España es un país con una enorme ventaja geoestratégica que le ha permitido gozar de una amplia variedad de ecosistemas, desde paradisíacas costas, pasando por frondosos bosques, hasta humedales y desiertos que podemos visitar a solo unas horas de nuestro hogar.
Si embargo, y siguiendo nuestra reciente tradición al sol y playa, los españoles, al igual que el resto de los europeos, llevamos años decantándonos por el litoral como el destino predilecto para disfrutar de nuestras vacaciones, pasando por alto los otros grandes tesoros de nuestro país.
De acuerdo con el IGME, España cuenta con un inventario que supera las 10.000 cuevas
Aquí, no obstante, estamos hablando de otro tipo de paisaje forjado durante miles de años entre una oscuridad y humedad soterrada sin igual que ha dado lugar a ecosistemas propios compuestos por imponentes formaciones geológicas únicas y por seres que nunca han visto la luz del sol.
Dada la riqueza natural que muchas de ellas poseen o, simplemente, por la incapacidad de su acceso, un gran número de ellas están catalogados por el Gobierno como cuevas no explotadas por el turismo, y su uso queda restringido a labores estrictamente científicas. Aunque también existen otras muchas que podemos visitar con total seguridad y que nos harán repensar aún más si cabe sobre la belleza de nuestro país.
Por este motivo, desde El Ágora os mostramos 10 cuevas españolas que no deberías perderte si te encuentras de visita en el país o, simplemente, vives en él. La excursión permitirá, además, poder admirar el tremendo trabajo escultórico que el agua realiza sobre la roca con la ayuda del tiempo.
Cuevas de Nerja (Málaga)
La cueva de Nerja comenzó a formarse hace unos cinco millones de años por la filtración de agua en el macizo rocoso que se sitúa en su exterior, hasta formar un conjunto de galerías que superan los cinco kilómetros de longitud.


Actualmente, la visita consta de 4.823 metros de recorrido, de acuerdo con la Diputación de Málaga, que afirma que, a medida que nos adentremos en su interior, nos podremos encontrar con salas llenas de espeleotemas variopintos, donde destaca una de las columnas más grandes del mundo, con 32 metros de altura, situada en la sala del Cataclismo.
Otra de las salas que dan vida a estas cuevas es la Sala de la Montaña que, ubicada casi al final del recorrido, se presenta como la de mayor volumen de todas, con 300.000 metros cúbicos. “Su nombre lo recibe de un gigantesco caos de bloques que ocupa el centro de la sala”, informa la Diputación de Málaga.
Sin embargo, esta cueva no destaca solo por poseer un rico patrimonio geológico, sino que algunas de las galerías sirvieron como lugar de estancia y enterramiento para los humanos que habitaban la península hace 25.000 años y que fueron dejando sus restos en forma de huesos, útiles y pinturas en las paredes a lo largo de miles de años.
Cuevas de las Maravillas (Huelva)
Bajo el núcleo urbano de Aracena, al norte de la provincia de Huelva, el agua comenzó a disolver las calizas y mármoles del Cámbrico (más de 500 millones de años de antigüedad) que componían el macizo hespérico hasta dar como resultado un conjunto de galerías de cerca de 2.230 metros de longitud.
Cuenta la leyenda que su descubridor fue un pastor que buscaba un cerdo perdido en las inmediaciones, a mediados del siglo XIX, que quedó profundamente asombrado por los numerosos espeleotemas blanquecinos presentes en la entrada.


Su pronto descubrimiento y acondicionamiento en 1914 la convirtieron en la primera cueva turística, según detalla la Asociación de Cuevas Turísticas Españolas (ACTE), que, tras diversos trabajos, fue abriendo al público los varios niveles de los que se compone.
“La cueva destaca por sus numerosos espeleotemas, algunos muy singulares, como los aragonitos y excéntricas azules y conos de calcita flotante”, señalan desde la ACTE.
Sin embargo, si por algo se hizo recientemente famosa es por la Sala de los Desnudos, en la que el preciso trabajo del agua talló en la piedra estalactitas y estalagmitas con la curiosa forma del miembro viril masculino.
Cuevas del Águila (Ávila)
En uno de los extremos de la Sierra de Gredos, unos jóvenes descubrieron las cuevas del Águila el 24 de diciembre de 1963 cuando observaron que de una grieta emanaba vapor debido a la diferencia de temperatura entre el interior de la gruta, de 17 grados, y el gélido exterior.


