Uno de los objetivos de mis recomendaciones diarias en El Ágora en estos tiempos tan complicados es descubrirte pequeñas joyas ocultas que seguramente desconocías y te pueden resultar de interés, para distraerte durante un rato.
Por ello nada mejor que hablarte sobre Crashing, la opera prima de la actual chica de oro de la televisión, la británica Phoebe Waller-Bridge. No sé si es la primera vez que escuchas ese nombre, pero si te gustan las series seguro que la reconoces por ser la creadora de la fabuosa Fleabag (disponible en Amazon) ganadora al Emmy a la mejor comedia en 2019 y de un gran drama como Killing Eve (disponible en HBO y recién estrenada en RTVE ) también galardonada en esos mismos premios.
En caso que sea la primera vez que escuchas el nombre de Phoebe Waller-Bridge, estás de suerte porque vas a poder disfrutar de tres recomendaciones en lugar de una, pero hoy me voy a centrar en su opera prima, la gran comedia irreverente Crashing que ya mostraba todo el gran talento que ha confirmado en sus series posteriores.
Crashing sigue las vidas de seis veinteañeros que viven como guardianes de la propiedad de un hospital fuera de uso, por lo que pagan un alquiler irrisorio, a cambio de vigilar y evitar su deterioro, a medio camino entre un lugar de alquiler decente y la «okupación».
Todos ellos han llegado a esta situación porque no les quedaba otro remedio, sea porque no tienen dinero para permitirse nada mejor o porque están ahorrando para poder aspirar a algo mejor y que les permita subir en la escala social.
Lo barato del alquiler que pagan, compensa las desventajas de la falta de privacidad existente, así como la precariedad de las instalaciones, que dan la sensación de vivir como en una comuna en la que las interacciones entre todos sus miembros son constantes.
Crashing tiene su punto de partida en la llegada inesperada de Lulú (su creadora Phoebe Waller-Bridge) una chica desconcertante y desconcertada en la vida, buscando a su mejor amigo de juventud, Anthony, un camarero que vive con su novia Kate en esa ruina de hospital, para ahorrar y poder comprarse una casa.
La comunidad la completan Melody, una francesa aspirante a artista, encaprichada de un cincuentón recién divorciado que pulula de vez en cuando por la casa, el bromista y exuberante agente inmobiliario Sean, y por último Fred un gay tímido y muy apocado.
Todos ellos han llegado a esa situación obligados por la circunstancias y a pesar de que querer disimular todo a base de sexo y fiestas, empiezan a tener esa sensación de estar desperdiciando su vida, por el desencanto que se adueña de ellos tras recibir los primeros golpes duros de la vida adulta y empezar a ser conscientes de que los sueños de juventud no van a pasar de eso, solo sueños.
Los seis ya han volado y se han estrellado y el lugar les sirve para curar y relamer sus heridas mientras se replantean qué es lo que quieren hacer a continuación, en una comedia divertida en bastantes ocasiones, pero también con un regusto amargo por esa incertidumbre existencial que les empieza a carcomer por su interior.
Su creadora Phoebe Waller-Bridge (en la foto justo arriba) juega mucho con los equívocos y malentendidos para provocar las risas de una manera inteligente y elaborada, como una gran introducción para su obra maestra que ha sido Fleabag.
Al tener escasamente seis episodios de apenas treinta minutos, no te va a ocupar demasiado tiempo pero seguro que como me ha ocurrido a mí, te va a saber a poco y vas a echar de menos a esos personajes, aunque como siempre digo en estos casos, mejor pecar por defecto que por exceso.
Para finalizar te dejo con el trailer de Crashing.
Crashing está disponible en Netflix.