Australia y Nueva Zelanda: las antípodas de la expansión del virus

Australia y Nueva Zelanda: las antípodas de la expansión del virus

Los dos países más importantes de Oceanía han conseguido contener la expansión del coronavirus con relativa rapidez y se preparan para un desconfinamiento progresivo, aunque tanto Australia como Nueva Zelanda prohibirán los viajes internacionales al menos 3 meses más


Mientras en Europa la amplia expansión del coronavirus plantea dudas sobre cual podrá ser la velocidad del desconfinamiento, sobre todo en países como Italia o España, en Oceanía ya se preparan para la vuelta a la normalidad. Australia y Nueva Zelanda adoptaron medidas estrictas de cuarentena y cerraron sus fronteras cuando apenas contaban con contagios locales. Gracias a esta rapidez en la toma de decisiones y la insularidad de sus territorios, ambos países miran con optimismo hacia las próximas semanas, aunque los vuelos internacionales seguirán prohibidos y preocupan los posibles daños en la economía de la parálisis del comercio mundial.

Pero también, en las antípodas, saben que el distanciamiento social va para largo y en Australia asumen que esa va a ser la nueva normalidad. El primer ministro australiano, Scott Morrison, dijo este viernes que la necesidad para mantener la distancia entre personas durará hasta que se tenga una vacuna contra el coronavirus, que cree se producirá en un año, aunque algunos expertos apuntan que el plazo más realista es 18 meses.

Mientras tanto, Australia comenzará a relajar progresivamente las medidas para frenar la propagación de la pandemia con la reanudación de algunas operaciones quirúrgicas no urgentes y la reapertura parcial de algunas playas a partir del próximo lunes: se permitirá el baño y el surf, pero tomar el sol estará prohibido para así evitar masificaciones. 

La fecha clave será el próximo 11 de mayo, cuando el Ejecutivo australiano dará paso a la reactivación de la mayor parte de las actividades no esenciales, aunque se espera que el distanciamiento físico entre dos personas se mantendrá durante un año. Esto afectará sobre todo al sector del ocio y la restauración, que tendrá que adaptarse para evitar cualquier tipo de masificación en sus establecimientos. También se espera que se reanude a lo largo del mes de mayo los eventos deportivos como la liga de fútbol, aunque se da por supuesto que cualquier partido se tendrá que jugar sin público.

«Mi prioridad es que los niños regresen a la escuela y que la gente retorne al trabajo«, ha precisado Morrison este jueves en una rueda de prensa en Camberra. En total, Australia ha registrado 6.649 casos hasta el momento, que incluyen a 74 fallecidos y 4.761 personas recuperadas, y desde hace más de una semana el incremento de nuevas infecciones es menos de 50 diarias. 

Una actuación rápida

La razón de que en Australia, a pesar de cercanía geográfica y comercial con China, haya conseguido doblegar la curva de contagios con celeridad fue precisamente la rapidez con la que se empezaron a tomar medidas contra la pandemia. A finales de enero, es decir, tan solo dos semanas después de que se diera a conocer la expansión del coronavirus en Wuhan, Morrison anunció las primeras medidas para evitar en la medida de lo posible la propagación de la enfermedad en su territorio.

El primer ministro australiano, Scott Morrison, este martes en Camberra. | EFE/EPA/Mick Tsikas

Conscientes de que el tránsito entre China y Australia es muy fluido -la china es la primera comunidad inmigrante en el país oceánico-, el Gobierno decidió crear inmediatamente un centro de coordinación nacional para abordar la crisis, editaron folletos informativos de riesgos, países «peligrosos» y medidas de higiene y empezaron a controlar la temperatura de los pasajeros que llegaban.

A pesar de estas precauciones, los casos aumentaron, por lo que a principios de marzo se impusó el confinamiento en los hogares, se limitaron las reuniones a un máximo de dos personas y se permitió salir a la calle solo a trabajadores esenciales. Por supuesto, también establecieron excepciones, como en Europa: se podía ir a supermercados, atender citas médicas o hacer ejercicio. También permanecieron abiertas las escuelas, ya que los epidemiólogos australianos consideraban que los niños tienen menor riesgo de contagio y, en cualquier caso, los jóvenes australianos tenían vacaciones de Pascua.

La estrategia gubernamental, que va acompañada de paquetes de estímulo y subsidios salariales, ha resultado en una disminución del incremento de casos diarios a menos de 50 en los últimos días. Ahora, siguiendo el ejemplo de Corea del Sur o Taiwan, el Gobierno australiano se prepara para lanzar una aplicación de rastreo electrónico, que deberá utilizar la mayor parte de la población para luchar contra la pandemia cuando comience el desconfinamiento.

Nueva Zelanda, un ejemplo

Si el Gobierno australiano actuó con bastante celeridad, lo logrado por las autoridades de Nueva Zelanda se ha convertido en un modelo para el resto del mundo. Por un lado, se tomaron las mismas precauciones que en Australia respecto a los viajes con países con contagios desde el minuto uno. Pero, sobre todo, se decidió el confinamiento total cuando el país apenas contaba con un centenar de casos y menos de una decena de muertes. El 13 de marzo, un día antes de que se declarará el estado de alarma en España, se adoptaron duras medidas de autoaislamiento, que, una semana después, se convertirían en un bloqueo total.

«Vamos a actuar duro y temprano», explicó la primera ministra, Jacinda Andern. «Solo tenemos 102 casos, pero también tuvo pocos casos Italia al principio», explicó. Durante las siguientes dos semanas de encierro, Nueva Zelanda vio una disminución constante en el número de casos nuevos. Hasta la fecha, ha tenido 12 muertes y las autoridades han confirmado que, en promedio, cada persona infectada está transmitiendo el virus a menos de otra persona.

Nueva Zelanda
La primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern. EFE/EPA/LUKAS COCH

El próximo martes 28 de abril se levantará la mayor parte del confinamiento aunque, como en Australia, los vuelos internacionales seguirán prohibidos al menos tres meses. Por supuesto, Nueva Zelanda es una nación pequeña y remota, con menos población que la ciudad de Nueva York y con fronteras fácilmente sellables, factores que jugaron a su favor cuando estalló el virus. Pero su éxito relativo es enorme: el país, tiene una de las menores tasas de contagio per cápita del mundo, algo que se ha atribuido principalmente a la claridad del mensaje proveniente del Gobierno.

A diferencia de los países que declararon la guerra al coronavirus, el mensaje del gobierno neozelandés fue de unión. Andern instaba a la gente a «unirse contra el Covid-19» y llamaba repetidamente al país «nuestro equipo de cinco millones de personas». La primera ministra ha sido alabada por su estilo de comunicación, directo y empático, además de por su claridad a la hora de anunciar medidas y el apoyo que ha buscado y encontrado en las autoridades científicas de Nueva Zelanda.

Los neozelandeses comenzarán a salir del encierro el martes, con una reapertura parcial de escuelas y negocios y una leve relajación de la libertad movimiento, pero la primera ministra ha asegurado que los sacrificios realizados hasta ahora no pueden desperdiciarse apresurándose a abrir el economía «demasiado pronto».



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