Rompehielos, osos polares y temperaturas extremas

Ciencia española en el Ártico: rompehielos, osos polares y temperaturas extremas

Ciencia española en el Ártico: rompehielos, osos polares y temperaturas extremas

Tres equipos españoles participan en la mayor expedición científica al Ártico de la historia, el proyecto MOSAiC. Tendrán que lidiar con temperaturas de -45ºC y hasta con posibles ataques de los osos polares. Todo a bordo de un rompehielos que se desplaza lentamente a la deriva, como hace dos siglos hizo el barco noruego Fram


Laura Chaparro | Especial para El Ágora
Madrid | 28 octubre, 2019


A simple vista, y más allá de presentar colores que se asemejan, un oso polar tiene poco en común con una nube. El científico Manuel Dall’Osto es experto en el desarrollo de estas masas de partículas. Aunque los osos polares no forman parte de su área de investigación, en las últimas semanas ha empezado a interesarse por ellos. Y no es para menos: su supervivencia está en juego. En unos meses tendrá que lidiar con estos imponentes mamíferos en la mayor expedición científica al Ártico de la historia.

“Nos darán un curso de una semana en Tromsø –al norte de Noruega– para aprender a usar armas y cómo vigilarlos”, explica a El Ágora este científico del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC). Dall’Osto lidera uno de los tres equipos españoles que participan en el proyecto internacional MOSAiC, cuyo objetivo principal es estudiar el Ártico como epicentro del calentamiento global para obtener datos que permitan comprender mejor el cambio climático.

El proyecto, que reúne a 600 investigadores de 19 países, cuenta con el rompehielos Polarstern como punta de lanza, un buque del Instituto Alfred Wegener (Alemania) que zarpó del puerto del Tromsø el pasado 20 de septiembre y que actualmente se encuentra enclavado en una gran placa de hielo en el polo Norte. No ha sufrido ninguna avería: el rompehielos está varado de forma intencionada para avanzar a la deriva lentamente, una media de siete kilómetros diarios, durante el invierno ártico, en lo que se conoce como la deriva transpolar.

Dall’Osto se embarcará en el buque el próximo mes de julio y permanecerá allí hasta septiembre. “Un rompehielos ruso me llevará desde Tromsø hasta el Polarstern. Tardaremos unas dos semanas”, indica el investigador, que habla habitualmente con los científicos que están a bordo del buque en estos momentos.

Seis personas para evitar ataques

Para él no es su primera vez en el Ártico. Hace dos años tuvo la oportunidad de viajar durante 40 días por el mar de Beaufort (entre Alaska y el noroeste de Canadá) y el mar de Chukotka (entre la punta noreste de Asia y el punto noroeste de América del Norte). Viajó a bordo del barco coreano Araon y atravesó el estrecho de Bering. “Fueron 40 días comiendo comida coreana en el polo Norte. Una pasada”, recuerda Dall’Osto.

Al menos seis personas vigilarán si se acercan osos polares para garantizar la seguridad de cada investigador mientras trabaja | Instituto Alfred Wegener-Mario Hoppmann (CC-BY 4.0)

En esta nueva expedición lo que hará serán mediciones atmosféricas y estudiará el impacto de la vida marina en la formación de nubes. Para ello, junto a su equipo, instalará en el hielo un generador de aerosol que simula la formación de nubes. “El concepto es burbujear hielo disuelto y agua para generar un aerosol y comprobar si se forman nubes”, detalla el científico.

Es precisamente cuando tenga que salir del rompehielos y desplazarse por la banquisa para trabajar con el generador cuando los osos polares podrían atacarle. “Los científicos tenemos que entrenarnos para vivir en condiciones extremas y bajo el peligro diario de los osos polares”, afirma.

Además de nociones para defenderse de los posibles ataques de estos animales –al menos seis personas vigilarán para garantizar la seguridad de cada investigador mientras trabaja–, los científicos tienen que aprender cómo vestirse bien, capa tras capa, con prendas de alta calidad que les facilita la organización, puesto que las temperaturas mínimas llegarán a los 45 ºC bajo cero. Aunque el buque está preparado para resistir esas temperaturas gélidas, los instrumentos científicos podrían no aguantarlas y es un riesgo con el que están trabajando.

Una flota de rompehielos y aeronaves

Junto al equipo español que lidera Dall’Osto, y también perteneciente al Instituto de Ciencias del Mar, hay un segundo equipo con la investigadora Carolina Gabarró al frente. Aunque ella no viajará al Ártico, sí lo hará una persona de su grupo, que estará a bordo del rompehielos desde agosto hasta octubre de 2020, cuando está previsto que finalice la expedición.

