Entre el miedo y la necesidad - EL ÁGORA DIARIO

Entre el miedo y la necesidad

La industria del automóvil en México vuelve al trabajo en pleno pico de contagios en el país. A pesar de las estrictas medidas de seguridad impulsadas por las empresas, el miedo se ha instalado en los trabajadores. Nuestro corresponsal Emiliano Rodríguez repasa la desescalada de este sector clave para la economía mexicana


La industria automotriz, una de las más importantes en México por sus volúmenes de exportación, su número de empleados y su distribución en el centro y norte del país, bajo diferentes circunstancias, inician su ansiado retorno a la nueva normalidad, buscando el equilibrio demandado por el subsecretario López Gatell. BMW en San Luis Potosí; FCA en estado de México y Coahuila; Nissan en Aguascalientes; GM en Guanajuato y Coahuila; Ford en Sonora y Toyota en Baja California y Guanajuato ya advirtieron que de manera gradual, con turnos escalonados, empiezan operaciones.

Con el mayor pico de contagios de Covid-19 en el país, con rojo brillante en el semáforo, avanzará en estos días parte de la industria automotriz. Prácticamente todos los estados donde se arman vehículos y fabrican autopartes dieron el aval para que abrieran como industrias esenciales. La excepción es Puebla, donde se ubican las plantas de Volkswagen, Audi, Rassini, ThyssenKrupp y Benteler. Las principales marcas en Estados Unidos, General Motors, Ford y Fiat Chrysler Automobiles, abrieron el 18 de mayo y dos semanas después cuentan con alertas por trabajadores enfermos, según reportes de agencias.

Puebla, donde 97 mil de los 980 mil trabajadores de la industria automotriz de manufactura residen, mantiene semáforo rojo por decreto del gobernador Miguel Barbosa. La armadora contempla alrededor de 100 medidas de higiene y prevención para generar un ambiente de trabajo seguro para su personal. Desde la óptica del gobierno de Puebla, estas medidas no son suficientes para superar las premisas que ha establecido de alerta máxima en esta situación sanitaria en la entidad. Esto fue lo último que comunicó Volskwagen, que tiene su centro de trabajo en la entidad.

México es el séptimo productor de autos, cuarto exportador y quinto fabricante de autopartes. En este último aspecto, es el primero en proveer a Estados Unidos. De acuerdo con el Centro de Investigación Automotriz, 39% de piezas que usan las armadoras de esa nación provienen de territorio mexicano.

El negocio automotriz representa 3.8% del producto interno bruto mexicano. Uno de cada tres dólares que entró al país por comercio exterior en 2019 provino de la manufactura de vehículos, que se frenó en todo el mundo cuando China fijó cerco sanitario. De hecho, la pausa en la producción de México, establecida primero en el extranjero, implicó que en marzo las exportaciones de esa industria cayeran 6.4% y 77.1% en abril.

A consulta de Dora Villanueva de la Jornada, las asociaciones Mexicana de la Industria Automotriz y Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones expusieron que aún no hay detalles sobre qué porcentaje comenzará a operar. Las aprobaciones tienen tiempos diferentes y cada empresa decide, siempre y cuándo se respete el semáforo, es decir, la guía del gobierno para abrir sectores bajo la nueva normalidad.

Tras cambiar la reglamentación tres veces, el gobierno mexicano declaró esencial la industria automotriz, la minería y la construcción a mediados de mayo. A partir del 18 de ese mes estuvo abierto el período para que el sector determinara el regreso a actividades con la Autoevaluación de Seguridad Sanitaria.

Comerciantes de establecimientos no esenciales preparan las medidas sanitarias para reabrir este lunes, en Guadalajara (México) mientras el país permanece en «máximo riesgo» de contagio de coronavirus. | EFE/ Francisco Guasco

México ha estado bajo la presión del gobierno y la industria automotriz de Estados Unidos para reabrir rápidamente el sector y con ello proteger cadenas de suministro profundamente entrelazadas, que el año pasado impulsaron el comercio de casi 615 mil millones de dólares.

En Ciudad Juárez, Chih., Lear, empresa estadunidense que fabrica asientos y sistemas eléctricos para automóviles, está implementando costosas medidas de seguridad tras sufrir el brote de Covid-19 en una fábrica en el continente americano, lo cual incidirá en su productividad en México, mientras busca recuperar la confianza de sus trabajadores.

“No creo que haya uno que te diga que no tiene miedo”, dijo Alma Sonia Trevizo, empleada de la planta en Río Bravo, durante un descanso del entrenamiento de seguridad antes del reinicio parcial previsto para hoy.

Los esfuerzos de Lear para proteger a los trabajadores en medio del actual brote no son baratos y afectarán la productividad, manifestó Sergio Corral, gerente de la planta en Río Bravo.

Sólo las pruebas para ingresar a la planta podrían tomar hasta una hora por turno, pues los trabajadores deben pasar por una línea de una sola fila, mostrar identificación, tomarse la temperatura y decir si han mostrado algún síntoma o han estado en contacto con alguien con Covid-19.

Entre el miedo y la necesidad, trabajadores y empresas reinician trabajos y se asoman a la nueva normalidad impuesta por la pandemia.


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