Con la ayuda de cuerdas y linternas los chicos se aventuraron a entrar por lo que parecía una gatera de apenas 60 centímetros de diámetro. Descendieron durante un rato y recorrieron unos 50 o 60 metros gateando hasta llegar a la gran bóveda principal. Después, estuvieron perdidos en el interior de las cuevas durante casi cinco horas, hasta que lograron encontrar de nuevo el agujero por donde habían entrado.
Ese fue la primera visita actual a las cuevas del Águila, según su página oficial, que explica que desde julio del año siguiente no cesaron de llegar visitantes a descubrir todos sus secretos.
Entre ellos destaca la variedad colores y texturas de sus galerías, algo realmente inusual en el resto de las cuevas presentes del país. Según relatan, se cree que esto se debe a la compleja evolución, resultado de reiteradas fases de creación y destrucción de las formaciones que aporta una gran diversidad del paisaje subterráneo.
Cuevas de Ojo Guareña (Burgos)
El Complejo kárstico de Ojo Guareña, situado al norte de la provincia de Burgos, se presenta como una de las redes de excavación del agua sobre rocas calizas más grandes de nuestro país, con casi una longitud de 110 kilómetros que se extienden a lo largo de seis niveles de profundidad llenos de galerías.


Las cuevas del complejo no solo destacan por mostrar las distintas fases de su evolución, sino también por poseer una “interesantísima diversidad faunística, principalmente entre los invertebrados acuáticos”, según la ACTE.
“Ojo Guareña alberga 190 especies de invertebrados (115 terrestres y 75 acuáticos), 16 de los cuales son únicos en el mundo. También hay restos humanos de pobladores prehistóricos del paleolítico, pospaleolítico y de la Edad de Bronce (armas, cerámica, huesos, e incluso huellas de pies humanos descalzos) así como sus obras de arte en la Sala de las Pinturas o Cueva de Kaite”, añaden desde la ACTE.
Por este motivo, el complejo de cuevas está incluido dentro de la Red de Espacios Naturales Protegidos de la Junta de Castilla y León y es considerado Lugar de Interés Comunitario (LIC), dentro de Red Natura 2000 desde el año 2.000.
Geoda de Pulpí (Almería)
En el interior de la Mina Rica, en la pedanía de Pilar de Jaravía en la Sierra de Aguilón (Almería), se esconde un paraje con una dilatada historia minera que algunos expertos creen que comenzó desde la edad prehistórica.


Además de las numeras galerías antropogénicas repletas de minerales preciosos, que ocupan un área de unos tres kilómetros cuadrados, la Mina Rica se hizo famosa por albergar la segunda geoda más grande del mundo, con un tamaño de ocho metros de largo y dos de altura, formada por enormes cristales de yeso.
“La Mina Rica destaca por albergar un espectacular patrimonio geominero, en el que sobresale la Geoda de Pulpí. El origen de esta impresionante geoda puede explicarse con la formación inicial del hueco de la geoda que se produjo por karstificación de las dolomías, acompañada de inyecciones hidrotermales volcánicas”, indican desde la ACTE.
Jameos del Agua (Lanzarote)
Al norte de la isla canaria de Lanzarote, al pie del volcán de la Corona, los ríos de lava que circularon por el interior y el exterior de la isla, unidos a la perseverancia del agua, formaron a lo largo de los años uno de los sistemas de cuevas más fascinantes de nuestro país.


Si la naturaleza no fuese poco, el famoso escultor lanzaroteño César Manrique decidió ofrecer su toque personal a este paraje, añadiendo colores vivos y vegetación a un paraje que pasó a convertirse en uno de los iconos de la isla.
Además de por su increíble biodiversidad, como el célebre cangrejo ciego, endémico del lugar, y variedad de escenarios geológicos, los Jameos destacan por su enorme tubo volcánico de seis kilómetros de longitud que traspasa la isla desde el volcán hasta llegar a la costa, y, por supuesto, del lago interior formado por la filtración del agua en una de las cavidades.
Cueva del Tesoro (Málaga)
Las historias y leyendas alrededor de esta cueva se remontan al Paleolítico, aunque la más famosa de ellas es aquella que dice que, en el municipio de Rincón de la Victoria donde se encuentran, el emir Tasufín ibn Alí escondió en el siglo XII un cuantioso tesoro en el interior de alguna de sus grutas. Desde entonces, ha quedado oculto a los ojos de la humanidad aguardando a que lo encuentren.
De hecho, es por este motivo por el que las cuevas de la zona reciben este particular nombre, aunque también lo podría ser porque se tratan de una de las tres únicas cuevas de origen marino que existen en el mundo, y la única con estas características en el continente europeo.


