Un grupo de científicos ha encontrado evidencias de que el Cryptopygus antarcticus, un pequeño invertebrado de la Antártida, ha ingerido microplásticos. Los científicos alertan de un peligro extensivo ya que estos animales son la base de la cadena alimentaria del continente



Después de la crisis climática, la contaminación plástica es el otro de los grandes problemas ambientales del planeta. La gran durabilidad de estos materiales ha provocado que puedan no solo llegar, sino permanecer durante años en todos los lugares del planeta, como la Antártida. Allí, las primeras observaciones de plásticos se realizaron en 1980.
Dadas las características del continente helado, estudiar los posibles impactos de los plásticos y de los microplásticos se vuelve crucial para poder encaminar nuestras estrategias contra ellos. Normalmente, los estudios de la región se han centrado en las consecuencias más visibles, como la ingestión o el enredo en animales grandes. Sin embargo, se desconocía si estos materiales habían llegado a penetrar en la base de la cadena alimentaria como ha pasado en otros lugares del mundo.Por ello, un equipo de científicos de la Universidad de Siena, el University College Dublin y el Elettra-Sincrotrone Trieste se lanzaron en la búsqueda de alguna prueba que diese respuesta a todas sus preguntas.
En concreto, se focalizaron en el análisis de una pieza de espuma de poliestireno (PS) de 30 centímetros encontrada en la península Fildes, en la Isla Rey Jorge. Aquella muestra fue perfecta ya que estaba cubierta por microalgas, musgos y, sobre todo, por colémbolos, que son unos animales hexápodos diminutos de la orden de artrópodos, muy cercanos a los insectos.
Los colémbolos escogidos, los Cryptopygus antarcticus, fueron sometidos a un tratamiento de digestión enzimática seguida de otro con peróxido de hidrógeno. De este modo se eliminó gran parte del material orgánico en su interior para desvelar si habían ingerido parte de la espuma. Efectivamente, sus sospechas se hicieron realidad: habían consumido el plástico.
“Este estudio presenta la primera evidencia clara de la ingestión de material plástico por un colémbolo antártico común, yendo más allá de los hallazgos previos y las limitaciones analíticas sobre este grupo de insectos y, en general, los invertebrados que viven en el suelo”, aclaran los autores en el estudio publicado en la revista The Royal Society.
Según explican, es posible que, mientras los colémbolos pastaban el musgo del plástico, por error también introdujesen en su organismo el plástico donde habían crecido.


“En comparación con otros sustratos antropogénicos, la espuma de poliestireno tiene una estructura altamente porosa caracterizada por células hidrófobas separadas por pequeños canales llenos de aire, con el potencial de absorber una gran cantidad de agua. Esto puede mejorar la formación de biopelículas en la superficie del PS, creando así las condiciones para el pastoreo y la ingestión”, explican en la investigación.
Que estos “insectos” hayan logrado ingerir partículas de plástico es realmente un problema ya que su alta presencia en la zona más cálida de la Antártida los convierte en el alimento base de muchos de los animales que viven allí. “Los colémbolos pueden llegar a envenenarse por el plástico y morir, pero antes de que llegue ese momento, pueden ser ingeridos por otros animales, favoreciendo la propagación del plástico”, argumentan.
“El hecho de que uno de los colémbolos más abundantes en suelos antárticos remotos esté ingiriendo microplásticos implica que estos materiales antropogénicos han entrado profundamente en la red alimentaria del suelo”, señalan.
“No obstante, aún se necesita seguir investigando para poder analizar el verdadero impacto de este suceso en el continente y, sobre todo, para diseñar estrategias que viten la llegada delos microplásticos a la Antártida”, concluyen.
