La lava inspira un material que aplaca el fuego sin agua

La lava inspira un material que aplaca el fuego sin agua

Gracias a las propiedades de la lava, un grupo de expertos ha logrado desarrollar un compuesto que al ser sometido a temperaturas de más de 1.000 grados es capaz de derretirse para formar una capa de protección que evita la propagación de las llamas


La humanidad dispone de diversas herramientas y estrategias para hacer frente a los incendios. Algunas recurren incluso al fuego para frenar las llamas y otras hacen uso de productos sintéticos para sofocar el peligro, sin embargo, el agua sigue siendo el mejor aliado para acabar esta amenaza.

El problema es que el agua dulce que se utiliza es un recurso muy escaso, y más teniendo en cuenta que la mayoría de estos incendios ocurren en épocas en las que las reservas están bajo mínimos. Para hacernos una idea del gasto, la extinción de un incendio originado en una habitación pequeña puede llegar a necesitar entre 10.000 litros y 20.000 litros de agua.

Por ese motivo, la prevención está ganando cada vez un mayor peso en las estrategias no solo para evitar estos eventos, sino para evitar una posible propagación. Y en este sentido, investigadores de Australia y China han desarrollado un nuevo retardante inspirado en la lava que, al ser expuesto a un calor extremo, forma una capa de cerámica similar a la lava endurecida que sofoca las llamas antes de que se propaguen.

«Este es un muy buen trabajo», comenta en Science David Schiraldi, químico de la Universidad Case Western Reserve, que ha desarrollado otros retardantes de llama. Según explica, la lava fundida está hecha de metal y vidrios que contienen oxígeno que no solo son tolerantes al calor, sino que también fluyen cuando se calientan.

Cuando se exponen a un calor intenso, forman una capa no inflamable llamada «char» que evita que las llamas alcancen el material que se encuentra debajo y resiste la conducción del calor, algo que ha intentado imitar con su experimento.

Para hacer la versión antropogénica de este mecanismo, el grupo de investigadores utilizaron tres componentes. Primero, crearon una mezcla de varios polvos de óxidos metálicos, incluidos óxidos de aluminio, silicio, calcio y sodio que comienza a derretirse a aproximadamente 350 grados Celsius.

La capa de retardante (blanca) mientras fue sometida a las llamas lanzadas desde un soplete | Foto: PINGAN SONG

Después, los expertos agregaron pequeñas escamas de nitruro de boro, que fluyen fácilmente y ayudan a llenar los espacios entre los óxidos metálicos a medida que se forma el vidrio. Finalmente, agregaron un polímero retardante del fuego actúa como un aglutinante para pegar el resto de la mezcla a cualquier recubrimiento.

La mezcla estaba lista, pero habría que ponerla a prueba. Para esto, recubrieron varias superficies con el compuesto para después someterlas a una temperatura de más de 1.000 grados Celsius. A esa temperatura el recubrimiento se derritió, pero formando una capa que protegió al material.

“Cuando se calentó con la antorcha, el revestimiento arrojó gases no inflamables, como el dióxido de carbono. Al hacerlo, se volvió más denso y formó una capa de carbón uniforme y no combustible, que bloqueó la propagación de las llamas a los materiales que se encontraban debajo”, explican desde Science.

Dado el rendimiento del nuevo recubrimiento, la falta de toxicidad y la facilidad de aplicación, los autores señalan que podrá ser utilizado una estrategia de protección contra incendios «universal» que, además, podrá impulsarse ayudado al bajo coste de producción.


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