Rediseñar las ciudades pensando en la infancia - EL ÁGORA DIARIO

Rediseñar las ciudades pensando en la infancia

Unicef ha presentado un informe en el que plantea medidas para rediseñar y planificar las ciudades centrándose en la infancia, con el objetivo de los niños que crezcan seguros y sanos en un entorno que ya concentra el 55% de la población mundial


Una de las muchas caras de esta crisis sanitaria es su carácter urbano. La densidad de población, la concentración de la actividad económica y del turismo, la interconexión de redes de transporte o la exposición de la población a altos niveles de contaminación son factores de riesgo que ayudan a la expansión urbana del coronavirus. El principal problema, es que dentro de las ciudades, la fuerte desigualdad existente marca profundamente cuánto puede afectar la enfermedad a un núcleo familiar: no es lo mismo sufrir el COVID-19 con un trabajo asegurado y un seguro médico privado que combatir el virus en un empleo precario y con varias personas a tu cargo. Incluso la incidencia del confinamiento obligatorio es distinta según el nivel de renta y la situación laboral.

Para Unicef, «esta crisis puede y debería ser el punto de inflexión para un cambio de paradigma en la forma que diseñamos nuestras ciudades», priorizando la planificación urbana integral centrada en las personas, para lograr ciudades más verdes, seguras, saludables, inclusivas y preparadas ante el cambio climático y posibles pandemias futuras. Pero, sobre todo, este obligado proceso de rediseñar las ciudades para hacerlas más habitables y menos desiguales «tendrá éxito si se hace partiendo de una perspectiva de derechos de infancia».

Esa es la principal conclusión de Propuestas para una planificación urbana sostenible y responsable con la infancia, un informe que ha presentado Unicef España esta semana. Para los expertos en urbanismo inclusivo con la infancia que lo han elaborado, el crecimiento actual de las ciudades no conlleva la aparición de entornos urbanos diseñados para los niños y adolescentes, un problema que hay que solucionar desde la planificación.

El objetivo final debe ser «fomentar unas ciudades limpias, seguras, socialmente inclusivas, sostenibles y que garanticen un estándar de vida digno» de la infancia. Para Unicef, es importante tener en cuenta que planificar y diseñar con las poblaciones más vulnerables en el centro significa construir una ciudad mejor para todos los grupos de población. Si los menores de edad se sienten seguros y pueden disfrutar de las ciudades, la urbe es en realidad más humana y habitable para todos.

Por supuesto, la Agenda 2030, con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), debe ser la hoja de ruta con la que los países y ciudades del mundo den una respuesta a los urbanos. También es importante tener en cuenta la Nueva Agenda Urbana, un marco estratégico que incentiva a las ciudades a cumplir con su función social, asegurar una equidad de género y desarrollo urbano inclusiva e incrementar su resiliencia mediante la adopción de medidas encaminadas a la reducción y gestión de posibles desastres naturales.

Cuatro enfoques

El informe de Unicef hace hincapié es que es necesario tener en cuenta cuatro enfoques simultáneos a la hora de planificar una ciudad con los niños en el centro. El primero, por supuesto, es el de infancia, que cuenta con unos derechos inalienables que están recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por España en 1990. Pero también es importante incorporar un enfoque de sostenibilidad y otro de equidad urbana en cualquier iniciativa del ayuntamiento, para poder paliar esas desigualdades sociales que se han hecho más patentes con la crisis del coronavirus.

Por último, es necesario que el derecho a la salud de los niños sea también un enfoque principal. Según Unicef, los entornos urbanos, como escenario del crecimiento de una parte importante de la infancia, deben integrar la prevención y la seguridad en todas sus iniciativas y proyectos. Para los niños y niñas, que se encuentran en un momento crucial de sus vidas mientras desarrollan sus facultades físicas, mentales, emocionales y cognitivas, «es indispensable poder crecer en un hábitat urbano saludable».

Infografía elaborada por el equipo de Salvador Rueda que presenta el paso de una configuración tradicional a una supermanzana.

