Los retos del medio ambiente en Colombia, una joya de la biodiversidad
El Día Mundial del Medio Ambiente de 2020 tiene como anfitrión a Colombia, uno de los países con más biodiversidad del mundo. En este artículo, el meteorólogo colombiano Christian Euscátegui explica algunos de los desafíos ambientales que aborda el estado sudamericano, como el acceso al agua de calidad, la deforestación, la minería ilegal y la mejora de la calidad del aire en las ciudad
Christian Euscátegui Christian Euscátegui es meteorólogo en Colombia, consultor y especialista Tiempo-Clima y en Sistemas de Alerta Temprana
Un paisaje de colinas boscosas alternadas con cultivos de café cerca de Manizales, Colombia. | Foto: Crjss kraft
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Para hablar de medio ambiente en cualquier escenario deberíamos necesariamente detallar tres aspectos: agua, aire y suelo. Sin lugar a dudas, los tres de manera conjunta son condicionantes de la vida en todo su contexto.
La posición geográfica del territorio colombiano, en la intersección del mar Caribe y el océano Pacífico, sumado a esa particularidad latitudinal dada por la presencia de la Zona de Convergencia Intertropical, son los principales factores que determinan la variación espacial y el ciclo anual de la precipitación, y por ende, las temporadas de más y menos lluvias, así como el comportamiento de otros elementos del clima.
Un paisaje de colinas boscosas alternadas con cultivos de café cerca de Manizales, Colombia. | Foto: Jess kraft
La topografía es un factor que determina condiciones más lluviosas y de altos contenidos de humedad en las vertientes de mayor exposición; así mismo, ejerce una marcada influencia en las circulaciones locales que determinan en ocasiones cambios intempestivos del tiempo. Otro condicionante de nuestro clima, de mucha importancia por demás, es el ingreso continuo de humedad proveniente desde la Amazonía brasilera, el cual regula en cierta forma las lluvias del centro y sur del país.
“La variedad de climas en Colombia hace que haya zonas casi desérticas del país con 300 mm de lluvia al año y otras con 15.000 mm, casi las más lluviosas del mundo”
Cabe mencionar el contexto regional de la Amazonía, la cual cubre porciones de Brasil, Bolivia, Colombia, Guyana, Guyana Francesa, Surinam, Perú, Ecuador y Venezuela, siendo la selva tropical más grande de la Tierra con cerca de 7, 2 millones de kilómetros cuadrados. No obstante, dicho ecosistema estratégico, considerado el pulmón del planeta, ha venido siendo amenazado por la deforestación y los continuos incendios forestales como resultado de acciones del hombre en la búsqueda de un incremento en la frontera agrícola y pecuaria.
En Colombia, el último documento sobre tasa de deforestación para el último trimestre de 2019 realizado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), indica que el 85% de pérdida de bosque se concentró en la Amazonía colombiana, lo que mantiene prendidas las alarmas, más allá de que cualquier dígito porcentual de reducción pueda parecer como una victoria parcial.
Páramo de Guacheneque, a 3.200 metros de altura, cubierto de vegetación típica de altura. El lugar está ubicado en la región de Cundinamarca y en él nace el río Bogotá. | Foto: AFR-Studio
La problemática referida traspasa fronteras, poniendo en riesgo la regulación del balance hídrico para el país y consecuentemente, la estabilidad del equilibrio ecológico. En esa misma vía, es muy importante señalar que la deforestación contribuye a que los procesos erosivos se incrementen, siendo un factor determinante para que sea cada vez más recurrente la aparición de fenómenos extremos en zonas de alta pendiente. Por lo anteriormente referido, nunca sobrará señalar con vehemencia que se requiere de manera urgente la preservación de los bosques y ecosistemas amazónicos, con estrategias efectivas, ojalá desde una perspectiva transnacional.
Diversidad de climas
Ahora bien, Colombia cuenta con una diversidad climática que va desde zonas muy secas hasta otras muy lluviosas, las cuales se conjugan con los pisos altitudinales, dando como resultado una variedad de climas que condicionan las diferentes actividades socioeconómicas de nuestros territorios, así como aspectos ambientales y la ocurrencia de fenómenos amenazantes de origen hidrometeorológico.
