Los españoles confían más en la ciencia que el resto de europeos

Los españoles confían más en la ciencia que el resto de europeos

Los españoles son mayoritariamente optimistas en todo lo relativo a investigación científica y tecnólogica, según apunta un reciente estudio. Estas actitudes conviven con un apoyo general a la protección y conservación del medio ambiente, aunque con paradojas


España es un país «tecnooptimista». No solo porque exista un amplio consenso en el papel de la ciencia en la mejora de la salud y la reducción de supersticiones y temores del pasado, sino porque creen que ni la religión ni la ética deberían poner límites a los avances científicos. Estas son las conclusiones de un estudio presentado este viernes por la Fundación BBVA, en el que se analizan los valores y actitudes de la sociedad de cinco grandes países europeos (Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España) hacia la ciencia, la tecnología y la naturaleza. Los españoles se sitúan por encima de la media de los otro cuatro estados en el grado de interés que expresan hacia este tipo de temas y las expectativas favorables hacia las diferentes aplicaciones prácticas de los avances científicos dominan claramente la opinión de la población.

«En España, existe la creencia de que la ciencia y la tecnología van asociadas a un ritmo mayor de avance social, comprimido en pocas décadas. Podemos hablar de una cultura cientifista», ha explicado Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA durante la presentación del estudio. Y es que los españoles son los que abrazan una visión más favorable con respecto a la ciencia de los cinco países analizados, con muy poca variación por edad, nivel de estudios, ideología o género. También son los únicos en estar de acuerdo, junto a italianos y alemanes, en que la ciencia puede dar respuesta a todos los problemas y rechazan mayoritariamente la idea de que «estaríamos mejor sin tanta ciencia y tecnología», una visión que solo apoyan en Italia.

España es el único de los cinco países analizados que considera mayoritariamente que la ética no debería poner en principio límites a los avances científicos

Sin embargo, se produce una paradoja. Al mismo tiempo que se apoya sin ambajes el progreso científico, también hay consenso en España en torno a ciertos posibles impactos negativos de la tecnología, sobre todo en el aumento del desempleo y la peligrosidad de la guerra. Aunque hay mayor división en las percepciones, también supera el umbral de acuerdo las ideas de que, debido a los avances de la ciencia, «el mundo actual está lleno de riesgos para la persona» y que «todo es más complejo e incomprensible». En cualquier caso, estas reservas no suponen que los ciudadanos crean que vivirían mejor sin tanta tecnología, una percpeción que se rechaza en los cuatro de los cinco países, siendo Italia la excepción.

En cuanto a las nuevas tecnologías, en todos los países hay una predominancia de las expectativas favorables hacia las posibles aplicaciones de futuro que ofrecen. Destaca sobre todo el apoyo que reciben la energía solar (del 88% en España y del 86% en la media del resto de países) y las nuevas tecnologías de la información, como internet, los ordenadores o la telefonía móvil. Solo hay una excepción: la energía nuclear, en torno a la cual la mayoría relativa (el 45% en España y el 48% de media en los otros cuatro casos) cree que empeorará la vida de la ciudadanía. En cualquier caso, los españoles se diferencian del resto de países por tener expectativas promedio mucho más favorables hacia todas las aplicaciones científicas, incluyendo avances polémicos como la ingeniería genética, la inteligencia artificial o la robótica.

En este sentido, España es el único de los cinco países analizados que considera mayoritariamente que la ética no debería poner límites a los avances científicos. Una valoración general que se ve matizada cuando se consideran ciertos avances científicos que afectan de manera central a ideas con fuerte carga moral, como la manipulación genética de animales o la clonación de humanos, donde si se observan actitudes de cautela o rechazo.

Percepción ambivalente de la naturaleza

Casi toda la ciudadanía está de acuerdo en que es necesario valorar la biodiversidad como parte fundamental de la riqueza del propio país

El estudio también analiza las perspectivas de la población respecto a la naturaleza. Y llama la atención como conviven en España dos visiones contrapuestas: por una lado, una percepción más estética y por otro, una utilitaria. Existe un consenso claro respecto a una percepción de la naturaleza como inspiradora de tranquilidad, como algo bello y en un equilibrio delicado, vulnerable a la actividad humana. Pero a esto se añaden una serie de percepciones materialistas o utilitaristas, que aunque generan división, tienen un apoyo ligeramente mayoritario entre españoles: por ejemplo, que las plantas y los animales existen para ser usados por los seres humanos o que la explotación de la naturaleza es inevitable si la humanidad quiere progresar. Una tendencia materialista que se acentúa con la edad, disminuye con el nivel de estudios y es más común entre el segmento de derechas y entre quienes expresan un mayor nivel de religiosidad.

En cualquier caso, en todos los países esas dos visiones convergen a la hora de lograr un consenso sobre la necesidad de proteger la naturaleza. En todos los países predomina la visión de que se debe proteger la naturaleza debido al respecto y consideración que merecen todas las formas de vida, especialmente en Alemania y Francia. Pero también existe un porcentaje significativo en todos los países que cree que la protección debe hacerse por los beneficios prácticos que presta a los seres humanos, posición que es mayor en España y menor en Alemania.

Y hay otros dos consensos muy amplios y transversales a todos los países: casi toda la ciudadanía está de acuerdo en que es necesario valorar la biodiversidad como parte fundamental de la riqueza del propio país y tampoco hay fisuras en considerar el cambio climático como un problema muy grave. De hecho, el 80% de la población en España y más del 60% en el resto de países califica de muy grave este fenómeno.

Pero, de nuevo, España destaca por su optimismo. Es el único país en el que una mayoría relativa cree que todavía resulta posible revertir el cambio climático y confía en las posibilidades de la ciencia y la tecnología para avanzar en ese sentido. En el resto (sobre todo en Francia y Alemania), el calentamiento global es visto como un proceso irreversible, aunque la opción predominante es que todavía resulta posible paliar algunos de sus efectos más adversos.



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