Paisajes de la batalla (V): el comercio - EL ÁGORA DIARIO

Paisajes de la batalla (V): el comercio

El comercio minorista es uno de los termómetros utilizados para saber el estado de la economía y tiene una correlación directa con el estado de los demás sectores. Analizamos cómo afectará la crisis sanitaria a un sector que supone el 21,6% del PIB español


Tras el Real Decreto que declara el estado de alarma, la gran mayoría de comercios españoles se vieron obligados a cerrar, permaneciendo abiertos únicamente aquellos dedicados a la distribución de alimentos, farmacias o estancos, aunque el e-commerce todavía permanece activo. Es evidente que esta situación anómala va a repercutir negativamente en el sector del comercio, que representa el 21,6% del PIB español, siendo el sector con mayor importancia, y que emplea a 5,3 millones de trabajadores (Equivalente a Tiempo Completo ETC) entre asalariados y autónomos, y de acuerdo con la Encuesta de Población Activa (EPA), serían 3,8 millones los asalariados dedicados al comercio, con una temporalidad del 27%, según el INE.

Hay que tener en cuenta que la confianza del consumidor venía presentando un agotamiento previo a esta situación, reflejado en el Índice de Confianza del Consumidor, publicado por el CIS, que es en realidad la media aritmética de la situación actual de la economía familiar, de la economía española y del empleo, respecto a la que existía hace seis meses, y de las expectativas respectivas para los próximos seis meses. El índice reflejaba en febrero un retroceso de 1,5 puntos, debido al descenso de la valoración actual en 0,7 puntos y al de las expectativas de futuro, cuya caída es bastante más pronunciada, llegando a 2,3 puntos. Se desprende de estos datos que los españoles valoraron peor su situación que el mes anterior, pero es más preocupante el dato sobre las expectativas futuras, que sufre un empeoramiento considerable de un mes para otro, datos que contrastan con los de enero, cuando se produjo un aumento del ICC de 9,5 puntos. Es esperable que los datos de marzo de este índice reflejen el impacto producido por la actual crisis sanitaria, por lo que este indicador sobre la confianza del consumidor descenderá significativamente tal y como están evolucionando las cosas.

«Puesto que el tejido empresarial en España está compuesto en su mayoría por pymes, su capacidad de financiación está prácticamente supeditada a la financiación bancaria»

Pensemos que el comercio minorista es uno de los termómetros utilizados para saber el estado de la economía y tiene, por tanto, una correlación directa con el estado de los demás sectores. Por ejemplo, durante la última crisis financiera, se produjo una contracción del PIB del Comercio del 4% entre 2011 y 2013. Precisamente, desde 2015 hasta 2018, años en los que la economía española ha experimentado un crecimiento económico positivo, incluso superior a la media de los países miembros de la Unión Europea, el comercio se comportó positivamente, con un crecimiento anual compuesto del 4,3%.

Es cierto que en los últimos meses se empezaba a hablar de una posible ralentización de la economía española, cifrando el FMI en enero de este año el crecimiento de España al 1,6% del PIB, dos decimas por debajo de lo esperado, lo que ya de por si iba a tener consecuencias directas en el crecimiento del comercio español. Esta ralentización de la economía podía empezar a verse, por ejemplo, en el del número de matriculaciones de vehículos nuevos, un indicador ampliamente utilizado para medir el estado de la economía y que ya alertaba de este hecho, dado que en febrero de 2020 cayó un 6% respecto al mismo mes de 2019, mientras que, en enero, este mismo indicador reflejaba una caída de las matriculaciones del 10,7% respecto al mismo periodo de 2019.

Ante la situación de crisis sanitaria actual, los requerimientos de liquidez por parte del sector serán elevados, el ajuste de las plantillas a través de los ERTEs paliará una parte de costes fijos, pero queda una buena parte como la de los alquileres y las obligaciones financieras y fiscales. Puesto que el tejido empresarial en España está compuesto en su mayoría por pymes, su capacidad de financiación está prácticamente supeditada a la financiación bancaria de ahí la importancia que las medidas adoptadas cuenten con el compromiso de las Entidades Financieras para facilitar el flujo de los recursos aprobados de forma extraordinaria hacia la economía real.

