La vigesimoquinta Conferencia de las Partes ha concluido, pero sus ecos todavía resuenan en los pensamientos de muchas personas. Para ellas, esta cumbre por el clima debía haber servido como la antesala de un gran acuerdo que salvase el planeta. Sin embargo, al final ni siquiera se pudo llegar a un pacto que solidificase lo expuesto en artículo 6 del Acuerdo de París.
Entre esas personas se encuentra Cristina Monge, politóloga y asesora ejecutiva de la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES). Ella, al igual que muchas otras, se ha sentido “decepcionada con el resultado de la COP25, en parte, por la escasa ambición que ha reinado durante toda la cumbre”.
Sin embargo, lejos de destacar los aspectos negativos, ha querido señalar que esta cumbre ha tenido vida más allá del “gran esperado acuerdo”. De hecho, no hay que olvidar que esta COP ha sido la más longeva y una de las más abiertas a la sociedad, algo que puede dar mucho juego para cerrar otros frentes.
“A pesar de la idea de fracaso general, en esta COP25 se han ido sumando pequeños logros que han llenado un vaso que parecía estar medio vacío”, afirma. “En estos días se ha llegado a un acuerdo sobre las estrategias de género y en todo lo relativo a transición energética justa, sobre todo, aunque hay otros aspectos y sectores que también han sellado pactos”, explica.
Para Cristina Monge, que en ciertos sectores no se haya llegado a acuerdos y en otros todo lo contrario es un reflejo del “atípico contexto social y político sobre el que se ha gestado esta COP, además de una muestra más del “distanciamiento entre el pensamiento civil mundial y político antimultilateral”.
“Los problemas globales necesitan soluciones globales. Los países necesitan cooperar en su conjunto”
Para Monge, “la acción social y la presión que ejerce siempre han existido y ahora han crecido significativamente, pero en ocasiones estos han resultado insuficientes debido a falta de acciones políticas”.
En su opinión, el foco del distanciamiento se debe principalmente a que el pensamiento político se ha “contaminado” durante los últimos años con la idea del abandono del multilateralismo.
“A la hora de tomar acuerdos en el ámbito internacional, muchos países han comenzado por mirar para ellos mismos, en vez de avanzar todos unidos. La conciencia social ya está arraigada en las personas y saben que hay que escalar, pero para ello los políticos deben cooperar y dialogar”.
Ante esta situación de punto muerto, Cristina Monge indica que la única solución pasa por que algunos países tomen la iniciativa y marquen las vías de desarrollo, así como por una estrategia de aislamiento de aquellos países que no decidan cooperar.
“La mayoría de los países que no colaboran están gobernados por partidos disfrazados de antisistema que, al ver que el discurso del cambio climático está asentado, prefieren seguir manteniéndose fuera del juego. Si se los aísla, se quedaron sin apoyos y solos y nos les quedará otro remedio que acceder”, señala.
Unir lo social y lo político en la COP
Una de las reivindicaciones por parte de la sociedad civil en el contexto climático, y en especial por lo jóvenes, es la adquisición de mayor poder de decisión y, por tanto, poder entrar dentro de los procesos de toma de decisión de alguna manera.
En las diversas COP, los países organizadores han desarrollado las llamadas Zonas Azules, enfocadas a los organismos instituciones, y las Zonas Verdes, centradas en los eventos más sociales. Estas últimas han tratado de saciar esa demanda de la sociedad civil, sin embargo, ambas siempre han estado distanciadas.


Por ello, en la COP25 se ha tratado de poner fin a ese trecho a través de la creación de la Zona Turquesa, un espacio de dialogo que invitaba a dialogar a ambas partes a través de sus numerosos eventos.
“Esta iniciativa lanzada por ECODES me ha una parecido una acción interesante que hacía falta desde hace tiempo para poder iniciar la conversación entre las dos grandes partes que luchan en el cambio climático”.
Además de servir como espacio de dialogo, Cristina Monge ha explicado que esta iniciativa ha nacido también de la idea de ofrecer cierta transparencia en la sociedad civil sobre las acciones que toma el sector político.
“Aquí hablamos no solo se habla la situación de las negociaciones ni se transmiten discursos, sino que se exponen ideas e inquietudes que ambas partes tienen. Es la perfecta unión de ambas esferas”.
Una transición justa y necesaria
En resumen, se podría decir que el principal objetivo de estas cumbres del clima es tratar de conseguir un mundo descarbonizado y libre de emisiones como máximo para el 2050. El proceso que quiere conseguir ese proceso ya ha comenzado, sin embargo, uno de los grandes desafíos que presenta es el de “no dejar a nadie atrás”. Por ello, la Transición Energética no solo debe ser eficiente, sino justa.
“Las zonas que van más a sufrir esta transformación son las zonas mineras dedicadas al carbón, como las del norte de España. Lo hay que hacer es hablar siempre con los grupos y los sectores productivos más afectados y ofrecerles alternativas”.
En este sentido, Cristina Monge ha reconocido que se debe admitir que en este proceso va a haber unos perdedores, pero que, lejos de dejarles como tales, hay que ayudarles a ponerse al mismo nivel que el resto en este aspecto.
España, por suerte, es uno de los países que más ha avanzado dentro de este proceso de transición y quien lidera a los demás en este camino. De hecho, “nuestro país ha sido el que, durante la cumbre de Nueva York en septiembre, presentó las pautas para iniciar el proceso que ya ha sido ratificado por más de 40 países”, explica.
“En España no hace mucho que hicimos una reconversión industrial y fue todo un éxito. Este es el siguiente paso que debemos dar. Tenemos la experiencia suficiente para saber que este proceso de transformación y todos los cambios que se piden en la COP van a llegar al final a buen puerto”, concluye Monge.
