Marina Koren en The Atlantic, “la NASA mandó a la mayoría de sus empleados a casa y se refugió en su guarida”.

La agencia, que cerró todas sus instalaciones y centros de campo, recibió una inyección de presupuesto para proteger los trabajos. “Necesitamos mantener a la gente sana y en casa”, declaró el administrador de la NASA, Jim Bridenstine, en mayo. “Y mantener a la gente empleada para que, cuando estemos preparados, podamos hacer que todo el mundo vuelva a la acción”.

Ilustración del disco protoplanetario en un proceso de formación planetaria alrededor de la enana marrón OTS 44 | Foto: JPL NASA
Ilustración del disco protoplanetario en un proceso de formación planetaria alrededor de la enana marrón OTS 44 | Foto: JPL NASA

Pese a las medidas de confinamiento, algunos proyectos lograron despegar, como el envío del vehículo explorador a Marte o el vuelo de los astronautas Doug Hurley y Bob Behnken. Otros han sido pausados o pospuestos. Por ejemplo, el lanzamiento del vehículo de exploración Dragonfly, que tiene su punto de mira en Titán, una de las lunas de Saturno, ha sido retrasado un año más.

De momento la agencia está sostenida, pero el impacto económico de la pandemia de coronavirus amenaza con poner al Gobierno en un oscuro agujero presupuestario. En cierto modo ya lo ha hecho. La deuda federal de Estados Unidos es casi tan grande como su PIB, y está camino de superar los récords marcados durante la Segunda Guerra Mundial (2). Los congresistas, además, negocian otro paquete de estímulo para sostener el maltratado tejido económico.

Si la agencia quiere devolver al hombre a la Luna en 2024, tal y como es la intención de la entusiasta administración Trump, necesita más capital. La NASA está pidiendo al Congreso que aumento su presupuesto un 12%: cerca de 3.200 millones de dólares. El dinero necesario para construir los módulos que depositarían a los astronautas en la superficie del astro. El calendario, dijo Jim Bridenstine, está bastante ajustado: “Si podemos lograr eso [el aumento presupuestario] para Navidades, seguiríamos estando camino del aterrizaje en la Luna en 2024”.

La aventura de Marte está todavía más lejana. 2033, para muchos observadores, resulta una estimación optimista. Un estudio independiente encargado por la NASA coloca esa fecha todavía más lejos en el futuro. Los investigadores llegaron a la conclusión de que, si no hay sorpresas ni recortes de dinero, se podría orbitar alrededor de Marte en 2033. Un aterrizaje humano, en cambio, sería más probable en la década siguiente.

Ilustración 3D de una base de investigación científica en Marte.

Pero quizás el bache más pronunciado no es financiero, sino psicológico: la falta de apetito nacional. La escasa ambición o el magro optimismo que se percibe en la opinión pública de un país radicalmente polarizado. Como apunta la periodista Koren, Estados Unidos no es aquella tierra resplandeciente de finales de los años sesenta. En aquel entonces había heridas, como la guerra de Vietnam o la lucha por los derechos civiles, pero la confianza en las instituciones era alta, la economía próspera y la salud pública no estaba asediada por un coronavirus que ha matado, entre marzo y octubre, a más de 210.000 norteamericanos.

Aunque la agencia todavía goza de una gran admiración en Estados Unidos, como esa proyección del sueño americano hacia otros mundos, solo el 18% de los estadounidenses cree que ir a Marte debe de ser una máxima prioridad de la NASA. Volver a la Luna es incluso menos apetecible: un 13% lo apoya.

Por otro lado, las empresas SpaceX, que dirige el inventor Elon Musk, y Blue Origin, propiedad del magnate Jeff Bezos, están avanzando en sus propias carreras espaciales. SpaceX, además de haber diseñado cohetes reutilizables que abaratan los viajes galácticos y abren la puerta a su explotación económica, ya ha mandado una misión tripulada al espacio. Y Blue Origin acaba de anunciar que estudia abrir espacios comerciales en la órbita terrestre, para lo cual ya está buscando científicos. Uno de los primeros clientes podría ser la propia NASA.

Antena de la Red de Espacio Profundo del complejo de la NASA en Robledo de Chavela (Madrid).

Más allá de estas discusiones político-visionarias, los ingenieros de la NASA continúan su trabajo paciente, asomados a la inmensidad del universo. Tal es el caso de las personas que manejan la llamada Red del Espacio Profundo, como retrata en detalle esta historia de Shannon Stirone en Long Reads. La Red es un sistema de antenas de radio que sirve de “enlace entre la Tierra y sus emisarios robóticos en el espacio profundo”. Una de sus tres antenas principales, de 70 metros de diámetro, está en Robledo de Chavela, a 60 kilómetros de Madrid. Las intercomunicaciones espaciales dependen de ellas y también la detección, entre otros menesteres, del centenar de meteoritos que cada año pasan junto a nuestro planeta.

La Red del Espacio Profundo funciona sin interrupción desde 1963, como el básico sostén de los sueños espaciales. Unos sueños que tuvieron su edad de oro y que van buscando su camino con pequeños pasos.



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