Varias aeronaves transportarán instrumentos científicos y darán apoyo a la expedición desde el aire | Instituto Alfred Wegener-Thomas Steuer.

La investigadora recalca que uno de los grandes retos de este macroproyecto ha sido la coordinación, que ha recaído especialmente en el Instituto Alfred Wegener (AWI), al frente del consorcio internacional. “¡Los alemanes de AWI lo han hecho muy bien! Se lleva preparando esto desde hace más de cinco años”, subraya a El Ágora.

En su caso, su equipo estudiará la masa y el grosor del hielo marino mediante mediciones vía satélite y para ello desplegarán un radiómetro de microondas en el hielo. “Se esperan temperaturas de -40 ºC aunque nosotros tenemos que ‘pasear’ el trineo con el radiómetro en diferentes regiones y no se hará en condiciones muy extremas”, puntualiza.

Ella y los demás equipos han podido unirse al proyecto “gracias a la financiación especial de la Agencia Estatal de Investigación”, recalca Gabarró. Por hacernos una idea de la inversión que supone una gesta de este tipo, la organización calcula unos costes operativos diarios de unos 200.000 euros, sin contar los costes de los instrumentos ni de los científicos. Si multiplicamos por los 390 días que se calcula que durará la expedición, el total asciende a 78 millones de euros, más de la mitad del presupuesto total del proyecto (que supera los 140 millones de euros).

La cifra se explica si tenemos en cuenta que, además del Polarstern, en el proyecto también participan otros cuatro rompehielos de Rusia, Suecia y China que le abastecerán con los suministros necesarios durante los 2.500 kilómetros que recorrerá. Además, también apoyarán diferentes aeronaves que aterrizarán en una inusitada pista de aterrizaje sobre el hielo marino.

Instrumentos por tierra, mar y aire

Precisamente en uno de estos aviones viajarán instrumentos españoles, en concreto, del tercero de los equipos que participan de nuestro país y que lidera la física Estel Cardellach, del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña. Sus instrumentos se ubicarán en el hielo y también formarán parte de campañas aerotransportadas, que sobrevolarán la zona de observación de la expedición.

Ártico
Los científicos vivirán 150 noches polares, que es cuando el Sol no llega a asomar por el horizonte en todo el día | Instituto Alfred Wegener-Mario Hoppmann

“Nuestro grupo participa en MOSAiC con instrumentos que se instalarán sobre el hielo marino, en la banquisa donde Polarstern encallará”, relata a El Ágora la investigadora. “Los instrumentos se mandaron al rompehielos y nos coordinamos con el equipo de medidas de hielo marino de MOSAiC para que los diferentes grupos de científicos que pasarán por la campaña operen nuestros equipos”, añade. En ninguno de los dos casos será necesario que miembros del equipo se desplacen al buque, por lo que son participantes remotos.

Lo que harán Cardellach y su equipo será estudiar la interacción entre el hielo y las señales de navegación trasmitidas vía satélite con los instrumentos instalados tanto en el hielo como en un avión. Un trabajo especialmente duro para los científicos que operarán en la banquisa.

“El equipo humano que trabaja sobre la banquisa lo hace en condiciones de frío y a veces de viento considerables. Operan cada día muchas horas, excepto cuando las condiciones son demasiado extremas. Además del frío, trabajan durante meses en la oscuridad del invierno polar y con la amenaza de osos polares”, resalta la física.

Emulando la hazaña del 'Fram'

Durante los 390 días que está previsto que dure la expedición, 150 serán noches polares, es decir cuando el Sol no llega a asomar por el horizonte y las noches polares duran 24 horas.

Aunque Cardellach y su equipo no tendrán que enfrentarse al duro invierno ártico, la tarea que tienen por delante tampoco es sencilla. “Lo más difícil será procesar y analizar todos los datos. Después de un año habremos recogido una gran cantidad. Entender las señales y relacionarlo con otra información dada por los otros sensores será un paso importante en nuestra investigación”, sostiene.

Para seguir con detalle el avance del rompehielos el consorcio ha creado un espacio en su página web que se actualiza a diario con su ubicación. Además de consultar las condiciones meteorológicas que están viviendo en la banquisa ártica, también se puede comparar su recorrido con el que realizó el investigador y explorador noruego Fridtjof Nansen entre 1893 y 1896.

Las imágenes originales y los fragmentos del cuaderno de bitácora recuerdan que la suya fue la primera expedición a la deriva a bordo del barco de madera Fram, que también quedó atrapado en la placa de hielo ártico con la intención de flotar con ella hasta el polo Norte. Aunque, en el siglo XIX el barco se desvió de su destino, las cientos de personas que trabajan en MOSAiC se asegurarán de que esta vez la gesta sí llegue a buen puerto.

 



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