Los bosques arden, el cielo se tiñe como el infierno, los pájaros se desploman en mitad del vuelo y el servicio meteorológico se ha quedado, literalmente, sin nombres para bautizar a tantos huracanes. El cambio climático tiene a Estados Unidos agarrado por el cuello, dicen los activistas, y por primera vez estas reivindicaciones parecen haber encontrado un recipiente político de primer orden: la campaña del aspirante demócrata a la presidencia del país, Joe Biden.
El veterano líder, cuya carrera se expande 47 años, más de 30 de ellos en el Senado y ocho en la Casa Blanca como vicepresidente de Barack Obama, ha trazado un plan de dos billones de dólares que fusiona la recuperación económica tras la pandemia con políticas ambientales. El objetivo prioritario es hacer que el sector eléctrico deje de contaminar para 2035 y bajar a cero las emisiones de carbono para 2050. La nueva infraestructura energética y de transporte aportaría un 40% de sus beneficios, por ejemplo la creación de empleo, a las comunidades más humildes.


“Aquí estamos, con una economía en crisis pero con una oportunidad increíble no solo para reconstruirla como estaba, sino para hacerla mejor, más fuerte y más adaptable”, declaró Biden el pasado 14 de julio, cuando presentó su plan.
El proyecto incluye, entre otras medidas, elevar la generación de energía solar, que en la actualidad representa un 9% del consumo eléctrico, reforzar puertos y carreteras contra los efectos del cambio climático, impulsar el desarrollo de tecnologías de almacenamiento del dióxido de carbono, extender el internet de alta velocidad y reemplazar los sistemas de tuberías de plomo. En otras cuestiones ha sido más conservador: Biden mantendría la energía nuclear, no prohibiría las técnicas de extracción hidráulica de gas y petróleo, o fracking, ni se comprometería a investigar a las corporaciones energéticas por su rol en el calentamiento global.
Para Trump, Biden alienta ‘una cruzada de la izquierda dura contra la energía americana’; según Biden, su contrincante republicano es ‘un pirómano climático’”
Aun así, varias instituciones científicas y académicas y grupos de activistas han dado la bienvenida al plan, titulado Build Back Better (“reconstruir a mejor”). Uno de los pocos pilares de campaña en los que el centrista Biden, conocido por sus políticas moderadas y su voluntad de tender puentes con los republicanos, ha ido más allá y se ha amoldado a muchas de las posturas climáticas más ambiciosas. Un reflejo, también, de la evolución de la opinión pública estos últimos años.
“Los estadounidenses están haciendo la conexión entre los desastres climáticos como las olas de calor, los incendios forestales, los huracanes destructivos, las sequías, etc., y el cambio climático”, explica por correo electrónico Antonieta Cadiz, portavoz de Climate Power 2020, un proyecto creado por el think tank demócrata Center for American Progress. “Encuesta tras encuesta, hemos visto que la gente está haciendo esas conexiones y al mismo tiempo está exigiendo acción por parte de sus líderes. Es un tema que incide en las inclinaciones electorales”.
Una reciente encuesta de Climate Power 2020, junto a Public Policy Polling Group, refleja que una mayoría de estadounidenses en los estados clave (aquellos donde pocos votos pueden definir el estado de un color o de otro) rechazan el negacionismo climático de Donald Trump y simpatizan con los planes ambientales de Biden. El margen de diferencia es de 27 puntos.


“El repóquer de crisis nacionales que ahora mismo vive Estados Unidos ha hecho que el clima quede en segundo plano”
Esta mayor audacia por parte del establishment demócrata responde al cada vez mayor número de evidencias científicas respecto al cambio climático, la reforzada visibilidad de iniciativas ecologistas, la caída de los precios de la energía solar y eólica, y en definitiva una creciente conciencia pública. Hace solo tres años, según un sondeo de Pew Research Center, el 38% de los norteamericanos creía que el cambio climático debería de ser una prioridad del presidente y del Congreso; la proporción aumentó al 52% el pasado febrero.
Sin embargo, el repóquer de crisis nacionales que ahora mismo vive Estados Unidos, desde la pandemia de coronavirus a la consiguiente debacle económica, las protestas raciales o la lucha política en torno al nombramiento de otro juez del Tribunal Supremo, ha hecho que el clima quede en segundo plano. Al menos en las portadas de los medios.