A nivel mundial, ha quedado demostrado que uno de los principales efectos del cambio climático es la mayor frecuencia de lluvias fuertes de corta duración. Dicha tendencia ha sido advertida también en Colombia por el IDEAM, pero no debemos dejar de lado, que la mano del hombre está exacerbando una situación que es cada vez más apremiante, especialmente en esas zonas donde hay un alto grado de susceptibilidad a deslizamientos de tierra y avenidas torrenciales.
El árbol nacional de Colombia es la palma de cera del Quindío, como las que crecen en en el valle de Cocora, en la imagen. | Foto: Molly Trerotola
Todo el proceso referido, el cual tiene como punto de partida la deforestación, va en contravía de la preservación del medio ambiente y pone en riesgo nuestra alta biodiversidad, recordando que Colombia es reconocido como uno de los países más ricos y megadiversos en cuanto a las especies vegetales y animales, no solo a nivel de América, sino a su vez en el contexto mundial. La pérdida y degradación de dicha biodiversidad, además del daño ecosistémico, debe verse como un eslabón en la cadena de la problemática social, pues es muy clara su repercusión negativa en la población, especialmente los sectores más pobres y vulnerables.
“Colombia es reconocido como uno de los países más ricos y megadiversos en cuanto a las especies vegetales y animales”
Espectacular vista aérea de Johnny Cay en la isla de San Andrés, Colombia.
En el contexto climatológico, existen zonas en el departamento de La Guajira en donde los históricos señalan que en promedio durante el año suele precipitar entre 250 y 300 milímetros, lo que contrasta con lo que sucede en amplios sectores de la región Pacífica en donde los acumulados al año pueden superar durante un año los 10.000 milímetros. Mención especial a una zona del litoral Pacífico del Cauca en donde los promedios señalan valores próximos a los 15.000 milímetros en un año, lo que la convierte en una de las zonas más lluviosas del mundo.
Debido a dichas condiciones, es común que en una misma época del año podamos registrar al mismo tiempo la ocurrencia de una sequía estacional con consecuentes limitaciones en las actividades productivas en algunas zonas, mientras que en otras nos veamos abocados a inundaciones, crecientes y deslizamientos con daños y pérdidas incalculables.
Asociado a lo anterior, el IDEAM ha puesto de manifiesto esa distribución poco homogénea del recurso hídrico. De esta forma, se estima que una buena parte de ese total de precipitación se concentra en las zonas en donde la densidad poblacional es baja; por el contrario, cerca del 30% de la precipitación se presenta en los departamentos andinos y del Caribe que agrupan cerca del 85% de la población del país, lo que sin duda repercute en una mayor competencia del recurso.
De acuerdo con el Censo Nacional de Población y Vivienda realizado en el 2018 por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), hay más de seis millones de colombianos que no cuentan con acceso a agua potable, mientras que cerca de 11 millones no tienen servicio de alcantarillado, lo que deja en evidencia una necesidad básica que debería ser considerada como un derecho de cada colombiano.
“Hay más de seis millones de colombianos que no cuentan con acceso a agua potable y 11 millones que no tienen servicio de alcantarillado”
En el Chocó solo el 28,54% de las viviendas cuentan el servicio de acueducto, mientras que en su capital (Quibdó), esa cifra llega al 25,21%, lo que resulta paradójico al ser considerado el departamento más lluvioso del territorio colombiano.
Acceso al agua de calidad
Un aspecto no menos importante y que genera suspicacia frente a la estadística referida como “acceso a agua potable”, tiene que ver con la calidad del agua. Una búsqueda reciente del Índice de Riesgo de la Calidad del Agua para Consumo Humano (IRCA) indica valores que sobrepasan los límites permitidos por la norma en diferentes zonas del país, lo que incrementa el riesgo de ocurrencia de enfermedades infecciosas. En ese sentido, fuentes al interior del proceso señalan que se han identificado agentes patógenos, especialmente relacionados con metales pesados, siendo en muchos casos el origen de enfermedades de extrema gravedad como el cáncer.
