El coronavirus sale de la clandestinidad y secuestra España

El coronavirus sale de la clandestinidad y secuestra España

Bolsas que colapsan, escuelas que cierran en Madrid y Álava y cifras de afectados que aumentan cada hora. El coronavirus se extiende por varios países europeos, amenazando con colapsar la economía y la sociedad en España mientras Italia paraliza el norte del país


La Blitzkrieg o “guerra relámpago” fue una táctica militar que utilizaron con gran éxito los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Su funcionamiento era simple: un bombardeo seguido del uso de fuerzas móviles atacando con velocidad y sorpresa, lo que colapsaba la defensa enemiga. Sin embargo, en 2020, la Blitzkrieg no implica tanques ni bombas y los alemanes no son más que una víctima adicional de un ataque que, eso sí, sigue siendo igual de fulgurante e inesperado. El ser humano se defiende como puede del coronavirus, en una guerra que acaba de comenzar pero que cada día parece acelerarse más. Una situación de crisis de la que España no parece que se vaya a librar.

Este lunes, sin embargo, el protagonismo bélico no ha estado tanto en el campo de batalla como en la retaguardia. El pánico a la pandemia se ha instalado definitivamente en los mercados financieros, hasta tal punto que Wall Street ha tenido que suspender la cotización 15 minutos para frenar la caída al abismo de la Bolsa por el miedo al virus y al desplome del precio del petróleo.

Porque este lunes todo ha comenzado (como tantas otras guerras) por el preciado oro negro: Arabia Saudí ha bajado de manera brusca los precios de sus gigantescas reservas para forzar a sus socios de la OPEP, principalmente Rusia, a negociar un recorte en la producción. Esto se debe a que la demanda de petróleo se ha erosionado mucho con el parón de actividad chino por, esta vez sí, el coronavirus. Un parón que algunos inversores temen se extienda al resto de la economía globalizada y haga mucho daño a los países productores de petróleo.

El batacazo económico se ha oído por medio mundo, y por supuesto, en España también. El IBEX 35 ha sufrido con un -7,96% la tercera peor caída de su historia, solo superada por hitos negativos de nuestro pasado reciente como la victoria del Brexit en el referéndum de 2016 y la quiebra de Lehman Brothers que daría comienzo a la crisis económica de 2008. Todo esto no hace sino sumar aún más incertidumbre a la economía global, que la semana pasada ya vio como sus expectativas de crecimiento eran rebajadas por la OCDE ante el parón chino y la ruptura de las cadenas de suministro.

El frente español se tambalea

Más allá del frente económico-financiero, el ataque fulgurante de un virus que ni siquiera conocíamos hasta apenas unos meses empieza a acelerarse. Más de un millar de personas están contagiadas en España, de las que 28 han fallecido, según los datos cotejados del Ministerio de Sanidad y los gobiernos regionales. Pero las zonas afectadas no se reparten homogéneamente; al igual que, en la Blitzkrieg, los tanques arremetían contra un solo flanco del frente para romper la línea defensiva, el coronavirus está dando problemas a todo el sistema de contención español al concentrarse en dos zonas: Álava y Madrid.

En la primera, paradójicamente, el foco del contagio estaría en un funeral celebrado hace dos semanas, que ha resultado en al menos 60 infectados directos. Para intentar frenar la expansión del virus se cerrarán durante 15 días guarderías, colegios, institutos y centros universitarios en Vitoria. Además, el Ejecutivo vasco ha puesto en cuarentena una residencia de ancianos en esa ciudad y ha clausurado los dos centros educativos de Labastida. En la provincia contigua, La Rioja, la Guardia Civil ha tenido que desplegarse en la localidad de Haro para asegurar la cuarentena de sus habitantes, que también habrían entrado en contacto con el virus por los asistentes al fatídico funeral.

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Agentes de la Guardia Civil desplegados en Haro (La Rioja) para asegurar la cuarentena de sus habitantes. | EFE

En el caso de Madrid, el foco no estuvo en un funeral sino en un centro de mayores de la localidad de Valdemoro. Allí, también se cerrarán los centros educativos durante dos semanas.

En cualquier caso, los expertos ya hablan de que, en la Comunidad de Madrid y en el País Vasco hay una transmisión comunitaria. Es decir, que el virus ya está circulando entre personas que no han viajado a zonas de riesgo lo que nos situaría en una nueva fase de esta difícil guerra: la de la contención masiva y la de la mitigación.

Italia paralizada

En Italia ya saben de lo que hablamos. El país transalpino ha tenido la desdicha de ser la primera víctima de esta Blitzkrieg vírica, por lo que se encuentran ya varias semanas por delante en el desarrollo del virus. Y las noticias no son buenas.

Italia ha decidido tomar medidas drásticas, las más radicales de de cuantas se han adoptado fuera de China para contener el avance del coronavirus, ante el empeoramiento del brote en el norte del país, la zona más próspera de Italia. El Gobierno ha emitido un decreto mediante el cual aislará, hasta el 3 de abril, toda la región de Lombardía, donde viven 10 millones de personas. En la zona, cuya capital es Milán, se ha registrado el mayor número de contagios y se ha decidido por tanto restringir ampliamente la libertad de movimiento, aunque con desigual éxito. Los italianos, a diferencia de los chinos, parecen no llevar demasiado bien las limitaciones gubernamentales.

