Un reciente estudio ha desvelado los mecanismos que utilizan algunos mamíferos marinos, como las focas, para permanecer sumergidos hasta 120 minutos a 2.000 metros de profundidad. Para ello, han utilizado un novedoso dispositivo conocido como NIRS



Un equipo de científicos ha desvelado cómo los mamíferos marinos, como las focas, son capaces de administrar la sangre y el oxígeno en su cuerpo para poder sumergirse hasta 120 minutos debajo del agua.
En el estudio, que ha sido publicado en la revista PLOS Biology, los expertos hicieron uso de un dispositivo portátil basado en la espectroscopia de infrarrojo (NIRS) que se puede usar para investigar el volumen sanguíneo y los patrones de oxigenación en mamíferos marinos que bucean libremente.
En esta ocasión, ese dispositivo ha sido adaptado para poder usarse en el cuerpo de las focas. Este va pegado al pelaje de los animales, ya sea en la cabeza para medir la sangre cerebral, o en el hombro para controlar la circulación periférica. Una vez extraídos los datos, se puede retirar fácilmente.
En una inmersión en el agua, los mamíferos han mostrado una serie de respuestas cardiovasculares, como la reducción de la frecuencia cardíaca o la constricción de los vasos sanguíneos periféricos. Sin embargo, la distribución y la oxigenación de la sangre en mamíferos marinos no se había podido estudiar debido a la falta de tecnología no invasiva que se pudiera utilizar en animales mientras buceaban libremente.


Ante esta situación, los autores del estudio han decidido utilizar el novedoso dispositivo NIRS para solucionar este problema tecnológico y así obtener meticulosos datos, y en alta resolución, de hemoglobina oxigenada y desoxigenada en tejidos específicos, que a su vez pudieran ser utilizados para estimar los cambios en el volumen sanguíneo.
Una vez encontrada la tecnología, los científicos se pudieron manos a la obra y observaron que, curiosamente, las focas generalmente contraen sus vasos sanguíneos periféricos, acompañado por un aumento en el volumen de sangre cerebral, aproximadamente 15 segundos antes de la inmersión. Estos ajustes anticipatorios sugieren que la redistribución de la sangre en las focas está bajo cierto grado de control cognitivo y no es solo una respuesta refleja a la inmersión. Las focas también aumentan de forma rutinaria la oxigenación cerebral en un tiempo constante durante cada inmersión, a pesar de la falta de acceso al aire.
Por otro lado, los autores de la investigación han destacado que la capacidad de rastrear el volumen sanguíneo y la oxigenación en diferentes tejidos utilizando NIRS permitirá una comprensión más precisa de la plasticidad fisiológica en animales buceadores en un entorno cada vez más perturbado y explotado.
«Descubrir que las focas, que son animales fascinantes desde el punto de vista fisiológico, al parecer pueden ejercer un control activo sobre sus sistemas circulatorios es realmente emocionante», ha destacado doctor McKnight, uno de los autores del texto.
“Obtener esta perspectiva con tecnología portátil no invasiva del campo biomédico ofrece muchas vías de investigación futuras y emocionantes», ha añadido.
En este sentido, ha señalado que ahora podrán comenzar a estudiar órganos de las focas, como el cerebro, en el océano abierto: “Las focas realizan hazañas excepcionales como bucear a 2.000 metros durante 2 horas, con frecuencias cardíacas tan bajas como 2 latidos por minuto, y sin embargo, de alguna manera evitan los traumas cerebrales», ha concluido.
