Los expertos advierten que el final del confinamiento no supondrá el cese de nuestro aislamiento social, que podría extenderse dos años. ¿Qué supondrán las nuevas costumbres para una sociedad como la española y su cultura social basada en la cercanía física?



La Organización Mundial de la Salud (OMS) es clara al respecto: después de la crisis sanitaria que ha provocado el coronavirus, las costumbres de todos tendrán que cambiar. Una vez que se levanten las medidas de confinamiento nos quedan meses de distancia de seguridad, mascarillas, salir poco y extremar las medidas de higiene en todo momento.
En concreto, para los investigadores de la Escuela Chan de Salud Pública de la Universidad de Harvard aún nos podrían quedar dos años más de aislamiento social en los que deberemos acatar de la forma más estricta los protocolos de prevención, aunque con algunas excepciones.
La razón de prolongar esta cuarentena durante tanto tiempo reside en la estacionalidad y las posibles nuevas acometidas del virus. Con respecto al primer punto, los científicos hacen referencia al caso de la gripe y de otros coronavirus, como el MERS o el SARS-CoV-1, unos patógenos que, si bien pueden dejar de actuar en algunas épocas del año, luego vuelven a aparecer en nuestras vidas.“El actual coronavirus fue capaz de producir brotes sustanciales en todos nuestros experimentos, aunque los mayores casos se dieron entre el periodo de invierno/primavera, produciendo el resto del año menos casos”, explicaron los científicos en su estudio.
Que el coronavirus pueda aparecer en cualquier momento, independientemente de la época del año, puede producir que los países sufran inesperadas nuevas oleadas del virus. El ejemplo más claro lo encontramos en Japón, concretamente en la isla de Hokkaido, en la que se creyó que el virus había desaparecido hace un mes, pero que en cuestión de días aparecieron numerosos casos de infectados.
Lo que ocurrió allí fue que, a mediados de marzo, lograron reducir el número de casos a uno o dos al día, por lo que el día 19 de ese mes decidieron levantar el estado de emergencia. Sin embargo, en menos de un mes, el alto número de contagiados obligaron a decretar de nuevo la cuarentena, mostrando la necesidad de continuar “en alerta”, a pesar de la aparente seguridad.
Por esto, los expertos advierten que hasta que no aparezca una vacuna efectiva, no se podrá poner punto final de este coronavirus. De hecho, la OMS señala que «aunque el COVID-19 se acelera muy rápido, se desacelera mucho más despacio”. En otras palabras, el camino hacia abajo es mucho más lento que el camino hacia arriba, lo que significa que las medidas restrictivas deben levantarse muy poco a poco y con control, por lo que, aunque finalice el estado de alarma, aun nos quedará mucho confinamiento por delante.
«La vuelta a la normalidad será un proceso progresivo y conllevará un nuevo proceso de adaptación»
En España, profesionales de la salud como Álvaro Moreno Martín, médico residente del centro de salud de Bembibre, en León, advirtieron desde hace semanas que “la vuelta a la normalidad será un proceso progresivo y conllevará un nuevo proceso de adaptación”.
“Una vez se retiren las medidas impuestas de confinamiento domiciliario, se comenzarán a introducir de manera progresiva las actividades habituales de socialización, lo cual supondrá una nueva adaptación de la rutina diaria al volver a adquirir responsabilidades laborales y formativas”, explicó para El Ágora.
¿Una herida incurable?
Este panorama es un duro varapalo para una sociedad como la española, para la que salir a la calle y alternar con amigos y familiares, la cercanía física, los besos y abrazos cuando nos encontramos son (o eran) el pan nuestro de cada día. ¿Estas costumbres que están en nuestro ADN cultural tienen los días contados o serán aparcadas solo por un tiempo?
Es una difícil pregunta. Algunos estudios apuntan a que nos volveremos más distantes y sufriremos una avalancha de trastornos psicológicos, como estrés, depresión o ansiedad, durante los próximos meses que, si bien finalizarán previsiblemente con la salida al mercado de la primera vacuna, es posible que nos marquen de por vida.
¿Significa esto que ha empezado la decadencia de nuestra sociedad y que los españoles nos volveremos más fríos e individuales? La respuesta para Patricio Julián, de la Universidad de El Salvador, es no.
“Si algo demostró el aislamiento preventivo y obligatorio es que la interacción social no es sólo física. El confinamiento nos está remodelando y conduciéndonos por otros caminos para expresar nuestros valores como sociedad. En España, ese sentimiento de comunidad se expresa ahora en balcones y terrazas mediante aplausos de ánimo”, señala el profesor en un artículo en The Conversation.
Lo que está ocurriendo es que, simplemente, nos estamos adaptando a una nueva situación marcada por la transformación hacia unas sociedades “más comprometidas, educadas y empoderadas”, tal y como aseguró el director de emergencias de la OMS, el doctor Mike Ryan. Una situación que, si bien está alterando nuestros comportamientos a corto plazo, también está sacando a relucir nuestra esencia, ese ADN que, al fin y al cabo, nos pertenece y ni ninguna pandemia nos podrá arrebatar.