El informe apunta que cualquier niño o niña va creciendo dentro de las sucesivas escalas espaciales: la casa, la calle, el barrio y la ciudad. Esas escalas reflejan precisamente el modelo socio-ecológico que usan los expertos en desarrollo infantil para definir estrategias que garanticen los derechos de la infancia. Sin embargo, es difícil encontrar lugares ejemplares de escala humana y carácter vecinal en muchos de los entornos urbanos que conocemos.

Por eso «es importante diseñar las ciudades centrándose en la escala del barrio, concibiendo la ciudad como un rico mosaico de barrios llenos de identidad y donde sus ciudadanos tengan acceso a todos los servicios de uso diario». Es decir, el barrio es el referente espacial idóneo donde para que los niños puedan desarrollar su autonomía y disfrutar de su infancia, siendo éste el equivalente a la vida de pueblo.

El informe hace también hincapié en la necesidad de fomentar la participación ciudadana en estos proyectos, lo que genera sinergias a escala local, refuerza el sentimiento de pertenencia a su entorno y construye ciudadanía. «Cuando hablamos de participación infantil y adolescente en la planificación urbana nos referimos planificar con ellos y no solo para ellos», apunta Unicef, que cree que debe existir una voluntad de escuchar y tomar en cuenta las opiniones de los niños.

Cambiar la movilidad

Facilitar una movilidad activa, que sea segura y donde los niños y niñas sean protagonistas, también requiere un cambio estructural en el diseño urbano. Durante las fases de confinamiento ha sido evidente el creciente protagonismo de peatones y bicicletas, como medio de transporte seguro, cómodo y eficiente en ciudades para distancias de menos de cinco kilómetros. De hecho, el Ministerio de Transición Ecológica ha pedido a las autoridades locales que faciliten prioritariamente el reparto del espacio público en favor de quienes caminan y van en bicicleta.

La cercanía de los servicios urbanos, la posibilidad de desplazarse a pie o en bicicleta y el acceso al transporte público son pilares básicos para garantizar un modelo urbano sostenible y adecuado para los niños. Su libertad de movimiento y autonomía dependen directamente de sus opciones para desplazarse con estos modos, por lo que, para que su desplazamiento sea seguro hay rediseñar el mapa urbano.

Para ello, no solo hace falta garantizar el desarrollo de una red de calles con especial atención a la reducción del tráfico rodado y la velocidad del mismo, sino que hay que mejorar la seguridad en los cruces o la iluminación. Cuando se diseña respetando las necesidades de los niños se acaba teniendo también cuenta las particularidades de las personas con discapacidad, las mujeres embarazadas, los ancianos o los portadores de cochecitos, por lo que los entornos urbanos se vuelven accesibles y seguros para todos los miembros de la comunidad.

Una calle de Grenoble, ciudad con una apuesta decidida por la sostenibilidad, donde se ha reverdecido la vía del tranvía. | Foto: Aliaksei Kruhlenia

Sin embargo, Unicef advierte de que, en este sentido, «hay mucho trabajo por hacer dado que estas cuestiones en muchas ocasiones no han sido la prioridad de las políticas de movilidad de las ciudades, que han favorecido el uso del vehículo privado». Es cierto que las calles y carreteras urbanas están dominadas por el coche: el mayor porcentaje de espacio viario de las ciudades españolas está reservado a la movilidad y el transporte en automóvil (coches, autobuses, taxis), mientras que las áreas con prioridad para el peatón son bastante limitadas.

Además, las aceras, tanto por su diseño, como por los obstáculos que presentan (terrazas, motos y bicicletas aparcadas, mobiliaria urbano) restan eficiencia a la movilidad a pie. «En consecuencia, se ha empobrecido la calidad de los entornos urbanos y se ha limitado mucho la posibilidad de desplazarse caminando», asegura el informe de Unicef, lo que repercute especialmente en las posibilidades de movimeinto de los niños.



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