«Está por ver cómo se realizará la ejecución de las ayudas económicas a las empresas y si estas serán suficientes»

Las medidas anunciadas en el Real Decreto-ley 8/2020, de 17 de marzo, de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19, están dirigidas principalmente a apoyar los aspectos mencionados, destinando 100.000 millones en avales para la renovación de préstamos, y se amplía la capacidad de endeudamiento del ICO en 10.000 millones para facilitar inmediatamente liquidez adicional a las empresas, especialmente a las pymes y a los autónomos, a través de las líneas de ICO de financiación ya existentes. Para los exportadores se refuerza la línea CESCE con el aumento por cuenta del Estado de sus garantías, por último  se facilita  el  pago  de  las  deudas  tributarias,  se flexibilizan los plazos para el pago, tanto en período voluntario como en período ejecutivo, así como el pago derivado de los acuerdos de aplazamiento y fraccionamiento.

Las medidas extraordinarias para los ERTES, garantiza por ejemplo cobertura a personas que no tenían derechos de prestación la cual no computará  a efectos  de  consumir  los  periodos  máximos  de  percepción  legalmente  establecidos y se exonera a  las  empresas  del  pago  del  75%  de  la  aportación  empresarial  a  la  Seguridad  Social  alcanzando  dicha  exoneración  el  100%  de  la  cuota  cuando  se  trate  de  empresas  de  menos  de  50  trabajadores,  siempre  que  éstas  se  comprometan a mantener el empleo. Si bien, está por ver cómo se realice la ejecución de estas ayudas y si estas serán suficientes,

La duración y la intensidad de esta contracción dependerá, en primer lugar, de las consecuencias directas del periodo de inactividad derivado de la actual situación de emergencia sanitaria, pero también se verá afectado por el posterior comportamiento del resto de sectores, en especial de aquellos sectores con más influencia en el PIB, como por ejemplo el turismo, que tiene un impacto elevado en el comercio español y que amenaza con tener un bache importante debido al coronavirus. A medida que esta crisis sanitaria se aleje en el tiempo, la recuperación de sectores clave del país, en especial del turismo, provocarán que poco a poco el comercio pueda volver a su senda de crecimiento habitual dado que la demanda de productos irá repuntando a medida que la economía comience a recuperarse de nuevo.

«Aquellos comercios de menor tamaño y con márgenes más pequeños sufran más las consecuencias directas económicas del coronavirus»

Exceptuando los distribuidores de alimentos y bienes de primera necesidad, cuya apertura está exenta de la prohibición contenida en el Real Decreto, se prevé que esta situación tenga impactos directos en las empresas dedicadas al comercio en nuestro país. Algunos grandes comercios como el Corte Ingles ya han anunciado un ERTE que afecta a gran parte de su plantilla, si bien es cierto que no se debe hablar de pérdidas de puestos de trabajo como tal, dado el carácter suspensivo del contrato de trabajo en este tipo de expedientes reguladoras de empleo. Otras firmas de moda más pequeñas como Adolfo Domínguez o Pompeii han anunciado también un ERTE que afectará al 100% de su plantilla.

En este periodo de inactividad, es altamente posible que aquellos comercios de menor tamaño y con márgenes más pequeños sufran más las consecuencias directas económicas del coronavirus, dada su incapacidad de generar ingresos durante el tiempo que dure la reclusión. Por ello, situándonos en un escenario ya anunciado de prórroga del estado de alarma actual a otros quince días, que probablemente se extienda otros quince días más, como mínimo, los costes fijos de este tipo de negocios, como los alquileres de local, y la necesidad de financiación a corto característica de este tipo de empresas, puede provocar el cierre definitivo de algunas de ellas.

Es cierto que el comercio online está mitigando parte de las consecuencias negativas de esta situación para el comercio, pero para los negocios que todavía no han emprendido el proceso de digitalización, el crecimiento experimentado en estos años del comercio electrónico (29% en 2018, de acuerdo con la CNMC), en funcionamiento a pesar del virus, era una amenaza que ya estaba teniendo un impacto directo en los comercios físicos y que puede verse reforzado ante el uso de este de nuevos compradores durante este periodo de confinamiento.

También es especialmente preocupante el elevado número de trabajadores temporales que se verán afectados por esta crisis, si bien es cierto que la vuelta a la normalidad ayudará a recuperar el nivel de empleo de esta población. Habrá que confiar en que las medidas económicas aprobadas por el Ejecutivo aplaquen al menos las previsiones más pesimistas y consigan reducir en la medida de lo posible la caída del consumo y del comercio en nuestro país, aunque me temo que lo programado será insuficiente y que harán falta nuevas ayudas.


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