Científicos han analizado el genoma del nuevo coronavirus y lo han comparado con otros patógenos similares para averiguar el origen del virus. Sus resultados determinan firmemente que el SARS-CoV-2 ha evolucionado en la misma naturaleza y no en un laboratorio, como afirman teorías conspirativas



Con la aparición de los primeros pacientes con síntomas de coronavirus en la ciudad de Wuhan en diciembre de 2019, la humanidad comenzó a preguntarse sobre el origen de este nuevo patógeno.
En un principio, expertos en la materia apuntaron a que el reservorio inicial se encontraba en la naturaleza, concretamente en los murciélagos o pangolines. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, esa información se fue diluyendo y sustituyéndose por otra poco contrastada que hacía alusiones a teorías conspirativas, como que el virus es una herramienta creada en el laboratorio por entes gubernamentales para controlar a la humanidad.
Ahora, la ciencia vuelve a suministrar una dosis de realidad a todos esos mal llamados “expertos” a través de un estudio publicado en la revista Nature Medicine en el que se determina “claramente”, a través de una serie de pruebas, que el SARS-CoV-2 se originó a través de procesos naturales.Para poder determinar el origen del patógeno, el equipo de investigadores involucrados en la investigación se centró en el análisis del genoma del coronavirus que los científicos chinos pusieron a disposición de todo el mundo poco después del inicio de la pandemia.
Concretamente, el equipo centró su atención en los RBD (receptor-binding domain), situados en las «espigas» que rodean al virus y que se utilizan para atrapar a las células animales, y en el sitio de escisión polibásico (RRAR) de cada espiga, que es la «herramienta» que usa el virus para abrir la célula y así entrar en ella.
Gracias al análisis de esas dos estructuras, los científicos descubrieron que los aminoácidos que componen los RBD habían evolucionado con respecto a otros coronavirus para atrapar con gran eficiencia los receptores de las enzimas ACE2 -que se encuentran en células involucradas en la regulación de la presión arterial en pulmones e intestinos- en humanos, gatos y hurones, entre otras especies.
De hecho, la alta afinidad en los receptores sugirió a los científicos que la selección natural debía estar detrás de esa evolución, y no una “manipulación genética intencionada”.
Por otro lado, indican que, si se hubiese llevado a cabo una posible manipulación genética en otro coronavirus para elaborar el SARS-CoV-2, se hubiese utilizado el “armazón” de uno de los coronavirus ya existentes. Sin embargo, el análisis de los sitios de escisión reveló que se tratan de unas estructuras totalmente nuevas que no se encuentran en otros coronavirus.
“Al comparar los datos disponibles de la secuencia del genoma para las cepas conocidas de coronavirus, podemos determinar firmemente que el SARS-CoV-2 se originó a través de procesos naturales«, explica Kristian Andersen, profesor asociado de inmunología y microbiología en Scripps Research y autor de la investigación.
Teorías sobre el origen del SARS-CoV-2
En base a sus resultados, el grupo de científicos puso sobre la mesa tres posibles escenarios que “pueden explicar de manera plausible el origen del nuevo coronavirus”.
En el primero de ellos, los científicos proponen que la porción RBD que se une a las células y el sitio de escisión que abre el virus habrían evolucionado a su estado actual antes de ingresar en los humanos.
En este supuesto, la epidemia actual probablemente habría surgido rápidamente tan pronto como los humanos estuvieran infectados, ya que el virus ya habría desarrollado las características que lo hacen patógeno y capaz de propagarse entre las personas.
«No creemos que ningún tipo de escenario de laboratorio sea plausible», informan los científicos
Este escenario tiene sentido dado que algunos coronavirus de pangolines tienen una estructura RBD muy similar a la del SARS-CoV-2, por lo que uno de esos patógenos pudo haberse transmitido a un humano y empezar a evolucionar en su nuevo huésped para adaptarse.
Y en tercer lugar, los científicos comentan que es posible que una cepa de coronavirus haya podido evolucionar durante un cultivo celular puntual en laboratorio y luego liberarse de forma fortuita en las instalaciones. Sin embargo, el hallazgo de coronavirus de tipo SARS-CoV de pangolinas con RBD casi idénticos proporciona una explicación mucho más sólida y veraz de cómo el COVID-19 los adquirió.
“Aunque la evidencia muestra que el SARS-CoV-2 no es un virus manipulado a propósito, actualmente es imposible probar o refutar las otras teorías de su origen descritas aquí. Sin embargo, dado que observamos todas las características notables de SARS-CoV-2, incluido el RBD optimizado y el sitio de escisión polibásica, en coronavirus relacionados en la naturaleza, no creemos que ningún tipo de escenario de laboratorio sea plausible”, concluyen los científicos.