El presentador de Fox News Chris Wallace ha presentado la lista de seis temas sobre los que debatirán Joe Biden y Donald Trump el próximo martes, durante el primero de tres encuentros. Ninguno de ellos tiene nada que ver, al menos de forma directa, con el calentamiento global. “El cambio climático no se ve por ningún lado, pese a las semanas de noticias sobre los incendios en el Oeste americano y una temporada hiperactiva de huracanes atlánticos”, escribe Joseph Winters en Rolling Stone.
“Hay 37 senadores que han pedido a la Comisión de Debates Presidenciales que se diese más visibilidad al cambio climático en la agenda de temas”
La omisión quedó clara para 37 senadores, que pidieron a la Comisión de Debates Presidenciales que se diese más visibilidad al cambio climático en la agenda de temas. Una reivindicación con la que estarían de acuerdo el 74% de los encuestados en un sondeo de varias organizaciones mediáticas y ambientales.


Elecciones a la vista
Las ambiciones demócratas dependen, naturalmente, de su victoria en las elecciones de noviembre: y del tamaño de la misma. Los observadores climáticos vuelven la mirada al pasado, a los años de promesas de Barack Obama, y tuercen el gesto: el presidente afroamericano dejó las cuestiones climáticas para el final de su segundo mandato, cuando carecía del apoyo de las dos cámaras del Congreso. El demócrata solo pudo decretar y decretar, pero los decretos son como dibujos en la arena. Cuando Donald Trump ocupó su puesto, no tuvo ninguna dificultad en convertir estos decretos en papel mojado, revirtiendo gran parte de la legislación medioambiental de la década anterior.
El presidente de EEUU, en cuyo gabinete hay notables lobistas de las industrias contaminantes, ha dicho que el plan demócrata es fruto del radicalismo. “Joe Biden dio un discurso en el que dijo que el núcleo de su agenda económica es una cruzada de la izquierda dura contra la energía americana”, declaró el republicano. Biden respondió llamando a Trump “pirómano climático”.


Las propuestas climáticas de Biden también han generado algunas dudas entre los expertos, sobre todo en lo referente a la eficacia y el coste de las energías renovables. Como apunta Amy Harder en Axios, el estado puntero en estas políticas, California, ha padecido numerosos apagones en los últimos años: la mayor dependencia de fuentes eléctricas alternativas hace que muchas veces la demanda sea mucho mayor que la oferta, sobre todo en época de calor. En una palabra: no siempre hace sol o viento, y el almacenamiento de la electricidad generada de esta forma resulta más arduo.
Ahora mismo, casi todas las encuestas dan a Joe Biden como ganador en las presidenciales con un margen de 6,5 puntos, según la media estimada por Real Clear Politics. Su ventaja también es patente en la mayoría de los estados clave, e incluso podría conquistar, dado el progresivo cambio demográfico, trofeos conservadores como Arizona y Texas. Si Donald Trump es reelegido, será probablemente con menos voto popular y con una estrecha ventaja de votos electorales. Biden, en cambio, tiene la posibilidad, según los sondeos, de vencer por goleada. Muchos activistas esperan que así sea y que pueda ser persuadido para implementar más acciones climáticas.“Respecto al clima, Barack Obama solo pudo decretar y decretar al final de su segundo mandato, pero los decretos son como dibujos en la arena sin el apoyo de las cámaras legislativas”
“Es cierto que 2020 ha sido un año catastrófico en muchos aspectos, pero la crisis más apremiante que está afectando a Estados Unidos en este momento tiene un vínculo con el cambio climático”, dice Antonieta Cadiz, de Climate Power 2020. “El cambio climático hará que pandemias como la de Covid-19 sean más comunes en un futuro próximo. Un estudio estima que ya existen más de 3.200 cepas de coronavirus entre los murciélagos, esperando una oportunidad para saltar a las personas. El calentamiento climático está demoliendo esos sistemas de defensa, provocando una pérdida catastrófica de biodiversidad que, cuando se combina con la deforestación imprudente y la conversión agresiva de las tierras silvestres para el desarrollo económico, empuja a las granjas y a las personas más hacia la naturaleza y abre las puertas a la propagación de enfermedades”.
La pandemia de coronavirus, que ya ha matado a más de 200.000 estadounidenses, sobrevuela estas elecciones. Una encuesta del New York Times y Sienna College refleja que, si la pandemia está en la mente de la opinión pública, beneficiará las posibilidades de Biden. Si, por el contrario, son las protestas las que acaparan la agenda, será Trump quien sume puntos. Está todo en juego. Especialmente las políticas contra el cambio climático.