Prueba de ellos son las formas de las paredes, esculpidas por el incesante vaivén del oleaje, que, una vez que se elevó lo suficiente sobre el nivel del mar, pasó el testigo al agua dulce de la superficie que fue construyendo los espeleotemas propios de las cuevas terrestres.
“Mucho antes de conocer que se trataba de una cueva de origen marino, los habitantes de la zona atribuían a su entorno fenómenos mágicos, extraños, ‘paranormales’, con la existencia de numerosas apariciones”, resalta la Diputación de Málaga.
Por si fuese poco, el investigador Manuel Laza Palacio dotó a esta cueva de unos 500 metros de galerías de un segundo valor añadido: gracias a su trabajo se pudieron descubrir otros grandes tesoros, entre ellos un santuario romano, uno griego y otro fenicio, así como seis monedas de oro almorávides de la época de Tasufín ibn Alí.
Debido a su enorme valor, las pinturas rupestres no están abiertas al público, aunque hay habilitado un pequeño museo donde podremos ver otros tipos de restos arqueológicos.
Cuevas del Agua (Asturias)
A orillas del río Sella se encuentra en Asturias un municipio que da nombre a una particular cueva: las Cuevas del Agua (o también llamada La Cuevona).


Uno de los principales atractivos de esta cueva reside en que sus aproximadamente 300 metros de longitud se pueden visitar desde el coche, ya que dentro de ella transcurre la carretera que da acceso al pueblo. No obstante, para descubrir todas sus formaciones, lo mejor es aparcar el vehículo en alguna de las zonas habilitadas y hacer el recorrido a pie.
Esta cueva destaca, sobre todo, por sus numerosas formaciones calcáreas, algunas con nombre propio, como Las barbas de Santiago, La lengua del diablo, o Las estalactitas de bandera.
Cuevas del Drach (Mallorca)
En la costa oriental de Mallorca, en el municipio de Porto Cristo, se esconden uno de los mayores atractivos de la Isla: Las Cuevas de Drach, un complejo subterráneo compuesto por galerías que abarcan 1.200 metros de longitud.


Estas cuevas ya eran conocidas en la Edad Media, pero no fue hasta principios del siglo pasado cuando se acondicionó para usos turísticos.
Además de los muchos espeleotemas que se nos podemos encontrar, el principal atractivo de la cueva es el lago interior que posee y que, incluso, es navegable en barca. De hecho, el lago es utilizado como escenario para realizar una serie de conciertos que se pueden disfrutar en cada visita.
Cuevas de Altamira (Cantabria)
Por supuesto, dentro de este decálogo no podrían faltar una de las cuevas más famosas de nuestro país, las de Altamira, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.
Lejos del atractivo geológico, esta cueva destaca por albergar las primeras pinturas rupestres del periodo Paleolítico Superior identificadas en el mundo, hecho por el cual se ha ganado el calificativo de “la Capilla Sixtina del arte rupestre”.


“Pertenecen al solutrense, pinturas en rojo monocromas que representan caballos, una cabra, manos en negativo, y otras sin identificar. Se atribuye al magdaleniense, hace 14.500 años aproximadamente, el resto de las pinturas del Techo de los Polícromos: una manada de bisontes, una cierva, caballos, un posible jabalí y otros signos sin clara identificación por el momento. En la galería más alejada y estrecha, se encuentran los caballos, ciervos, bisontes y figuras abstractas “tectiformes” de la Cola de Caballo”, explican desde su sitio oficial.
Debido al valor incalculable de estas pinturas y al deterioro que está sufriendo por la presencia humana, la entrada a la cueva no está permitida, aunque sí que lo está a su copia exacta, la Neocueva de Altamira y al museo colindante donde se pueden conocer todos los secretos alrededor de este gran tesoro nacional.