La explosión económica y ambiental de las algas como recurso

La explosión de las algas como recurso económico y ambiental

La explosión de las algas como recurso económico y ambiental

Con un impacto ambiental positivo y usos que van desde la alimentación hasta bioplásticos, el interés en ellas no para de crecer y su producción se ha triplicado en dos décadas


Nicholas Dale | Especial para El Ágora
Madrid | 15 agosto, 2022


Desde hace siglos forman parte de las dietas o de la medicina tradicional en Asia. Desde hace décadas las algas y los extractos de algas se pueden encontrar en una gran variedad de productos alimenticios, farmacéuticos, cosméticos y fertilizantes, entre otros.

Entre el 2000 y el 2018, la producción de algas global se triplicó desde 10,6 millones de toneladas hasta 32,4 millones toneladas, prácticamente todo cultivado en aguas asiáticas. En los próximos años se espera que esta tendencia de crecimiento continúe, pero ahora en los mares europeos. El interés en ellas en el continente no para de crecer gracias a su sostenibilidad -su capacidad de absorber C02 de la atmósfera sin competir por tierra y otras recursos- y también por las diversas aplicaciones que mes a mes parecen más cerca de ser realizables: desde la producción de bioplásticos, nuevos productos farmacéuticos y cosméticos, pasando por la fabricación de nuevos textiles.

Instalación artesanal de secado de algas Laminaria en el extremo ruso de Asia. | FOTO: Tishchenko Dmitrii

Entre el 2000 y el 2018 se triplicó la producción global de algas hastas los 32,4 millones de toneladas, casi todas cultivadas en Asia

Más de uno las ha llamado plantas milagro. “Pero esos no son términos apropiados”, advierte Juan Luis Gómez Pinchetti, director científico y responsable de la Unidad de Biotecnología y Cultivo del Banco Español de Algas, ubicado en Las Palmas de Gran Canaria. “Estamos hablando de macroalgas, que son las que se le vienen a la mente a la gente, pero también de microalgas, que son organismos microscópicos. Ninguno de estos, aunque es verdad que tienen clorofila y realizan la fotosíntesis, tienen raíces, tallos y hojas, no tienen estructura de planta. Y lo de milagro… hay varias características que hacen a las algas importantes. Pueden ser sumideros de carbono en el mar y pueden tener muchísimas aplicaciones diferentes, pero llamarlas un milagro me parece irresponsable”.

Aun así, tales menciones han actuado como un eslogan. Phyconomy es una página web que comenzó a monitorear el sector de las algas globalmente en 2020 y ha visto cómo la publicidad positiva que han recibido las algas recientemente han tenido un impacto directo en el mercado.

Por un lado, los consumidores, cada vez más conscientes de su salud y de la ecología, están buscando productos de algas como nunca. Por otro lado, las inversiones también han crecido. Puntualmente, 36% en 2021, hasta llegar a los 167 millones de euros anuales. En los últimos dos años también han aparecido más empresas en el sector; solamente enfocadas en bioplásticos Phyconomy ha contabilizado 35 hasta ahora. El área de conservación y desarrollo tampoco se ha quedado fuera, y ha puesto la mira sobre las algas. Los proyectos de restauración de bosques de algas han sido los principales receptores de fondos hasta el momento, pero el impulso del cultivo en países en desarrollo está despegando a su vez, pues avanza varios ODS al mismo tiempo.

Algas laminarias gigantes en su ambiente natural FOTO Ethan Daniels
Algas laminarias gigantes en su ambiente natural FOTO Ethan Daniels

El desarrollo de usos y aplicaciones

El sector está revolucionado, pero la explosión absoluta dependerá del continuo desarrollo, satisfactorio y económico, de nuevas aplicaciones. Estas se pueden dividir, ampliamente, en dos, explica Gómez Pinchetti. “Las aplicaciones ecosistémicas, es decir, en términos de mitigación de cambio climático o procesos de biofiltración de aguas residuales. Y luego, toda la parte de consumo, que incluye el consumo humano y el consumo animal, que tiene mucho interés para reducir el impacto ambiental de la ganadería, pero también una nueva serie de desarrollos que todavía están en proceso”.

