Existe un debate abierto sobre si la polución atmosférica, especialmente la causada por partículas finas en suspensión, ayuda a dispersar el SARS-CoV-2 causante de la pandemia mundial de Covid-19, ya que el patógeno se mantendría en el aire más tiempo gracias a ellas.
Algunos estudios han apuntado a ello durante estos días. Un grupo de médicos italianos liderados por Leonardo Setti, de la Universidad de Bolonia, publicaba el pasado 20 de marzo un comunicado señalando que se podía relacionar la rápida propagación del coronavirus en el norte de Italia, especialmente en Padania, con alta contaminación por partículas del área.
Los investigadores centraron su observación en esa zona en febrero de 2020 y compararon los datos de contaminación por partículas PM10 -del tamaño de 10 micras, decenas de veces más finas que un cabello humano- que superaban el límite legal en la zona, con los datos de infectados en la región, que eran más que en otras áreas de Italia.


En la opinión de estos investigadores, ya hay precedentes de que las infecciones virales se difunden mejor en condiciones de contaminación alta por partículas del aire, con lo que el actual coronavirus no sería diferente.
Otros estudios, llevados a cabo en laboratorio, han apuntado también a la capacidad de dispersión del virus en atmósferas con partículas en suspensión. Una comunicación de investigadores estadounidenses publicada el pasado 17 de marzo en la revista New England Journal of Medicine indicaba que, en condiciones controladas, el virus podía permanecer activo durante tres horas en aerosoles, es decir vaporizado en el aire. Pero hasta qué punto ocurre esto fuera del laboratorio es algo que no se sabe y que los epidemiólogos tienen todavía que estudiar.
Los satélites, al servicio de la medicina
Hay por tanto un esfuerzo internacional para evaluar las posibles conexiones entre la contaminación del aire y el coronavirus, que tiene además, diversas facetas.
En ese sentido, Copernicus Atmosphere Monitoring Service (CAMS), un servicio europeo de vigilancia atmosférica dependiente del Programa Copérnico de la UE para la Observación de la Tierra, ha puesto a disposición de la comunidad médica y científica su poderoso sistema de toma de datos para llevar a cabo las investigaciones necesarias.Buscan ampliar la red de colaboraciones con equipos de investigación médica interesados en comprobar hipótesis sobre el posible transporte y supervivencia del patógeno en partículas finas en suspensión en el aire. “La pregunta es si la contaminación del aire es un factor en la dispersión del SARS-CoV-2 y en el desarrollo o el empeoramiento de la enfermedad que provoca”, explican en CAMS.
No obstante, los responsables indican claramente que en este momento “no está establecido que la contaminación del aire pueda ayudar a la dispersión del virus SARS-CoV-2”.
Puesto que hay un debate entre la comunidad de investigadores sobre si el virus puede permanecer suspendido en el aire, añade CAMS, “los datos del servicio de vigilancia atmosférica pueden ayudar a investigarlo al aportar información sobre la distribución y la evolución de partículas finas en la atmósfera y cruzarlos después con los datos epidemiológicos”. Es decir, el mismo enfoque que el del estudio italiano.
La contaminación perjudica al paciente
Otra interesante línea de trabajo apuntada por CAMS es estudiar si la contaminación del aire perjudica el estado de salud del paciente. “Es sabido que la polución del aire con partículas, incluyendo las de polen, puede afectar a la salud cardiopulmonar y a la respuesta inmune”, aseguran en la entidad europea de vigilancia atmosférica.
Las partículas finas producidas por el tráfico rodado y la quema de combustibles se suman y agregan a las naturales, generando un ambiente más dañino para la salud humana, hasta el punto de se atribuye la mayor prevalencia de alergias en los últimos tiempos al empeoramiento de la calidad del aire, especialmente en los entornos urbanos.


“El Covid-19 es una enfermedad respiratoria y, por tanto, la calidad del aire, que incluye partículas producidas por la actividad humana y también otras naturales como el polen, afectan a la salud respiratoria. En ese sentido, la información sobre la calidad del aire es muy importante en este momento”, aseguran en CAMS.
“Se entiende que una mala calidad del aire podría empeorar las condiciones de los afectados por el virus. Sin embargo, de nuevo faltan investigaciones para poder ratificar este extremo con seguridad científica”, explica la entidad europea de investigación.
“Es pronto para saber si existe una relación entre la polución del aire y el desarrollo o el empeoramiento del Covid-19 en los pacientes, aunque hay activas ahora mismo varias investigaciones médicas sobre la cuestión”, concluye.
Cielos más limpios
El sistema de vigilancia atmosférica de CAMS emplea satélites, observaciones en tierra y modelos informáticos para aportar series temporales y mapas que muestran dos principales contaminantes a lo largo de toda Europa. Se trata dióxido de nitrógeno (NO2 ) y de las partículas finas (PM10).


“La calidad del aire está determinada en buena parte por las emisiones de origen humano además de por los cambios en el tiempo atmosférico, de modo que es un indicador de los cambios en el nivel de actividad humana. En una situación de parón prolongado como la que estamos experimentando, es esperable que los niveles medios de polución atmosférica desciendan”, explica CAMS.


Esto puede apreciarse en las impresionantes visualizaciones que muestran el descenso de contaminación en muchas partes del continente sometidas a reclusión domiciliaria. Las imágenes están elaboradas sobre cuadrículas de 10 por 10 kilómetros empleando para ello más de 1.000 mediciones en tierra proporcionadas por la Agencia Europea de Medio Ambiente más los sistemas de medición y predicción del programa Copérnico.


El motivo para elegir el NO2 y las PM10 es que son contaminantes regulados por directivas europeas debido a su efecto dañino para la salud humana y existen límites que no se deben rebasar. Se basan en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Ambos contaminantes afectan al sistema cardiorespiratorio y al inmune. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, casi el 40% del NO2 lo produce el transporte rodado. El 70% de las PM10 se deben a la producción de energía, el transporte y el consumo en los hogares.
El sistema de vigilancia atmosférica europeo señala que se aprecia el descenso del tráfico de vehículos, pero que siguen en pie suficientes actividades como para que el efecto no sea total.
Calor y humedad
Otra interesante área de investigación sobre la relación entre coronavirus y atmósfera es estudiar si la temperatura del aire y la humedad influyen en la mayor difusión de la enfermedad en áreas geográficas. Durante semanas se ha dicho que, al igual que la gripe, este coronavirus se beneficiaría del clima invernal y retrocedería con las buenas temperaturas.


En ese sentido, el Copernicus Climate Change Service ha puesto en marcha una aplicación llamada Monthly Climate Explorer for COVID-19 que permite comparar las temperaturas medias y la humedad del aire y la mortalidad por coronavirus basada en los datos de la Johns Hopkins University.
De este modo, los investigadores pueden tratar de averiguar si la propagación del coronavirus tiene algo que ver con la situación atmosférica.
