En Rusia, el número relativamente bajo de contagios por coronavirus podría deberse a problemas a la hora de realizar suficientes pruebas, aunque por ahora los ciudadanos continúan llevando una vida casi totalmente normal a pesar del cierre de fronteras



Tras confirmar este jueves su primera muerte por coronavirus, Rusia empieza a ser consciente de un problema que hasta ahora habían ignorado casi por completo. Los contagios superan ya los 200, una cifra todavía baja que el Gobierno asegura que está «bajo control», aunque algunos médicos critican que el verdadero alcance de la enfermedad es desconocido porque no se realizan suficientes tests. Por el momento, el presidente Vladimir Putin ya ha pedido a las autoridades que estén listos «para lo que está por venir».
El primer fallecimiento ha sido el de una mujer de 79 años, profesora universitaria, que ya tenía patologías previas. Rusia, que ha prohibido temporalmente la entrada a extranjeros e impuesto una serie de restricciones de vuelo, ha informado de dos centenares de casos de coronavirus hasta ahora, mucho menos que en otros países europeos.
Aunque la cifra de contagios ha aumentado drásticamente en los últimos días, las autoridades aseguran que la situación está bajo control y que la mayoría de las personas infectadas han ingresado a Rusia desde puntos críticos de expansión de la enfermedad. Sin embargo, algunos médicos han cuestionado la veracidad de los datos rusos, ya que no se están haciendo suficientes pruebas para conocer la extensión real de la epidemia y, además, la evaluación de esos tests está centralizada en una empresa estatal en Siberia.
Aún así, el mensaje del Gobierno sigue siendo único e inequívoco: todo está bajo control. Pero hay mucha preocupación: mucha gente, incluyendo expertos epidemiológicos y medios de comunicación, no confía en el bajo número de casos que informa el gobierno. Incluso se especula con que se esté ocultando la historia real, una situación que, por supuesto, los rusos han experimentado mucho en el pasado: la comparación con la desinformación que siguió a la explosión nuclear de Chernobyl es inevitable.
Aunque algunos periódicos han reportado compras de pánico en algunos puntos del país, las imágenes que llegan de Rusia siguen mostando calles normales y ocupadas: la mayoría de la gente, por ahora, sigue con sus vidas como si nada. Aunque el transporte público en ciudades como Moscú o San Petersburgo está menos concurrido, esto se debe a que muchas personas están optando por coger más el coche, causando enormes atascos.
Algunas medidas
Rusia ha evitado por el momento tomar medidas restrictivas generales contra el conjunto de la población, pero si ha aplicado algunas estrategias preventivas para evitar la entrada del virus. Putin fue de los primeros líderes mundiales que cerró la frontera con China y actualmente todo el territorio ruso tiene vetado la entrada de extranjeros.
Además, se han impuesto reglas de cuarentena para los rusos provenientes de países afectados, con penas de prisión muy altas si se violan. Las escuelas permanecerán cerradas hasta el 1 de mayo y se ha recomendado a la población anciana o con patologías previas que permanezca en sus domicilios.Sin embargo, sigue habiendo muchos expertos que creen que simplemente no sabemos cómo de extendido está el virus en esta etapa. El gobierno ha centralizado las pruebas, que es realizado por una institución con sede en Siberia, y los expertos han calificado este sistema centralizado como «poco confiable». Las otras empresas que han desarrollado pruebas no pueden venderlas.
Además, la centralización no sólo en las pruebas sino en los tratamientos puede estar siendo contraproducente. Hay médicos que han asegurado que no informaron de casos sospechosos de COVID-19 porque les preocupaba que sus pacientes fueran enviados a una instalación gubernamental donde podrían ser ubicados en la misma habitación que otros pacientes y enfrentarían una situación aún más peligrosa. Otros explican que tampoco informaron porque les preocupaba tener que cerrar su consulta debido al temor de propagar el virus.
Por otro lado, la falta de atención médica adecuada ha sido un gran problema en los últimos años, un fallo estructural que plantea dudas sobre cómo va a hacer frente el gobierno a la crisis sanitaria cuando el virus se generalice. El sistema ruso dispone solo de 12.000 camas de cuidados intensivos para una población de 147 millones, aunque se extán contruyendo hospitales para enfermedades infecciosas de manera urgente.
