Un estudio de la Universidad de Cartagena afirma que las partículas PM2,5 aumentan hasta un 60% en el aire con el paso de las sopladoras. Estas partículas están detrás de la muerte de más de 400.000 personas solo en Europa. Entonces, ¿hay que replantearse la limpieza viaria? El proyecto Life Airuse da ciertas claves: sólo usar camiones con catarata que purifica el aire, baldear las calles y dejar las sopladoras de mochila que sólo dispersan los contaminantes



“Esta calle ya tiene mucho aire de por sí y encima pasan con las sopladoras… se nos mete de todo en los locales por debajo de las rendijas de las puertas: polen, restos de hojas, trozos de las bolas esas que se les caen a los árboles”, dice Juana María Bernal al teléfono desde su herbolario Eco-Bio. Su establecimiento es uno de los muchos que presiden la calle Jiménez de la Espada en Cartagena (Murcia). Esta calle se ha convertido en el centro de una investigación de la Universidad Politécnica de Cartagena cuyos resultados se han publicado en la revista Air Quality, Atmosphere & Health. El estudio afirma que los sopladores de limpieza viaria multiplican un 60 y un 70% las partículas PM2,5 y PM10 en suspensión, además de arrastrar restos fecales.
Para realizar el trabajo se realizaron mediciones durante 104 días. “Se recogieron picos de presencia de estas partículas coincidiendo con el paso de operarios de limpieza con sopladores. Por su tamaño, estas pueden penetrar por las vías respiratorias más allá de la laringe, en el caso de las gruesas (PM10), y llegar hasta los bronquiolos, en el caso de las finas (PM2,5). Además, el aumento de las concentraciones de estos gases se empiezan a apreciar incluso un minuto antes de que pasen estas barredoras y hasta dos minutos después de que hayan pasado. El polvo se mueve a más de 200 km/h y con él arrastra compuestos cancerígenos, partículas fecales de animal y granos de polen, alerta el estudio.


Según puede verse en el documento publicado, para las mediciones se utilizó un aparato Dylos enchufado a la red eléctrica y con batería. “La campaña de muestreo se dividió en dos períodos: 63 días (del 14 de abril al 16 de junio de 2016) y 41 días (del 26 de octubre al 5 de diciembre de 2016). Como el Dylos no se considera un dispositivo resistente a la intemperie, se colocó en el interior de una cerca de garaje cubierta para protegerlo”. Por último y para detectar la presencia de los sopladores se instaló una cámara y se pidió ayuda a los propietarios de la panadería de enfrente. Estos apuntaban la hora y el día cada vez que pasaba el operario.
Anotaciones a mano
La publicación parte de un trabajo de fin de máster de Raquel Revuelta, estudiante de Ingeniería Ambiental y de Procesos Sostenibles, y ha sido dirigida por el investigador José María Moreno. Y es precisamente que la investigación partiera de un trabajo de fin de máster lo que ha levantado sospechas entre los escépticos. “No queremos echar balones fuera antes de analizar con detalle el estudio, pero la primera aproximación al documento nos ha sorprendido. Primero porque se trata de un trabajo de fin de máster de 2016. También porque las mediciones se han hecho con un aparato situado a la puerta de un garaje. Y tampoco sabemos la rigurosidad de las anotaciones hechas desde un comercio”, dicen fuentes del sector de limpieza viaria de la zona. Y es que como recuerda esta misma persona: “las máquinas que se usan están homologadas y son las mismas que se usan en cualquier ciudad europea. Un detalle que la investigación ya considera: “el tipo de soplador que se estudió fue el de tipo mochila de motor de gasolina., el más utilizado en todo el mundo”.
“Aquí van siempre dos: un operario con la sopladora de mochila, que empuja lo que haya hasta la orilla de la carretera. Ahí el otro compañero que conduce el camión de limpieza recoge los restos de las calles”, dice Pablo Brotons, otro propietario de un comercio de esa calle. El hombre dice que la zona tiene siempre bastante tráfico, sobre todo en las horas de entrada y salida de los colegios.
Entonces, ¿es recomendable usar estas máquinas? ¿Es lícito que los vecinos de los municipios se preocupen o es exagerado? ¿Se debería limpiar la calle de otra forma? La preocupación sobre el aire que se respira en las ciudades parece bastante lícita si se tienen en cuenta ciertos datos. La Agencia Europea de Medio Ambiente afirma que la exposición a PM2,5 provocó la muerte prematura de unas 422.000 personas en 41 países europeos en 2015. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud sostiene que la exposición a partículas (PM2.5) causa enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer
¿Dejar de limpiar?
Parte de estas preguntas las responde el libro “Guía de Medidas para mejorar la calidad del aire urbano”. Un documento que se elaboró al final del proyecto Life Airuse en 2017.
El capítulo 4 se centra en las medidas para reducir las emisiones por resuspensión de partículas del tráfico rodado. Y es que “los gases de los coches no son los únicos contaminantes. Durante el proyecto trabajamos en varias ciudades como Barcelona o Milán y verificamos que cada vez es menor el volumen de partículas PM2,5 que provienen de los gases de combustión, porque los coches cuentan con filtros. Sin embargo, la aportación de las partículas liberadas por las frenadas cada vez es mayor. Si la contribución de los vehículos a las partículas PM2,5 es de entre el 30-40% del total en las ciudades, un tercio se debe a estos restos”, dice Xavier Querol, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAE) del CSIC y autor del informe.
Reducir los coches
La guía considera los tres tipos generales de barredoras en Europa y afirma que la tecnología ha cambiado relativamente poco en las últimas décadas con la excepción del uso de filtros de bolsa para controlar las emisiones fugitivas de PM10. Tras los resultados, Querol es claro: “Aplicar medidas como aspirar, si las máquinas dentro no cuentan con un sistema de lavado en forma de catarata continua, a veces resuspende más de lo que aspira”. Por eso lo primero que propone es reducir el número de coches, porque los eléctricos también liberan durante las frenadas, y bajar la velocidad de circulación: “De los 50 a los 30 km/h se reduce el 20% la resuspensión de estas partículas. Para limpiar hay que combinar la aspiración con el baldeo. Este último se tiene que hacer al menos 5 horas antes de que pasen coches. Y en cuanto a la aspiración, los únicos camiones que son efectivos son los que tienen catarata dentro y purifican el aire”. Y concluye que los de mochila pueden ser muy efectivos con las hojas, pero “nada, para las PM2,5. Con las manuales lo que haces es extenderlas más”.
Un último apunte sacado del estudio de Cartagena: “Estas herramientas entraron en uso para superar numerosos obstáculos de la calle, como bolardos o automóviles. En algunos países, este problema ha sido abordado estableciendo horarios durante los cuales los automóviles son retirados para limpiar”.
