Dos de cada cinco personas en el mundo vive a menos de 100 kilómetros de la costa, y el 90% de las megaciudades son vulnerables al aumento del nivel del mar. De ahí la voluntad de los pioneros por ganarle territorio a los océanos, a través de estructuras sostenibles para barrios y ciudades flotantes. Este es el caso de Oceanix Busan, en Corea del Sur, el primer prototipo de ciudad flotante del mundo que se adapta al aumento del nivel del mar, según lo que explicaron la agencia ONU-Habitat y sus socios de Oceanix, en una presentación, desarrollada unas semanas atrás en Nueva York.
Esa muy probable escasez de suelo a la que se enfrentarán los ciudadanos de un futuro próximo, asediados por el derretimiento de los casquetes polares y el cambio de volúmenes en los cursos de agua, podría resolverse a través de la extensión de islas conectadas que permitirían contener los precios de la vivienda en zonas costeras. Además, como ya lo creen los diseñadores actuales, habrá que encarar la adaptación al calentamiento global, mitigando sus efectos, como las inundaciones más frecuentes y el posible crecimiento de las poblaciones de refugiados climáticos.
«La antigua Busan es una ciudad de 3,4 millones de habitante y se conectará con los nuevos barrios flotantes a través de puentes sobre una laguna con emplazamientos de entretenimiento»
Sin alarmismos, se trata de pensar en el porvenir con nuevas ideas urbanísticas y tecnológicas asequibles, llevando a cabo proyectos prácticos, a escala, para probar sus funcionalidades e ir haciendo ajustes. Así lo cree el alcalde de la ciudad metropolitana de Busan, Park Heong-joon, quien, en la presentación, aseguró que se toma “muy en serio” el compromiso con el ideal de ser “los primeros en el futuro”. En su agenda municipal, figura, además, “convertir a Busan en una ciudad inteligente y verde y lanzar una candidatura para la Expo Mundial 2030”.




Un prototipo a escala humana
El caso es que Oceanix –una empresa de tecnología azul con sede en Nueva York– puso a sus ingenieros, arquitectos, expertos en sostenibilidad y diseñadores manos a la obra, cuando supo que era posible instalar un prototipo a prueba de inundaciones a funcionar a escala.
BIG-Bjarke Ingels Group y SAMOO (Samsung Group) fueron algunas de las firmas que fundaron la nueva ciudad llamada Oceanix Busan. En realidad, son nuevos barrios marítimos modulares que posibilitarán una conexión entre la ciudad vieja y la costa nueva. La antigua Busan es una ciudad de 3,4 millones de habitantes –la segunda más grande de la República de Corea– y alberga el complejo industrial más grande del sudeste del país asiático.


Invernaderos que se contraen o expanden
Los barrios interconectados alcanzan algo más de seis hectáreas, que alojarán, en principio, a una comunidad de 12.000 personas. Cada núcleo de vecinos está diseñado para cumplir un propósito específico: convivencia, investigación y alojamiento. Las plataformas flotantes se conectan a tierra con puentes de enlace que rodean la laguna azul de emplazamientos flotantes para recreación, arte y espectáculos. Y los edificios de poca altura en cada plataforma tienen terrazas, y están equipadas con paneles fotovoltaicos e invernaderos que pueden expandirse y contraerse.
«Dos de cada cinco personas en el mundo vive a menos de 100 kilómetros de la costa»
Quizá lo más transformador sea que este vecindario tendrá formas orgánicas, e irá cambiando, expandiéndose y amoldándose a las nuevas necesidades. A propósito, en El Ágora, diario del Agua, tuvimos la oportunidad de plantear algunas preguntas a Itai Madamombe, cofundador de Oceanix.
P.- Decían, en la presentación, que esta solución para las localidades costeras más vulnerables en primera línea del cambio climático posibilitará la creación de nuevos barrios marítimos modulares como prototipos de comunidades sostenibles. ¿A qué otras ciudades podría aplicarse esta tecnología?
R.– Las ciudades costeras que son vulnerables al aumento del nivel del mar y las amenazas climáticas se beneficiarán de nuestra infraestructura a prueba de inundaciones. También lo harán las ciudades costeras que enfrentan escasez de tierras y buscan formas sostenibles de expandirse hacia el océano sin reclamaciones.
P.- En este caso, ¿ya hay habitantes fijos? ¿y coches?
R.-Todavía estamos desarrollando Oceanix Busan y esperamos completar la construcción para 2027. No habrá coches tradicionales en estos barrios, ni en ninguna de nuestras ciudades. La gente caminará, andará en bicicleta o usará ferries y vehículos eléctricos compartidos.
“Las ciudades flotantes también son reconfigurables: se puede desconectar y mover los vecindarios a diferentes posiciones para adaptarse a las necesidades cambiantes de la ciudad”
P.- ¿Qué otras ventajas -en términos de sostenibilidad- podría tener una ciudad flotante para las personas (además de ‘salvar’ ciertos barrios costeros que pueden padecer las consecuencias más dramáticas del calentamiento de la atmósfera)?
R.- . Las ciudades flotantes están diseñadas para ser neutras en carbono desde el principio. Allí, los sistemas circulares y la economía colaborativa constituyen una prioridad. Las ciudades flotantes también son reconfigurables: es posible desconectar y mover los vecindarios a diferentes posiciones para adaptarse a las necesidades cambiantes de la ciudad. También se pueden variar las escalas según sea necesario.
P.- ¿Cómo impactan estas construcciones en la fauna y flora marinas, o cómo se previene ese impacto?
R.– Regeneraremos los ecosistemas marinos, dejándolos mejor de lo que los encontramos, a través de tecnologías de depuración como biorock, que puede contribuir a hacer crecer nuevamente los arrecifes de coral, por ejemplo. También emplearemos la agricultura oceánica en 3D.
P.- ¿Es possible que vuestros ingenieros se hayan inspirado en los antiguos palafitos?
R.– En este caso, estamos flotando en el agua, por lo tanto, nuestros barrios son bastante diferentes a las casas sobre pilotes
