Entre la decepción y el realismo: reacciones a la COP26

Entre la decepción y el realismo: reacciones a la COP26

La COP26 de Glasgow se ha cerrado con un llamamiento a los países a tener una mayor ambición en la reducción de emisiones en el que se menciona por primera vez la necesidad de acabar con los combustibles fósiles, algo que según distintos expertos supone un avance pero sigue sin ser suficiente para frenar la emergencia climática


La cumbre climática COP26 se ha clausurado este sábado con un balance complicado. Aunque el acuerdo final, llamado Pacto Climático de Glasgow no contiene grandes avances vinculantes a nivel de lucha contra el cambio climático, sí supone el reconocimiento por parte de los países de que están fallando a la hora de recortar emisiones, además de la primera mención explícita a acabar con los combustibles fósiles, en concreto el carbón, que se encuentra en un acuerdo de este tipo. Además, se ha logrado cerrar por fin el artículo 6, uno de los últimos grandes flecos que quedaban por cerrar del Acuerdo de París con el que se busca regular los mercados de carbono. Pero, al mismo tiempo, no ha habido casi progresos en financiación climática, una de las grandes claves de la descarbonización global, ni se ha logrado un aumento explícito de la ambición en los planes de reducción de emisiones que los países deben presentar ante Naciones Unidas, conocidos como NDC.

«Se cierra una nueva COP con más sombras que luces y con un problema tan importante como el que ya estamos teniendo de cambio climático, y con evidencias tan patentes, la sensación es de decepción», asegura en declaraciones a El Ágora Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. «Es cierto que se han conseguido algunos acuerdos puntuales, como el del metano, pero no se ha conseguido una reducción efectiva y comprometida de las emisiones. Vamos avanzando muy lentamente: se crean muchas expectativas y luego llegan estos resultados, que desde el lado de la ciencia no son para nada los que nos gustarían», explica, apuntando que la mención a los combustibles fósiles es «un paso adelante, pero uno muy corto».

A pesar de este balance a primera vista decepcionante, algunos expertos creen que, siendo realistas, es el mejor resultado posible para una cita en la que hay que poner de acuerdo a casi 200 países para que adopten un texto por unanimidad. «Las COP hay que verlas en perspectiva historia. Llevamos 26 en el cuerpo y entonces hay que ver lo que dan de sí, lo que son y lo que se las puede pedir», explica a El Ágora Cristina Monge. Para esta polítologa especializada en cuestiones ambientales y asesora ejecutiva de la Fundación ECODES, la cita de Glasgow «ha supuesto un avance objetivo respecto a otras ya que se han acortado los plazos para que los países revisen sus compromisos de emisiones -para el próximo año en vez de para dentro de cinco- y se nombra por primera vez a los combustibles fósiles».

«En general el acuerdo final es el acuerdo final al que se podía llegar en la actualidad. No es el acuerdo que nos hubiese gustado a nosotros ni tampoco el que necesita el planeta. Necesitamos acelerar y tener más ambición, pero la gobernanza global es compleja y era muy difícil que se pudiera llegar a más», afirma Monge, que cree que hay otro aspecto importante que no se está subrayando con la suficiente fuerza: la COP es el escenario «donde se llevan a cabo las coaliciones internacionales, como el del metano o el acuerdo para el tema de los coches de combustión». Es decir, que aunque el resultado final en forma de texto sea mejorable, el éxito de una COP no se basa solo en el acuerdo logrado sino también en las alianzas que se fomentan gracias a su celebración.

Una opinión que comparte el ambiéntologo Pablo Rodríguez Ros, que ha trabajado para el Ministerio de Transición Ecológica y es miembro del equipo de estudio para la creación de la Asamblea Ciudadana del Clima de Islas Baleares. «En líneas generales, el titular sería que seguimos en París, seguimos intentando limitar el aumento a 1,5 grados centígrados a final de siglo. Esta COP viene a afianzar esto y a seguir reforzando el camino pactado hasta 2030″, asegura, señalando otras alianzas interesantes que han salido de Glasgow como la iniciativa centrada en la economía azul Because the ocean, con la que se pretende reducir de emisiones del transporte marítimo, promover la protección de territorios de alta mar y que expandir las áreas protegidas marinas del 7,7% al 30%. «Siempre se puede ser más ambicioso, pero bien es cierto que muchas de estas propuestas ya se están trabajando», resalta.

Dos pasos hacia adelante, uno hacia atrás

«Siempre pasa en este tipo de reuniones: se dan dos pasos hacia adelante y otro hacia atrás, de tal manera que al final no se consigue lo que se pretendía, pero tampoco podemos decir que no haya habido cierto avance«, asegura a El Ágora Carlos Bravo, consultor ambiental en Transport & Environment y experto en movilidad sostenible, que critica que aunque los informes científicos demuestren que tenemos que hacer muchos mas esfuerzos si queremos que el calentamiento no supere los 1,5 grados centígrados, los planes nacionales sigan siendo insuficientes y en el mejor de los casos nos lleven a 2,7 grados de incremento de temperatura. Es decir, que a pesar de las buenas palabras y el reconocimiento del problema, sin acciones concretas no hay lucha climática.

«Se puede avanzar como una tortuga, pero si la meta está en una fecha determinada, corremos el riesgo de no llegar nunca. Con esta COP seguimos avanzando, sí, pero tan lento que cuando lleguemos a la meta ya será tarde», lamenta Bravo, que considera «decepcionante» el hecho de que no haya habido un compromiso final para acabar con el carbón, sino que se haya pactado una reducción sin fechas, o que se haya añadido la coletilla de «ineficientes» a la petición de eliminar las subvenciones a los combustibles fósiles. «No se puede decir que haya habido un paso atrás, pero falta el compromiso real», concluye.

Un operario retira material tras la clausura de la COP26 en Glasgow. | EFE/Robert Perry

En la misma línea se mueve Germán Granda, director general de Forética, que considera que aspectos como la mención a los combustibles fósiles y el carbón, el cierre del artículo 6, los acuerdos para reducir el metano o frenar la deforestación o la cooperación entre Estados Unidos y China son «avances muy positivos» que sin embargo tampoco considera suficientes. «Son necesarios aún más pasos adelante para asegurar la alineación de las acciones de los países con la reducción idealmente del 50% de las emisiones que se necesita para 2030″, afirma, dejando claro que los países deberán actualizar sus objetivos de cara a la COP27 para asegurar el éxito de la lucha climática.

Una lucha que, por el momento, deja de lado un elemento clave para la gestión climática: el agua. «Apenas se han tratado del tema del agua a pesar de que va a ser el elemento clave del cambio climático, ya que mas allá de la subida de las temperaturas, la variación en las precipitaciones va a ser la que marque con mayor fuerza las posibilidad de supervivencia de muchos», asegura Olcina, que considera que «todos los países tienen que empezar a elaborar estrategias hídricas basadas en el control de la demanda» y apunta que, quizás en la COP27 de Egipto, país con grandes problemas de estrés hídrico y litigios transfronterizos por el uso de aguas, tenga el líquido elemento por fin el lugar que merece en la lucha climática.



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