El programa de Rehabilitación Energética de Edificios (PREE) busca empezar a atajar el grave problema del parque inmobiliario español con subvenciones a cambios en la envolvente térmica, sustitución de calderas o mejoras en la eficiencia de iluminación. Se espera crear cerca de 50.000 puestos de trabajo en un sector de la construcción no exclusivamente centrado en obra nueva



Los hogares consumen el 30% de la energía total de España, una cifra que se explica en gran medida por la antigüedad del parque de viviendas y el mal aislamiento térmico de muchas casas. De hecho, según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE), las viviendas anteriores a 1980 son auténticas “depredadoras de energía”, por lo que cada año se hace más necesario rehabilitarlas. El Gobierno ha empezado a actuar en este sentido este martes, con un Real Decreto que regula el Programa de Rehabilitación Energética de Edificios (PREE), que destinará 300 millones de euros para ayudas directas a actuaciones de mejora de la eficiencia energética en edificios construidos antes de 2007.
El PREE, que contempla un mayor porcentaje de ayuda para las familias vulnerables, busca alinearse con las políticas de reactivación económica frente a la COVID-19 de la Unión Europea (UE), centradas en la transición energética y la digitalización. En este sentido, el objetivo, aparte de mejorar la eficiencia de las casas, es el de incentivar la generación de empleo y actividad económica en el sector de la construcción, así como los vinculados a la puesta en marcha de instalaciones eléctricas y térmicas.
Además, este programa de ayudas contribuye a la consecución del Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, que planifica una senda de descarbonización para que, a final de esta década, el 74% del sistema eléctrico sea de origen renovable. Con esta“ola de rehabilitación” se generarán, según estimaciones del PNIEC, unos 48.000 empleos anuales netos entre 2021 y 2030, impulsando el sector con un ramo de actividad que no esté centrado en la obra nueva y depredación del suelo.
Aunque el PREE será coordinado por el IDAE, dependiente de Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO), serán las comunidades autónomas las que deberán realizar y publicar sus respectivas convocatorias de ayudas. Los 300 millones con los que cuenta el plan, provenientes del Fondo Nacional de Eficiencia Energética, se distribuirán entre las regiones según el criterio objetivo de número de primeras viviendas recogidas en el censo de población del Instituto Nacional de Estadística (INE), por lo que las comunidades más pobladas recibirán las mayores cantidades.
En cualquier caso, este presupuesto podrá ser ampliado tanto con nuevas asignaciones del Fondo de Eficiencia Energética como de otros instrumentos de financiación que adjudiquen partidas al IDAE. Además, el PREE podrá ser cofinanciado con aportaciones del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) y, en su caso, con las que pudieran establecerse en otros instrumentos y programas de la Unión Europea destinados a la recuperación económica frente a la crisis sanitaria del COVID-19.
Cubiertas, producción y monitorización
Las actuaciones subvencionables por PREE corresponden a tres tipologías. En primer lugar, está la mejora de la envolvente térmica del edificio, que viene a ser la piel que lo protege de la temperatura, el aire y la humedad exteriores, lo que permite optimizar el ahorro de energía. Ya sean cubiertas, suelos o fachadas, el tipo de material y las capas que tenga una vivienda para aislarse del frío o el calor. Son indispensables para que ésta sea eficiente energéticamente.
Por otro lado, con el plan se pretende mejorar también la eficiencia energética de las instalaciones térmicas, como son la calefacción, la climatización o la producción de agua caliente. Donde sea el posible, el IDAE insiste en que sería necesario sustituir la energía convencional por energía solar térmica, energía geotérmica o biomasa. También hace hincapié en la importancia de instalar en los edificios sistemas de monitorización que permitan una mejor gestión y la reducción del consumo energético del edificio.
Por último, el plan permite también hacer mejoras de las instalaciones de iluminación, sustituyendo por ejemplo bombillas tradicionales por luces de menor consumo como las LED.


Según MITECO, la rehabilitación podrá realizarse sobre casi cualquier tipo de edificio que lo necesite, ya sea de viviendas familiares o con un uso diferente, como pueden ser hospitales, edificios administrativos, escuelas o bibliotecas. Sin embargo, no serán actuaciones subvencionables las realizadas en edificios de nueva construcción, las que supongan una ampliación que incremente superficie o volumen construido, y las que conlleven un cambio de uso de edificio.
Además, en todos los casos, los solicitantes deberán acreditar que la rehabilitación para la que solicitan subvención mejorará la calificación energética total del edificio en, al menos, una letra medida en la escala de emisiones de dióxido de carbono (kg CO2 /m2 año), con respecto a la calificación energética inicial del edificio. En total, la cuantía de las ayudas será del 35% del coste de la actuación, salvo en el caso de las mejoras de eficiencia energética en instalaciones de iluminación, en los que la ayuda será del 15%.
Sin embargo, estos porcentajes podrán incrementarse si se realizan actuaciones integradas, es decir, que acometan al menos dos de las tres tipologías que permite el ministerio: en este caso, la ayuda podría llegar a suponer el 55% del coste de la obra. También subirán las ayudas si se combina una mejora en una de las tres posibilidades del plan con una instalación solar fotovoltaica o de otra tecnología renovable de generación eléctrica, con o sin acumulación, destinada al autoconsumo del edificio.
Dar un paso adelante
La pregunta que queda en el aire es si la cuantía de este plan será suficiente. El Grupo de Trabajo sobre Rehabilitación (GTR), un equipo de investigación impulsado por Green Building Council España y Fundación Conama y compuesto por especialistas en arquitectura, energía y urbanismo, asegura que se debería multiplicar por 10 la cifra de edificios rehabilitados al año en España si queremos ponernos al día con las exigencias climáticas y económicas.
“El envejecido parque de viviendas español tiene millones de edificios residenciales construidos con estándares de aislamiento desfasados y que elevan la factura energética de quienes los habitan”, afirma uno de sus trabajos recientes. Y es que, actualmente, el número de edificios construidos antes de 1980 en los que se ha intervenido en España representa apenas un 0,62% del total del parque inmobiliario. Unas cifras muy pobres que necesitan de impulso público para poder crecer.


El problema viene de lejos. España no instauró unas normas básicas de eficiencia energética para edificios hasta 1980, razón por la que los edificios previos a esa fecha constituyen el agujero negro de la eficiencia energética en el parque de viviendas del país. Por desgracia, ese parque inmobiliario envejecido es una consecuencia directa del que fue el momento de la gran urbanización de nuestro país, en el desarrollismo de los años 60 y 70, lo que ayuda a explicar que gran parte de nuestros edificios estén hechos con estándares del siglo pasad y criterios de energía abundante y barata.
En España falta instaurar, en primer lugar, una conciencia social sobre hasta qué punto el diseño de una vivienda puede ser una carga para el bolsillo del usuario. Y además se requiere implantar una política de Estado que aborde un frente absolutamente necesario para combatir el cambio climático, mejorar la economía de los ciudadanos, modular la balanza exterior del país y ganar en soberanía energética y seguridad, explican los especialistas en este campo. Esos 300 millones puede suponer la primera piedra de esta rehabilitación de edificios tan necesaria en España.
