A pesar de carecer de agua y oxígeno, un experto espacial se percató de la presencia de hematita, una forma de óxido. En ese momento, se pusieron a investigar el caso hasta descubrir que la Tierra podría estar detrás del misterio



La Luna es un satélite único dentro de nuestro Sistema Solar y que no solo destaca por ser el guardián cósmico de la vida terrestre, sino por ocultar infinidad de misterios que la ciencia aún está intentando resolver.
El último de ellos está relacionado con la presencia en los polos de hematita, una especie de óxido que se genera cuando se expone al oxígeno o al agua. En Marte, por ejemplo, el agua que hubo en el pasado oxidó los metales de su superficie, otorgando ese color característico al planeta. Sin embargo, la Luna careció, y carece, tanto de aire como de agua en grandes cantidades. Entonces ¿cómo es posible que se esté oxidando la Luna?
“Es muy desconcertante. La Luna es un territorio terrible para que se forme este tipo de óxido”, declara Shuai Li, de la Universidad de Hawai y autor de un estudio que ha investigado este caso.
En ese artículo, el científico señala tres modelos que pueden hacer posible el nacimiento de hematita en la Luna. En primer lugar, destaca que nuestro satélite, a pesar de carecer de una atmósfera como la nuestra, también posee oxígeno, aunque en cantidades minúsculas.
La fuente de ese oxígeno es la Tierra que, a través de la estela que deja nuestro campo magnético en el espacio, provoca que el oxígeno situado en la atmósfera superior de nuestro planeta pueda viajar hasta la Luna.


Para Shuai Li, esta teoría podría ser la más cercana con la realidad ya que en sus análisis descubrió que la hematita era mucho más abundante en el lado más cercano a la Tierra que el que permanece oculto a nosotros.
“Es probable que el oxígeno de la Tierra sea el artífice de esa oxidación y que ese proceso sucediese hace miles de millones de años, cuando la Luna estuvo mucho más cerca de la Tierra de lo que está ahora”, explica Shuai Li.
“Gracias a los datos del satélite japonés Kaguya se descubrió que el oxígeno es capaz de viajar por la cola magnética de la Tierra hasta los 385.000 kilómetros, distancia que separa la Luna de la Tierra en la actualidad, por lo que es posible que nuestro planeta siga oxidando al satélite”, añade.
En segundo lugar, el científico hace referencia a los vientos solares. Según detallan desde la NASA, el hidrógeno que se desprende de esos vientos agrega electrones a los materiales con los que interactúa, por lo que realiza una función totalmente contraria a la de oxidación. El campo magnético de la Terra nos protege contra esa radiación. Sin embargo, la Luna carece de ese escudo natural.
En este sentido, Shuai Li cree que la cola magnética que desprende la Tierra puede estar bloqueando hasta el 99% del viento solar durante ciertos periodos de la órbita lunar, ofreciendo un breve espacio de tiempo para que la Luna inicie en su superficie ese proceso de oxidación.
La tercera pieza que completa el rompecabezas es el agua que se encuentra en forma de hielo en los cráteres de su superficie. El problema es que estos depósitos se localizan lejos del alcance de los polos, por lo que Shuai Li cree que las partículas de agua pueden llegar a las zonas objetivo mediante el polvo que se levanta por los impactos de pequeños asteroides.
“Las propias partículas de polvo también pueden levantar y almacenar moléculas de agua, trasnportándolas en la superficie para que se mezclen con el hierro. En los momentos adecuados, es decir, cuando la Luna está protegida del viento solar y hay oxígeno presente, podría producirse una reacción química que induzca la oxidación”, detalla Shuai Li.
Aun así, los científicos de la NASA advierten que aún es pronto para sacar conclusiones acertadas y que, por ahora, es necesario seguir investigando.
Creo que estos resultados indican que están ocurriendo procesos químicos más complejos en nuestro Sistema Solar de lo que se había reconocido anteriormente. Ahora, casi 50 años desde el último aterrizaje del Apolo, la Luna vuelve a ser un destino importante y foco de investigación”, concluye Shuai Li.
