Entramos en nuestra séptima semana de confinamiento y como cada lunes lo hacemos con una serie española como en este caso El Vecino, una propuesta que podemos adscribir perfectamente dentro de la escuela del humor ‘chanante’ por la trayectoria de sus dos creadores, los prolíficos Raúl Navarro y Miguel Esteban. El Vecino es su nueva obra tras El Fin de la Comedia y Capítulo 0, adaptando el cómic homónimo de Santiago García y Pepo Pérez .
Su humor con toques absurdos pero basado en la observación minuciosa de situaciones cotidianas y costumbristas, ha ido progresando desde casi la autoproducción inicial de su proyecto con Ignatius Farray (El fin de la Comedia), hasta llegar la zona Champions audiovisual que representa hacer una serie para Netflix con directores como el gran Nacho Vigalondo implicados en un proyecto que ya ha sido renovado para una segunda temporada.
Javier es un treintañero que no consigue asentarse en su proyecto vital, sin poder salir de una espiral de trabajos precarios y sin aclararse en la relación con su pareja Lola, que depende de un hilo por su falta de compromiso en todos los aspectos de su vida.
Un día todo cambia, cuando se encuentra de casualidad con un extraterrestre moribundo (un autoparodiado Jorge Sanz) que le traspasa todos sus superpoderes sin que el pobre Javier sea consciente del marrón que le ha caído encima.
Esa súbita reconversión en superhéroe, al que bautiza como Titán, no es la panacea para todos sus problemas, sino más bien al contrario, al ser despedido de su enésimo empleo y de manera simultánea cortar con su novia Lola.
La adaptación a sus nuevos superpoderes es complicada, incluyendo el dominio de un traje molón que le permite no ser reconocido por su entorno mas cercano, excepto por su vecino José Ramón, un atribulado opositor a la judicatura que se convierte en su cómplice.
El Vecino se puede dividir en dos partes, la primera se centra en el aprendizaje de sus superpoderes con una torpeza que me recordaba en muchas ocasiones al personaje de El Gran Héroe Americano que amenizaba nuestras sobremesas ochenteras.
El siguiente paso son sus primeras misiones hasta que empiezan a ser recogidas en vídeo por numerosas personas y empieza a ganar en popularidad, mientras que su alter ego humano intenta recuperar a su novia periodista Lola, completamente obsesionada con conocer y entrevistar a Titan.
Las historias del protagonista se mezclan con toda una serie de tramas secundarias que describen la vida cotidiana de la gente de un barrio obrero madrileño, con un hincapié especial en denunciar la proliferación de las casas de apuestas que están destruyendo los tejidos sociales de estas comunidades empobrecidas.
La receta de combinar la premisa fantástica de un superhéroe con todas las de la ley, con la vida cotidiana de un barrio madrileño, es una apuesta simpática, bienintencionada y distraída en especial gracias a la gran interpretación de Quim Gutiérrez, que hace creíble a un personaje que no pierde sus raíces de carne y hueso a pesar de su nueva condición sobrenatural, bien acompañado de la popular Clara Lago (Ocho apellidos vascos) como su novia Lola.
El conjunto me ha parecido algo irregular, por la descompensación en algunas tramas y personajes secundarios (el vecino drogata o la policía del karma) que no me han parecido que mantuvieran el nivel de interés, pero eso no empaña que sus virtudes estén por encima de sus defectos.
Te dejo con el trailer oficial de la serie:
El vecino esta disponible en Netflix