India comienza el mayor confinamiento de la historia: 1.300 millones de personas

India comienza el mayor confinamiento de la historia: 1.300 millones de personas

La India, con 1.300 millones de habitantes, ha impuesto la mayor y más larga cuarentena de la historia a una población que además es muy vulnerable, en un intento por frenar las devastadoras consecuencias que podría tener el coronavirus en la quinta economía del mundo


Mientras el coronavirus continúa su expansión, cada vez hay más lugares que están optando por la cuarentena obligatoria para toda su población. Pero que India, el segundo país más poblado del mundo, decida imponer el confinamiento obligatorio a sus 1.300 millones de habitantes, supone un experimento social de una magnitud y un alcance nunca antes vistos. En una nación con una gran cantidad de jornaleros y personas sin hogar, este tipo de medidas supone un gran problema para muchas personas vulnerables además de ser un esfuerzo sin precedentes en la historia mundial.

Veintiún días. Ese es el tiempo en el que casi un quinto de la población mundial estará «totalmente confinada» en sus viviendas: solo podrán salir a comprar productos de primera necesidad. Todos las empresas, menos las esenciales, tendrán que parar. Cuarentena total. Así lo anunció el primer ministro indio, el nacionalista hindú Narendra Modi, en un discurso a la nación al final de la noche del martes, apenas unas cuatro horas antes del inicio del toque de queda.

Aunque por ahora solo han contabilizado 600 casos positivos de coronavirus y una decena de muertes, se teme que la tasa de contagio real sea mucho más alta ya que no hay casi capacidad para hacer el número de tests que necesitaría un país con tanta población. Por eso, el Gobierno de la India se ha decidido a tomar las medidas más duras para intentar frenar un virus que, según las estimaciones, podría golpear con fuerza a este país que cuenta con un sistema sanitario muy deficiente.

India sólo cuenta con 40.000 respiradores, un médico por cada 11.600 habitantes, una cama de hospital por cada 1.826 y una de aislamiento por cada 84.000 personas. Cifras alejadas de sistemas sanitarios como el de los países de Europa, que también se han visto obligados a imponer cuarentenas para no saturar sus sistemas sanitarios con un éxito relativo hasta el momento, por lo que hay serias dudas sobre la capacidad de India de hacer frente al coronavirus incluso a pesar de las medidas drásticas. No solo en sanidad, sino también para mantener el abastecimiento de productos y servicios básicos a toda su población.

También preocupa el hecho de que, con la cuarentena, se corre el riesgo de agravar las penurias de la cuarta parte de la población india que ya vive bajo el umbral de la pobreza y de los 1,8 millones de personas sin hogar. Además, los jornaleros y otros trabajadores sin contrato son la base de la economía india y suponen en torno al 85% del empleo del país, según datos oficiales. Muchos de ellos compran comida con el dinero que ganan al día y no tienen ahorros a los que recurrir.

Caos inicial

Al imponer una cuarentena tan amplia con tan poco margen de tiempo, el Gobierno indio logró que el país se sumiera en el caos en las primeras horas del confinamiento. De hecho, aunque las autoridades precisaron que las tiendas de comestibles y servicios esenciales como las farmacias permanecerían abiertas, la imprevista y desorganizada puesta en marcha del confinamiento derivó en el cierre de gran parte del comercio, desatando la incertidumbre entre la población.

De estas forma, en grandes ciudades como Nueva Delhi o Bombay se formaron grandes aglomeraciones frente a las pocas tiendas abiertas, que veían cómo pronto agotaban sus existencias. El transporte público permaneció también suspendido y muchos de los trabajadores de los que depende el funcionamiento de servicios fundamentales, como las tiendas de comestibles o las farmacias, se ausentaron o completaron largos recorridos a pie para llegar hasta sus trabajos.

Otro grupo importante de la actividad del país, trabajadores y obreros que viajan desde sus aldeas hasta sus centros de trabajo, quedaron varados en la capital al carecer de transporte. Y muchos de ellos, aunque lograran volver, no podrían entrar en sus pueblos porque, como han estado en la ciudad, la gente de su comunidad teme que lleven el virus.

El servicio doméstico también ha tenido que improvisar: los trabajadores, jardineros, cocineros y chóferes se han acomodado dónde pueden, muchas veces en habitaciones improvisadas en casa de sus patrones, pero sin certeza de si podrán manejar la situación durante las tres semanas que durará el confinamiento.

Proteger a los médicos

Las fuerzas del orden público se encuentran en la calles imponiendo con dureza, palo en mano, las medidas de distanciamiento social y castigando las violaciones del confinamiento. El Gobierno ya ha avisado que recurrirá al ejército de ser necesario.

Pero lo que más preocupa en el país es el bienestar de sus servicios sanitarios. Modi  ya se ha referido a la necesidad de prevenir ataques contra médicos por parte de la población, un escenario que el país ha presenciado repetidas veces en el pasado y que se acentúa ahora por el nerviosismo ante la creciente presión en los hospitales por la pandemia.

«En esta hora de crisis, aquellos con batas blancas son la encarnación de Dios. Hoy están salvando vidas, poniendo sus propias vidas en peligro», ha resaltado el primer ministro, que ha indicado que dio instrucciones precisas a las fuerzas de seguridad para protegerlos.

Por otra parte, el confinamiento de la India, una de las mayores economías del mundo, representa también un problema para el mercado global de medicamentos genéricos. Aunque de momento no hay problemas de inventarios, el confinamiento podría afectar seriamente a la producción.

Este miércoles el Ministerio de Comercio envió una notificación en la que prohíbe la exportación de hidroxicloroquina, usada para el tratamiento de la malaria, y recientemente y de manera experimental para la prevención del coronavirus. Un día antes fue también prohibida la exportación de gel antibacterial, de equipo médico para la asistencia respiratoria, y material para máscaras, fundamentales para tratar casos crónicos del virus.



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