El parón económico provocado por el Estado de Alerta ante la epidemia de coronavirus está afectando a la demanda de electricidad. Según REE, en la primera semana de confinamiento el consumo se redujo un 7,5 % de media respecto a la misma semana del año anterior



El parón de actividad generado por el Estado de Alerta ante el coronavirus y la paralización de actividades comerciales e industriales se han dejado notar de forma evidente en el consumo eléctrico. Durante la primera semana de confinamiento de la población, del 16 al 22 de marzo, la demanda eléctrica en el sistema peninsular fue de 4.344 GW/h lo que supone una bajada media del 7,5% respecto al mismo periodo del año anterior. La reducción es más rotunda si se compara con la semana previa de este mes de marzo. La primera semana de encierro generó una demanda eléctrica 10,4 % inferior a la semana anterior.
El Ágora ha contactado con Red Eléctrica de España (REE), la empresa responsable de la operación del sistema eléctrico, para entender las claves tras estos números. Tomás Domínguez, director de Operación de REE explica que la crisis del coronavirus está modificando el patrón de la curva de la demanda: “En esta última semana, hemos apreciado que la demanda en los días laborables se está reduciendo entre un 5 % y un 10 %. En concreto, el cómputo total de la semana pasada del 16 al 22 de marzo nos ha dejado una demanda a nivel nacional un 7,5 % más baja que la demanda de la semana equivalente de 2019”.


En el análisis de la variación de la demanda también se deben tener en cuenta otros factores como las temperaturas, que pueden modificar las necesidades de suministro, aclara Domínguez. Si embargo, la reducción es tan notable, sin precedentes previos, que puede decirse que estamos ante un fenómeno histórico.
Cambian las pautas de consumo
Además del cambio en el volumen también se han modificado las pautas horarias. “Respecto a la demanda horaria, en los primeros días del aislamiento se observó que por la mañana se estaban produciendo demandas más bajas de lo habitual, ya que el componente fundamental que fija ese consumo es la actividad económica. Estas luego repuntaban durante la tarde, al asociarse más esa demanda al consumo doméstico, alcanzando niveles similares a los de semanas previas”, afirma el portavoz de REE.
Sin embargo, explica Domínguez, en los últimos días, y muy probablemente debido a las medidas más extremas de confinamiento que fijó el gobierno, la tendencia ha cambiado: “Actualmente la punta de la demanda por la mañana es similar a la de la tarde, denotando un mayor consumo doméstico en esa primera parte del día y cambiando significativamente la forma típica de la curva para este periodo del año, donde siempre las puntas de consumo por la tarde son superiores a las de la mañana”.
El mix de generación no cambia
Una de las cuestiones es conocer si estos cambios afectan también a las fuentes empleadas y a las emisiones de CO2 asociadas al mix de generación elegido. Desde REE aclaran que no ha habido cambios reseñables debido a la propia configuración del sistema: “Los medios de generación siguen disponibles como siempre y siguen comportándose como venían haciéndolo en los distintos mercados. Evidentemente, el mix va cambiando día a día en función de la producción de las fuentes de generación renovable y seguirá siendo así. Por tanto, la situación generada por el coronavirus no ha producido cambios significativos en la estructura de generación”, explica Domínguez.
El origen de la electricidad en España
El ciclo combinado de gas, con un 21,9 % del total, ha sido la tecnología que más aportó al mix de generación, seguida de la nuclear (21,2 %), la eólica (20,6 %), la cogeneración (11,4 %) y la hidráulica (9 %). Detrás quedó el carbón que, con el 5 % del total de generación nacional se anotó la menor participación de esta tecnología desde que Red Eléctrica tiene registros. La solar superó al carbón, ya que llegó hasta un récord de 5,5 % de la generación eléctrica del país, repartidos en un 3,5% para la solar fotovoltaica y en un 2 % para la solar térmica.
El sistema eléctrico español tiene la obligación de ser capaz de atender la demanda instantánea en todo momento, incluidos picos de máxima demanda. Para eso cuenta con una potencia instalada muy superior al récord diario de consumo instantáneo. Es decir, España tiene plantas de generación eléctrica de distintas tecnologías suficientes para atender sobradamente las necesidades potenciales que pudieran presentarse. Día a día, se recurre a unas u a otras fuentes de generación poniendo en actividad unas instalaciones o apagando otras. Tienen entrada preferente las renovables y la nuclear, esta última debido a que por sus peculiaridades tecnológicas no puede ser desconectada, con lo que ofrece un flujo constante y básico al sistema.
En condiciones de baja demanda, y siendo un sistema redundante en plantas de generación, resulta más fácil fijar cada día un mix óptimo en términos económicos y climáticos.
Evolución futura
¿Cómo evolucionará la demanda a partir de ahora? En el sector se tiene la intuición, cuando ya vamos por la segunda semana de confinamiento, de que se ha llegado a una especie de suelo de bajada de demanda y que no descenderá mucho más. Sin embargo, la incertidumbre es amplia.


“Es difícil conocer con precisión cómo se comportará la demanda en las próximas semanas porque estamos en un contexto de incertidumbre muy elevada. Desde Red Eléctrica realizamos previsiones teniendo en cuenta todos los horizontes posibles y seguiremos adecuando nuestras previsiones a la evolución que vaya experimentando esta situación. Y, por supuesto, seguimos trabajando para garantizar el suministro de energía eléctrica para todos los españoles”, afirma Tomás Domínguez.
En ese sentido, REE ha aplicado una serie de medidas contempladas en los protocolos de actuación para situaciones de emergencia. Para garantizar la seguridad del suministro eléctrico en España, REE dispone en la península de dos centros de control independientes y redundantes y ha reforzado esa duplicidad habilitando un tercer centro, con lo que ante cualquier contingencia siempre habría un cerebro del sistema listo a funcionar.
Cada uno de los centros tiene total autonomía y, además, están operados por equipos independientes y totalmente aislados. En el caso de los sistemas insulares se han implantado medidas análogas. Además, estos últimos pueden ser operados desde los centros de control ubicados en la península si fuera necesario, explica REE.
