La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado en la COP25 de Madrid que la UE tendrá a partir de marzo una ley de transición climática. Los casi 200 países que participan en la cumbre aseguran que quieren subir la ambición del pacto



El discurso está claro: el cambio climático nos afecta a todos y no solo hay que actuar inmediatamente, sino que hay que elevar la ambición y el alcance de las políticas que limitan las emisiones de carbono. Lo que está mucho menos claro es el cómo. Los representantes de los casi 200 países que conforman la ONU han inaugurado este lunes en Madrid la COP25 con una pequeña declaración de intenciones sobre su compromiso con la lucha contra el cambio global pero sin prometer grandes cambios. Solo la nueva Comisión Europea, liderada por Ursula von der Leyen, ha anunciado un ambicioso plan a nivel europeo para frenar la emisión de gases invernadero.
A pesar de que solo es el primer día de esta COP25, los llamamientos a actuar y las primeras propuestas no se han hecho esperar. Ursula von der Leyen, flamante presidenta de la Comisión Europea, ha anunciado que el próximo mes de marzo presentará una propuesta sobre «la primera ley europea de transición hacia la neutralidad climática» con el objetivo de que esto «se convierta en algo irreversible». «Necesitamos invertir en innovación, en tecnologías verdes, y para ello necesitamos un plan europeo de inversiones con un billón de euros para los próximos 10 años«, ha explicado la alemana.
Aunque no ha detallado el alcance del plan, Von der Leyen sí ha resumido los grandes ejes de la política europea. «Esta ley contemplará la ampliación del comercio de emisiones a todos los sectores pertinentes, la energía limpia, asequible y segura, el impulso a la economía circular, la estrategia de la granja a la mesa y una estrategia en materia de biodiversidad«, ha explicado. La Comisión cree que Europa «está preparada» incluso para avanzar más deprisa que el resto de países en materia climática «en interés de todos». Lo importante, según la máxima responsable política de la UE, es que «nadie se quede atrás».
«Durante siglos hemos estado en guerra contra la naturaleza, sobreexplotado los recursos naturales, hemos conseguido que el planeta se esté rindiendo. Ahora necesitamos cambiar las cosas. Ha llegado el momento de la revolución verde”, ha resumido el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
COP25 de transición
En esta cumbre no se esperan grandes planes legislativos, sino profundizar y desarrollar el Acuerdo de París alcanzado en 2015. Sobre todo, terminar de crear un mercado de emisiones que permita a los países más contaminantes – y a las empresas – comprar bonos de carbono a aquellas naciones que cumplan de sobra sus objetivos.
Pero también se busca que los países se fijen unas reducciones de emisiones más ambiciosas, algo absolutamente necesario según la ONU porque estamos lejos de lograr que el aumento de la temperatura media a nivel mundial se quede por debajo de los 2 grados.
Además, se espera también que se comience con la revisión del Mecanismo Internacional de Varsovia, que compensa las pérdidas y los daños asociados al cambio climático a los países en desarrollo. Este es uno de los mayores puntos de fricción, porque la limitación de las emisiones en los países no industrializados depende en gran medida de las inversiones que hagan en ellos los mayores emisores, como Estados Unidos o la Unión Europea.
«Hay que ir más lejos. Y sobre todo hacer las cosas más rápido. O ponemos un punto de inflexión o no dejaremos el punto de no retorno«, ha asegurado el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, durante el discurso inaugural de la COP25.
El marco actual no basta
En la ronda inicial de declaraciones de la COP25, todos los representantes han manifestado su compromiso con la lucha climática y han hecho un pequeño resumen de los esfuerzos en materia de conservación del clima que hay en sus países. Pero también ha coincidido en que el marco actual no basta.
«Vamos con retraso porque lo que hacemos no es suficiente y lo hacemos lento. Tenemos que dar motivos de esperanza para nuestros conciudadanos”, ha terciado el primer ministro francés, Edouard Phillippe, durante su intervención. “Debemos de ser más osados, más ambiciosos, con el fin de preservar y evitar los efectos desastrosos del cambio climático», le ha secundado el primer ministro de Marruecos, Saadeddine Othmani.
Muchos han hecho suyas las advertencias de la ONU, que considera que habría que triplicar para lograr cumplir los objetivos fijados en París para 2030 y 2050. Mauricio Macri, presidente en funciones de Argentina, ha avisado de que “los esfuerzos de un solo país no son suficientes para combatir la emergencia climática”. También el primer ministro portugués, Antonio Costa, ha insistido en la falta de margen para negociar: «Tenemos el deber de escuchar a los científicos. El tiempo se acaba. Se puede actuar y merece la pena».
También ha habido tiempo para llamar a la colaboración de otros actores. El primer ministro holandés, Mark Rutte, ha incidido en la necesidad de incorporar al sector privado a la conversación: “Si queremos hacer juntos la transición todos tienen que subirse al barco y aportar lo que puedan. Sindicatos, ONG, empresas, pymes, sectores… Tenemos que buscar una sociedad libre de carbono apostando por las energías verdes».
Incluso la Iglesia tiene bastante claro su papel en esta gran negociación climática. «Es necesario transformar nuestro modelo de desarrollo fomentando la solidaridad y los lazos para luchar contra el cambio climático y la pobreza» ha lanzado el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, que cree que ésta tiene que “ser la generación que finalmente actuó por el bien común.”