Todo indica que se está dejando de lado o se le resta importancia al seguimiento de dicho indicador, sin que se tomen las medidas correctivas del caso, siendo una situación que es repetitiva y que deja en evidencia la falta de gestión territorial frente al manejo del recurso.
Minería ilegal
Tangencialmente a todo lo referido, aparece un aspecto de suma relevancia en cuanto a la problemática del agua, relacionado con la minería ilegal, la cual como su nombre indica no actúa bajo un marco normativo y lógicamente opera sin licencias y sin ninguna restricción. Siendo varios los objetivos de esta práctica ilícita nos concentramos en uno, la explotación aurífera.
De acuerdo con un informe de 2019, realizado por el Ministerio de Minas y Energía, la Embajada de Estados Unidos en Colombia y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) se evidenció que el 57% de la explotación del oro de aluvión con maquinaria en tierra se realiza por fuera de cualquier marco normativo y legal, siendo Antioquia y Chocó con un 40% y 38% respectivamente. Otros departamentos con algunos focos de minería ilegal se presentan en el sur de Bolívar y en el occidente de Valle, Cauca y Nariño aunque en menor proporción señala el estudio.
Entre 2014 y 2016 el incremento en área fue del 6%, el cual subió un poco más para el periodo 2016-2018 ubicándose en un 10%. Se pasó de cerca de 79.000 hectáreas en el 2014 a alrededor de 92.000 en el 2018. Sin embargo, más allá de eso, son miles de retroexcavadoras las que en pocos meses convierten una zona o cuerpo de agua en un desierto, contaminado entre otros por metales pesados como el mercurio, al igual que los suelos adyacentes. Los efectos de dicho contaminante se han traducido en una proliferación de cáncer, dejando de esta forma no solo destrucción del hábitat y del ecosistema, sino a su vez la muerte de muchos de los habitantes de estas regiones.
En muchos casos ante la mirada permisiva y censurable por parte de las autoridades ambientales, se presuponen intereses económicos marcados, que sobrepasan los de la población, que de forma artesanal explotaba el oro como una costumbre ancestral para su supervivencia.
Calidad del aire
Ahora en términos de calidad de aire, las ciudades de mayor desarrollo industrial, en su orden Bogotá y Medellín, han venido registrando de manera continua restricciones en la búsqueda de un aire más limpio. Aunque diversos estudios han demostrado que la contaminación ambiental afecta la salud especialmente de los niños, poniendo en riesgo su sistema pulmonar en desarrollo, no alcanzan a ser suficientes las medidas gubernamentales en las dos ciudades más grandes del país. Esta problemática se acentúa cuando hay limitaciones que nos permitan adentrarnos a detallar lo que sucede en otras ciudades en donde las mediciones de la variable no son óptimas.
Peces tropicales en los arrecifes del Caribe de Colombia. | Foto: Damsea
En el ciudadano del común, hay cada vez más inquietudes e interrogantes frente al aire que respiramos. Aunque se han implementado algunas herramientas de difusión sobre niveles de alerta por calidad del aire para las dos ciudades mencionadas, se requieren más campañas y medios educativos que tengan como objetivo que todo nivel de usuario logre dimensionar la problemática en un momento dado.
En conclusión, podemos afirmar que en Colombia somos muy buenos para proyectar leyes, pero no para darle cumplimiento y/o exigir su cumplimiento. Aún en medio de la pandemia actual, debe revisarse todo tipo de acciones en procura de un saneamiento gradual de nuestros recursos y de su preservación, pues está visto que su incidencia en la salud, en la seguridad alimenticia y en la exacerbación de los riesgos, entre otros, va en contravía del desarrollo de nuestros pueblos. ¡Se requieren soluciones bajo un enfoque integral!
Christian Euscátegui es meteorólogo en Colombia, consultor y especialista Tiempo-Clima y en Sistemas de Alerta Temprana