La crisis del coronavirus ha servido para repensar los comercios tradicionales, que han visto durante este tiempo de confinamiento cómo Internet y las nuevas tecnologías pueden suponer un gran impulso para los negocios de cara a la nueva normalidad



Que sería de Salamanca sin su infinidad de negocios tradicionales que adornan las calles con los productos típicos de la región. O de Barcelona sin su Mercado de la Boquería, un lugar para descubrir un inmenso abanico de sabores que nos inundan de tradición en medio de una de las mayores metrópolis europeas.
Pues sin ellos perderían su esencia porque, aunque parezca mentira, esos comercios son más que establecimientos de compra y venta. Son lugares de encuentro donde las personas socializan y conocen historias. Son lugares de cercanía donde un simple comerciante llamado Juan te puede ofrecer la misma calidad que las tiendas más prestigiosas. Son lugares que, en definitiva, enriquecen el patrimonio cultural y turístico de cualquier población.
«Los mercados tradicionales constituyen un motor económico esencial en muchos municipios, además de ofrecer servicios vitales a otros sectores, como la hostelería»
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lo puso de manifiesto en una reciente encuesta en la que señaló que el confinamiento “condujo a un descenso generalizado en la frecuencia de las compras, más acusado en los mercados tradicionales y en menor medida en las tiendas de barrio”.
La situación empeora si nos referimos a los comercios con productos no esenciales, como textiles o artesanías, que desde marzo se vieron obligados a echar el cierre total hasta que el gobierno decretase lo contrario. Algo que para muchos ha llegado con la primera fase del desconfinamiento.
Sin duda, un golpe de gracia para muchos comercios tradicionales que ya se estaban viendo acorralados desde hace años con la llegada de las grandes superficies, mucho más competitivas en todos los sentidos.


“¿Qué queda de esas tiendas de confección, de las mercerías, despachos de pan y leche, papelerías de toda la vida y un largo etcétera que daban color y lustre a esos barrios que yo denominaba pequeños pueblos, donde todo el mundo se conocía y convivía?”, escribía un ciudadano de Zaragoza en una carta al director de El País en relación a la desaparición del comercio tradicional en su ciudad.
Para los expertos, este descenso generalizado de las compras, sobre todo, durante la primera etapa de la pandemia se debió en parte porque una tarea tan sencilla como hacer la compra se transformó en una actividad de riesgo, por lo que la gente se lo empezó a pensar dos veces antes de volver a esos pequeños lugares susceptibles de contener el virus.
En su lugar, las personas empezaron a optar por el comercio online, mucho más seguro y que durante la pandemia se reafirmó como el futuro canal de compra dado el gran volumen de usuarios que estaba aglutinando. El problema es que muchos de los comercios tradicionales no disponían de un escaparate online, por lo que, entre unas cosas y otras, todo parecía estar perdido.
Una nueva esperanza
No obstante, el comercio tradicional no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente y plantó cara a esta crisis a través de una rápida adaptación que demostró la capacidad de estos comercios para competir. Eso sí, siempre de la mano de las administraciones locales.
Las armas que utilizaron para hacerse un hueco en este campo de batalla fueron las que siempre utilizaron y que, para Pedro Campo, presidente de la Confederación Española de Comercio (CEC), son las que los hacen únicos: cercanía, confianza y sostenibilidad.
Así pues, durante esta pandemia se ha registrado el nacimiento de grandes campañas, como la salmantina “Os echamos de menos”, donde la Asociación de Empresarios Salmantinos del Comercio recordó a los consumidores los valores de estos comercios a la par que llamaron su atención para incentivar las compras en estos establecimientos.
En Madrid nació la iniciativa “Compartimos Barrio” que tenía como fin no solo mejorar el abastecimiento a domicilio, sino dar visibilidad a esos comercios esenciales que estaban ofreciendo sus servicios durante la pandemia.
Además de las campañas, los comercios también pusieron de manifiesto las ventajas que los diferenciaban de las grandes superficies. Por ejemplo, en un establecimiento de barrio es posible comprar en un pequeño espacio todos los productos necesarios para nuestro día a día, pudiendo reducir considerablemente el tiempo fuera de nuestros hogares.
Sin embargo, si se debe hablar de una de las herramientas que han supuesto el despertar de muchos de estos comercios, se debe hablar de Whatsapp. Como reconoce Pedro Campo “la digitalización es aún una asignatura pendiente para el comercio de proximidad tradicional”, pero ese déficit ha supuesto que muchos busquen alternativas que han encontrado en la famosa aplicación para móviles.
Los mercados tradicionales unen fuerzas
La llegada de esta pandemia ha supuesto un antes y un después para muchos mercados tradicionales que han visto la necesidad de unir sus fuerzas para salir fortalecidos de esta crisis.
Por ello, El Mercado de la Boquería (Barcelona), el Mercado Virgen del Rosario (Cádiz) o el de Chamartín (Madrid), entre otros, han decidido dar un paso adelante y crear la Asociación de Mercados Tradicionales y de Abastos de España.
