La última fase de la iniciativa CMIP, el experimento de investigación climática más ambicioso de la historia, promete las claves para avanzar en adaptación. Pero la ciencia reclama más datos regionales y locales para afinar aún más los modelos y aplicar medidas certeras



Uno de los argumentos que utilizan los negacioncistas del cambio climático para restar importancia a este fenómeno mundial se basa en la comparación del mundo actual con los hipotéticos escenarios que los científicos barajaban hace casi medio siglo.
En esos supuestos se mostraba un mundo totalmente derrotado ante los impactos del cambio climático, con severos aumentos de temperatura y polos totalmente descongelados. Sin embargo, contra todo pronóstico, aún seguimos vivos en ese mismo planeta y conservando algunas posibilidades de victoria. ¿Esto quiere decir que la ciencia se equivoca o no exista el cambio climático?
La respuesta más corta es un rotundo “no”, y la respuesta larga supone una afirmación acompañada de un “pero” porque, como ha recordado Jaime Ribalaygua, fundador y presidente de la Fundación para la Investigación del Clima (FIC), los modelos pasados estaban llenos de incertidumbres “que los inutilizaban para afrontar una adaptación de forma rigurosa”.
Precisamente ha subrayado que ha sido el desarrollo de las nuevas tecnologías la llave que nos ha permitid reducir esas incertidumbres casi al mínimo hasta convertir todas las simulaciones en escenarios robustos y totalmente posibles.


Un desarrollo que ha desembocado en el nacimiento del sexto Proyecto de Intercomparación de Modelos Acoplados (CMIP, por sus siglas en inglés) del Grupo de Trabajo sobre Modelado Acoplado (WGCM, por sus siglas en inglés) que han analizado en un seminario digital Jaime Ribalaygua y otros grandes expertos, como Ernesto Rodríguez Camino, de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Como han explicado los expertos, más que en la información, en lo que supone una evolución el CIMP6 es en las opciones que ofrecen los escenarios climáticos que contiene.
La información climática, como los incrementos de temperatura, es prácticamente similar, pero no los escenarios. Así, para llegar a un escenario pesimista (8.5) se tienen en cuenta distintos caminos que atienden a respuestas mitigación que podremos o no llevar a cabo más tarde o más pronto.
Como ha explicado Francisco Doblas Reyes, del Barcelona Supercomputing Center (BSC), el CMIP se presenta como una iniciativa internacional que trata de comprender los cambios climáticos pasados, presentes y futuros a través de una serie de experimentos que, en la actualidad, se encuentran en su sexta fase de desarrollo (CMIP6).
Para el experto, esta última fase destaca por su “profunda ambición” al querer ampliar nuestro conocimiento sobre los cambios en el clima más recientes y al mismo tiempo mostrar la sensibilidad del clima con respecto a las acumulaciones de gases de efecto invernadero (GEI) a escala global.
“Si también brilla el CMIP6 es por la comprensión que arroja sobre el sistema climático y su variabilidad. Con respecto al anterior experimento, el CMIP5, da un paso hacia delante en este aspecto al analizar aspectos concretos del sistema climático, como la evolución del ciclo de carbono o la descongelación del hielo posado”, ha aclarado.
“Todo esto convierten al CMIP6 con mucha seguridad en el experimento más ambicioso que se ha llevado dentro de la comunidad climática. Tan solo hace falta remitirse a la enorme cantidad de modelos generados -más de 100- e instituciones que han participado -al menos 49-“, ha añadido.
Regionalizar los datos
Si bien los escenarios expuestos en todos estos experimentos ofrecen una visión global de los impactos de cambio climático y las futuras tendencias, expertos como Javier Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, o Javier Martín-Vide, investigador principal del Grupo de Climatología de la Universidad de Barcelona, han querido matizar que el verdadero desafío se encuentra en extrapolar toda esa información novedosa a nivel regional.
“Para hacer frente al cambio climático necesitamos una planificación que no puede llegar si no disponemos de las herramientas adecuadas que suministren información adaptada y apropiada a las necesidades de los demandantes”, ha comentado Javier Olcina.En el caso de España, José Manuel Gutiérrez, profesor de Investigación del CSIC, tenemos de nuestro lado, y bajo el marco del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, el llamado Escenarios-PNACC, un grupo de trabajo que “surgió como una oportunidad para unificar el trabajo de distintas instituciones en materia de regionalización de datos sobre cambio climático”.
Con la llegada del CMIP6, los Escenarios-PNACC, basados en el anterior experimento y la iniciativa CORDEX, pasan ahora a nuevo estadio evolutivo enfocado en el más en usuario final más que en la generación de datos, quedando como prueba de ello la novedosa herramienta AdapteCCa, que con un golpe de clic pone a disposición una amplia variedad de datos climáticos.
“Es un gran paso con respecto a lo que había antes en materia de regionalización porque en el pasado el usuario final debía ‘buscarse la vida’ para encontrar la información. Ahora, nos encontramos con el principio de una nueva etapa enfocada a ‘facilitar esa vida’ y así motivar la adaptación al cambio climático”, ha destacado José Manuel Gutiérrez.
Como curiosidad, el progreso que ha representado el nacimiento de este visor ha servido como germen para nuevas acciones dentro del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), en concreto a la generación del atlas interactivo que saldrá en su próximo informe (AR6). “Se trata de un capítulo de la ciencia para contribuir al fortalecimiento de la información regional con una clara participación española”, ha enfatizado.
No obstante, ha matizado que no deja de tratarse una herramienta incompleta que debe apoyarse en gran medida en proyectos locales de regionalización para completar vacíos que surgen a la hora enfocarse en áreas específicas, como puede ser una ciudad.
En este sentido, Jorge Olcina ha hecho un llamamiento a la acción para seguir trabajando en este campo y lograr así productos específicos que puedan lograr suplir las incertidumbres quesurgen en unas zonas que en el futuro prometen albergar a más del 80% de la población de nuestro país: «la coordinación y cooperación entre instituciones y otros agentes será vital para lograr nuestra adaptación», ha concluído.