En el plano ambiental, el tema más explorado es la capacidad de las algas de sustraer y almacenar carbono. Se estima que las algas laminarias, que crecen en “bosques” submarinos hasta medio metro diario, hasta llegar a medir 80 metros de largo, pueden capturar 120 kilogramos de C02 por cada tonelada. Sin embargo, el aumento de la temperatura de los océanos las ha afectado gravemente. En ese sentido, los proyectos existentes en este momento se enfocan en restaurar los bosques de laminarias mermados, pero más adelante se concibe el “cultivo” de bosques enteros en el mar como sumideros “artificiales”. Este es, además, uno de los beneficios colaterales de la producción de macroalgas más generalmente.

Asimismo, las algas pueden filtrar aguas residuales del exceso de nutrientes inorgánicos y producir oxígeno. Esto puede mejorar la calidad del agua localmente y darle un empujón a la biodiversidad.

Ahora, por el otro lado, las algas ya se utilizan en una gran variedad de industrias. En primer lugar, el consumo humano directo: todos hemos comido sushi, pero ahora también hay sopas, arroz, pasta, paté, aperitivos, galletas y suplementos. Luego están las aplicaciones industriales de los derivados de macroalgas como los ficocoloides, el agar, los carenatos y los alginatos, que son componentes de una inmensa gama de productos que usamos a diario. Todos estos usos, relativamente simples y comprobados, están en aumento por el simple hecho de que hay más biomasa disponible con el crecimiento de la producción global.

«En términos absolutos la industria de las algas en Europa todavía está en una etapa temprana respecto a Asia»

Pero la oferta también está motivando la búsqueda de nuevos usos que irán saliendo paulatinamente. Desde el lado de la cosmética, biomedicina o farmacéutica -hay estudios que buscaron metabolitos de origen marino que inhibieran el desarrollo del covid, por ejemplo- hasta la posibilidad de explotarlas como un biocombustible -esto lleva más tiempo cocinándose a fuego lento, pero no ha despegado- o de utilizarlo para producir nuevas fibras textiles, más sostenibles y amigables con el medio ambiente.

No obstante, la aplicación que más entusiasmo genera, como demuestran los datos de Phyconomy, es la posibilidad de obtener plásticos a partir de biomasa de alga, para que sean biodegradables y no contaminen. Por ahora son prototipos, pero cada día se avanza más. “Es una cuestión de tiempo, asociado a lo que son los costes de producción. Cuando estamos trabajando en este tipo de cosas, no solamente estamos trabajando en lo que es la aplicación, que todavía se puede mejorar, sino también en cómo disminuir los costes de producción”, señala el científico del Banco Español de Algas.

Línea de producción de ensaladas de algas eun un fárica. | FOTO Nordroden
Línea de producción de ensaladas de algas eun un fárica. | FOTO Nordroden

Los obstáculos que aún quedan

A pesar de que en términos absolutos la industria de las algas en Europa todavía está en una etapa temprana, el optimismo es la sensación predominante en el sector. El beneficio doble de la producción de algas -sostenibilidad y variedad de aplicaciones- las hace particularmente atractivas para los inversores. Sin embargo, ahora mismo es difícil saber cuál de estos nuevos usos será el más extensivo, pues todo dependerá de cuál genera los mayores beneficios para las empresas.

Para ello, el primer obstáculo que la industria debe sortear es encontrar la forma de cultivar a gran escala en Europa. Esto trae consigo varios retos: idear una manera de hacer el trabajo menos dependiente de mano de obra barata, como funciona en Asia, en el tema de macroalgas, y un sistema más eficiente para el cultivo de microalgas; además de que se genere una legislación y regulación europea acorde a las realidades de un sector que irrumpe por primera vez, pues ahora mismo no está reflejado acordemente en las mismas.

Para la UE hay dos fechas clave para lograr estos objetivos: el 2030 y el 2050. “De aquí al 2030 quieren tener una oferta y un desarrollo importante. Sobre todo demostrando que esta línea de trabajo es capaz de generar beneficios frente al cambio climático. Para el 2050 quiere tener una industria madura y consolidada”, explica Gómez Pinchetti, que trabaja a diario en proyectos europeos.

En Phyconomy, la lectura es muy similar. Predicen que en apenas unos años habrá una explosión en el cultivo de algas a nivel global, con Europa y Estados Unidos a la cabeza, y que aunque los gobiernos aportarán a ello con subsidios y subvenciones, deberán actualizar las regulaciones, que actúan como un freno para el desarrollo de la industria.



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