Según resaltan en un comunicado, su objetivo es compartir experiencias y trabajar de forma colaborativa entre todos los mercados del país para hacer un sector más fuerte y unido.
“Los mercados son servicios esenciales de producto fresco y de calidad. Hace falta que las administraciones locales, autonómicas y nacionales los preserven como signo de identidad y patrimonio histórico de las ciudades y municipios donde se ubican”, señalan.
Tal vez no sea un ecomerce como al que estamos acostumbrados a ver, pero esta estrategia le permite atender numerosos pedidos al día, mantener su actividad y, sobre todo, fidelizar a nuevos clientes que en un futuro pueden visitarle en su tienda física.
Otro ejemplo lo encontramos detallistas del Mercado Central y de San Antonio, en Cádiz, que desde que comenzó la pandemia apostaron por el servicio de compras a domicilio, sobre todo enfocado para aquellas personas vulnerables que no se podían permitir los desplazamientos.
«El servicio a domicilio se ha disparado. La colaboración entre los diferentes puestos es una fórmula importante que habrá que ir fomentando para consolidar las plataformas de ecommerce que den una respuesta rápida y eficiente a los clientes”, explica la recién nacida Asociación de Mercados Tradicionales y de Abastos de España
Una larga batalla
A pesar de estas pequeñas victorias, el comercio tradicional se encuentra en estos momentos en una profunda crisis ya que hubo una gran mayoría de establecimientos que no pudieron abrir sus puertas en dos meses.
De hecho, la Confederación Española de Comercio estima que, si no reciben ayudas directas y no se estimula la demanda, entre el 20% y el 30% de los pequeños negocios tendrán que cerrar antes del verano.
A partir de la Fase 1, muchos comercios abrieron sus puertas después de varios meses de inactividad. Las grandes superficies lo harán después de la segunda fase
Algunos, como la Confederación Española de Asociaciones Comerciales de Cascos Históricos (Cocahi) pidió al gobierno central y a las autonomías que no tuviesen en cuenta la petición de los centros comerciales de poder abrir todos los días que restan de 2020 y de 2021, incluidos domingos y festivos.
De aceptarse esa medida, expresaron que «cientos de miles de comercios tradicionales de calles y barrios de España estarían condenados a la desaparición”. En cierto modo, las suplicas fueron escuchadas al permitir primero al pequeño negocio abrir sus puertas antes que los centros comerciales, aunque, en teoría, no con mucha diferencia.
Ahora, la primera fase de la desescalada ha llegado, y con ella la apertura de los comercios tradicionales, siempre y cuando cumplan con la normativa que estipuló el gobierno.
Una pregunta: conocéis alguna droguería online? Caso de éxito? Compráis productos de limpieza online? Lo haríais? Mi suegra tiene comercio tradicional y me apetece digitalizarlo aportando algo novedoso, y si es con vuestra ayuda mejor. Os cuento lo que ya tengo ?????? pic.twitter.com/gbubi3U43T
— Fabian López Coloma (@faloco) May 17, 2020
Para algunos arranca ahora la verdadera crisis, ya que comienza el relanzamiento de sus comercios. Una tarea que se presenta complicada sin la ayuda de los consistorios de los municipios, que deben de respaldar su actividad a toda costa, en parte, porque son ellos los responsables de dar luz verde a la apertura de muchos de estos comercios que están al aire libre.
Para otros esto es el comienzo de una nueva oportunidad para el sector debido a que la pandemia les ha abierto las puertas hacia nuevos canales de venta basados en las nuevas tecnologías, muy importantes en este mundo que vivimos cada vez más conectado.
Aun así, el futuro es incierto y el comercio tradicional y de proximidad tendrá que esperar un tiempo para comprobar realmente si esta pandemia les ha supuesto un impulso o un retroceso. Hasta entonces, y como viene siendo tradición, tendrán que ser ellos los que tengan que descubrirlo por sí mismos.
La apertura de los mercados tradicionales ha venido de la mano de un decálogo de buenas prácticas que, en definitiva, se asemejan con los estipulados para el comercio en general:
- Se permite la reapertura de locales y establecimientos minoristas con una superficie igual o inferior a 400 metros cuadrados.
- Los comercios y locales deberán cumplir las siguientes normas:
- Un 30% del aforo total en los locales comerciales.
- Garantizar una distancia mínima de dos metros entre
clientes. - Horario de atención con servicio prioritario para mayores
de 65 años.
Los regentes de los comercios tradicionales aseguran que llevan aplicando esas medidas incluso antes de la desescalada, dando a entender la seguridad que existen en este tipo de negocios. Aun así, expresan que aplicarán en la medida de los posible todas aquellas que se recogen en los informes oficiales suministrados por el Estado.
A la pregunta de si van a establecer medidas tecnologías extraordinarias, como ozono para purificar y desinfectar, algunos de ellos ni se lo plantean dado los sobrecostes que eso les provocarían. En su lugar, siguen apostando por las medidas más eficaces y que, a su vez, están al alcance de todos: uso de mascarilla, distancia de seguridad y escrupulosa higiene.