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Dos turistas con mascarilla pasean por las casi desiertas calles de Turín (Italia). | EPA/ALESSANDRO DI MARCO

La medida, que afecta a otras 14 provincias de las regiones de Piamonte, Emilia Romaña y Véneto, que en conjunto tienen más de seis millones de habitantes, obligará también a cerrar discotecas y los bares solo podrán abrir si aseguran un metro de distancia entre comensales dentro de sus locales. Fuera de esta “zona Cero” también se cerrarán museos, cines y teatros de todo el territorio italiano, además de suspenderse las manifestaciones y los espectáculos públicos o privados.

El norte de Italia, y en gran medida todo el país, parecerá durante las próximas semanas una zona prohibida, con un toque de queda que recuerda al de las ciudades que temen más bombardeos. Pero en este caso las bombas son nuevas apariciones de un virus que supera ya los 110.000 contagios y 3.800 muertos a nivel mundial, aunque China concentra alrededor de un 80% de los casos.

A la espera de un plan de choque

En España, la gestión de la crisis ha recaído sobre todo en el Ministerio de Sanidad, que a través del doctor Fernando Simón se esfuerza en coordinar los esfuerzos de las comunidades autónomas frente al coronavirus, ya que son éstas las que tienen las competencias en la materia. Por ahora, las disparidades en los sistemas sanitarios regionales ya está dando quebraderos de cabeza muy importantes a la población en un área clave: la información.

Momentos como el de este lunes, en el que poco después de que el propio Simón diera una cifra de afectados que apenas media hora después se duplicaban al no haber recibido antes los datos actualizados de algunas comunidades, hablan por sí solos de los problemas de descoordinación. El escenario oficial, hasta este domingo, era el de contención: identificar contagios, para poder aislarlos y trazar su origen, con el objetivo de evitar una trasmisión comunitaria descontrolada. Los contagios comunitarios en el País Vasco y Madrid pueden cambiar la torna, por lo que la coordinación entre administraciones es más necesaria que nunca.

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El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, durante la rueda de prensa de este lunes. EFE/Luca Piergiovanni

A la cuestión de la gestión sanitaria se ha sumado este lunes el rifirrafe político. Como pasa muchas veces en las ofensivas sorpresa, el invasor ha acabado por dividir la unidad del bando defensor. El Partido Popular ha sido el primero en romper el apoyo sin fisuras a la estrategia del Gobierno, con su líder, Pablo Casado acusando al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de “no dar la cara” y proponiendo al Ejecutivo un paquete de medidas económicas y urgentes que podrían ser aprobadas vía real decreto ley, anticipando que los populares respaldarían las medidas con sus votos en el Congreso.

Es cierto que, hasta este lunes, Sánchez había optado por permanecer en la sombra, una actitud que contrasta con la del resto de líderes de países afectados, que han optado por comparecencias públicas para tranquilizar a la población. Solo Angela Merkel había guardado un silencio similar al del presidente español. Por eso, apenas unas horas después de la comparecencia de Casado, Sánchez ha anunciado “un plan de choque” para hacer frente al impacto social y económico del coronavirus. Sin embargo, no ha dado detalles sobre el contenido del mismo, que asegura se desvelará en los próximos días. Por ahora, el pánico bursátil ya está inflando la prima de riesgo de los países del sur de Europa.

En otros países, el contraataque ya está en marcha. Alemania, a pesar del silencio de Merkel, impulsará inversiones, concederá ayudas a empresas y financiará las reducciones de jornada por caída de la producción con 12.400 millones de euros para afrontar la crisis por la enfermedad. Y se espera que el Banco Central Europeo anuncie este jueves un recorte en los tipos de interés, que ya son negativos, para impulsar el crecimiento.

Un cambio esperanzador

Eso sí, mientras en Europa y Estados Unidos el pánico inunda las Bolsas y los pasillos de los supermercados, en China, cuna del virus, ya empiezan a avistar el final de la invasión. Este domingo, la Comisión Nacional de Salud ha anunciado 44 nuevos contagios, la cifra oficial más baja desde que se reconociera la gravedad de la crisis en enero.

Es más, en los últimos tres días no se ha detectado ningún caso en Hubei, la provincia donde se encuentra Wuhan, que hasta hace un mes registraba nuevos contagios de 1.000 en 1.000. En el resto de China, se están registrando por docenas infecciones recientes, pero ya es debido a casos importados del extranjero. Es decir, ya no hay casi transmisiones comunitarias, lo que podría significar un pronto fin de la cuarentena.

El propio Gobierno ha asegurado ya que se está avanzando cada vez más hacia una posible vacuna para el coronavirus, que podría entrar en fase de investigación clínica para abril. Ese mes ha sido también señalado por otros expertos chinos como el posible momento de fin de la epidemia.

A partir de entonces, la pelota estará casi por completo en los países del llamado «primer mundo», que deberán demostrar una capacidad de control y contención similar a la china si quieren contener la invasión. En China también parecía que el avance de la Blitzkrieg del coronavirus era imparable, con cifras de contagiados y muertos que crecían exponencialmente y auguraban el apocalipsis. La realidad parece estar desmintiendo esa idea.

Algunas grandes superficies, como Ikea, han reabierto sus sucursales en Beijing, cerradas desde enero. EPA/WU HONG

La respuesta, en cualquier caso, estará en las medidas que tomen los Gobiernos y las instituciones internacionales, pero también en la capacidad que tengan los ciudadanos para vigilar su aislamiento en los casos más leves, que son la mayoría. Un artículo de la revista The Lancet del pasado viernes aseguraba que el comportamiento individual será crucial para controlar el coronavirus.

«Las acciones personales podrían ser más importantes que las acciones gubernamentales en las democracias occidentales», explicaba. Lavarse las manos, taparse bien la boca al toser y vigilar los posible síntomas son nuestras armas más potentes para frenar esta invasión tan atípica.



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