Camellos contra murciélagos

Camellos contra murciélagos

La estructura de los anticuerpos de los camélidos es de gran utilidad para combatir la pandemia del coronavirus. Por ello, investigadores españoles y de otras nacionalidades han comenzado a desarrollar proyectos basados en la estructura inmune de estos animales


Mientras esperamos la llegada de una vacuna, la inoculación de anticuerpos se presenta como una de las mejores armas a nuestro alcance para evitar contagiarnos por el SARS-CoV-2 y, por lo tanto, reducir la proliferación de la COVID-19 en los territorios a través de la llamada “inmunidad de rebaño”.

Los anticuerpos más aptos para este cometido son los que nos encontramos en los camélidos porque, como explica Luis Ángel Fernández, que dirige el grupo de ingeniería bacteriana del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), mientras que los anticuerpos humanos están formados por dos cadenas de proteínas diferentes, los de los camélidos lo están por una sola.

Esta ventaja permite acceder a los anticuerpos de los camélidos a regiones inaccesibles para otro tipo de anticuerpos. Además, al ser tan simples, se pueden aislar y producir fácilmente en los laboratorios, dando como resultado nanoanticuerpos.

“Los nanoanticuerpos tienen una enorme capacidad para bloquear a virus y bacterias. Por otro lado, al tener secuencias muy similares a los anticuerpos humanos, pueden utilizarse directamente en terapia sin generar rechazo”, comenta Luis Ángel Fernández.

El combate de los anticuerpos

Los anticuerpos son proteínas (las inmunoglobulinas) producidas por los linfocitos B en respuesta a agentes extraños para el organismo (los antígenos), como los virus y las bacterias.

Los anticuerpos se unen específicamente a distintas regiones de estos patógenos y de esta forma pueden bloquear su entrada a las células y también ayudar a que otras células del sistema inmune los eliminen.

Cada linfocito B produce un anticuerpo con una capacidad de unión diferente y así los miles de millones de linfocitos B en nuestro organismo nos permiten responder virtualmente frente a cualquier agente externo. Las vacunas buscan estimular a los linfocitos B a producir anticuerpos protectores antes de que nuestro organismo se enfrente realmente al patógeno.

El grupo de ingeniería bacteriana del CNB-CSIC lleva años trabajando con nanoanticuerpos en diferentes proyectos de investigación y ha desarrollado metodologías propias para su aislamiento y producción.

Con la aparición del nuevo coronavirus SARS-CoV2, el grupo ha iniciado un proyecto para aislar nanoanticuerpos que bloqueen la entrada del virus a las células y que, por tanto, pudieran emplearse para reducir la infección en pacientes con Covid-19.

“Actualmente estamos rastreando una colección con más de mil millones de nanoanticuerpos que hemos desarrollado. Esperamos tener los primeros candidatos para dentro de tres meses”, destacan desde el CSIC.

Esta idea es un concepto similar a lo que están investigando los científicos de la Universidad de Kitasato, en Japón. Allí, un grupo de expertos ha logrado modificar unos anticuerpos VHH de los camélidos para que ataquen de forma eficiente al SARS-CoV-2.

En ambos casos, tal y como detalla Carlos Rodríguez Jiménez, endocrinólogo y discípulo de Gregorio Marañón, aún falta un largo camino por delante para que estas soluciones puedan aplicarse en los humanos debido a que se deben pasar de forma efectiva varias fases.

“Existen tres fases principalmente: La primera de ellas, los científicos tienen que realizar todo tipo de pruebas en los laboratorios para poder dar con un posible candidato. En la segunda, el supuesto candidato se debe probar en animales y observar en ellos los posibles efectos secundarios a medio y largo plazo. Una vez superado estos filtros, se testean en voluntarios humanos para registrar cualquier tipo de daño”, aclara el experto.

“Como veis, es un proceso que toma mucho tiempo”, añade.



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