Acción de Gracias en EEUU: robots para alimentar a las familias - EL ÁGORA DIARIO

Acción de Gracias en EEUU: robots para alimentar a las familias

Los bancos de alimentos en Estados Unidos se afanan estos días para que todos puedan celebrar la tradicional cena de en Acción de Gracias. El coronavirus ha aumentado alarmantemente el número de ciudadanos necesitados y la tecnología también echa una mano en la preparación de las cajas de alimentos. Hay muchos voluntarios, pero los robots no enferman. Nos lo cuenta nuestro corresponsal en Nueva York Argemino Barro


Nada transcurre con normalidad en 2020, ni siquiera el festivo por excelencia de Estados Unidos: el Día de Acción de Gracias. La debacle económica y las restricciones contra la pandemia de coronavirus han hecho que las autoridades busquen soluciones nuevas a problemas nuevos. En la región de Boston, el número de personas necesitadas de ayuda para comer es tan grande que una empresa local de distribución ha decidido echar una mano con el empaquetado. Ahora son sus robots los que meten la comida en cajas destinadas a los bancos de alimentos.

“El sistema gestiona el inventario y sabe cuántos ejemplares de cada producto tienen que ir en cada caja saliente”, dijo a The Boston Globe Tom Wagner, CEO de la empresa. Los brazos robóticos meten cuatro kilos y medio de comida en cada caja; una cantidad suficiente para servir a entre cuatro y seis personas, de las más de 600.000 que ahora mismo precisan ayuda.

Los bancos de alimentos han multiplicado su acción debido al aumento de gente necesitada a causa del coronavirus.

En el este de Massachusetts, una de cada 13 personas estaba en situación de inseguridad alimentaria. Con la pandemia este número ha subido a una de cada ocho. El objetivo ahora es preparar casi 200 toneladas de comida para ellas. Solo del banco de alimentos de Boston dependen 190 localidades aledañas. El desafío no solo emana del número de necesitados. La crisis sanitaria también ha limitado la cantidad de voluntarios que pueden estar hombro con hombro empaquetando comida. Los robots, en cambio, no se enferman.

Berkshire Grey también ha formado una alianza con City Harvest, en Nueva York, que desde mediados de marzo ha dado de comer a unos 54 millones de norteamericanos. En la Ciudad de los Rascacielos el número de hambrientos ha pasado de 1,5 millones, antes de la pandemia, a cerca de 2 millones en la actualidad.

Estados Unidos se enfrenta ahora a semanas decisivas. Los contagios de coronavirus crecen en prácticamente todos los estados, empezando por los del Medio Oeste, y tanto los nuevos casos diarios como las hospitalizaciones, en torno a las 85.000, no dejan de batir récords. La situación ha hecho que las autoridades federales y estatales, tanto demócratas como republicanas, pidan a los ciudadanos que este Día de Acción de Gracias solo cenen con las personas de su núcleo familiar. Que no viajen ni vayan a ver a otros amigos o seres queridos, por miedo a la propagación masiva del virus este invierno.

Atascos en la víspera del Día de Acción de Gracias.

Unas recomendaciones que, a tenor de la compra de billetes de avión o autobús, parecen haber caído en saco roto. Según la Agencia Americana del Automóvil, esta semana se esperan unos 50 millones de desplazamientos por carretera, poco menos que los 55 millones que se dieron el año pasado por estas fechas.

No faltar a la tradición

Se trata de una tradición que nadie se quiere perder: el día más especial de un país que se ve a sí mismo con ojos religiosos. El Thanksgiving Day, que se celebra el último jueves de noviembre, conmemora la gratitud de los colonos europeos hacia los nativos americanos que les enseñaron a sobrevivir en este continente. La mitad del centenar de los legendarios peregrinos del Mayflower murieron a los pocos meses de desembarcar, en el invierno de 1621, y si no fuera por la tribu de los Pawtuxet, que contaba con un anglohablante, quizás hubiera sucedido lo mismo con el resto. Al otoño siguiente, los ingleses ofrecieron a los nativos un festín para darles las gracias. Fue de los pocos gestos amistosos que hubo entre ambas culturas.

400 años más tarde, la tradición sigue viva y ha desarrollado tradiciones adyacentes, como la de comer pavo. No está claro que los peregrinos ofrecieran a los Pawtuxet este tipo de ave, pero a día de hoy nueve de cada diez estadounidenses la consumen en Acción de Gracias. Una rutina que tiene que ver, en parte, con la poderosa Federación Nacional del Pavo. En 1947, el presidente Harry Truman, tratando de que el país ahorrase grano, promovió el consumo de otros alimentos como el pavo. El lobby del sector aprovechó la inercia y desde entonces envía cada año dos pavos a la Casa Blanca. En 1963 John F. Kennedy decidió perdonarle la vida a uno de ellos, inaugurando una tradición que dura hasta hoy.

¿Acción de Gracias sin pavo?

Pero ninguna costumbre es inmortal y es posible que esta festividad sufra cambios en el futuro. Por ejemplo debido al cambio climático. El calentamiento global puede ir empujando más hacia el norte a los pavos americanos, una especie muy sensible a los aumentos de temperatura, especialmente las hembras. El calor puede hacer que pongan sus huevos antes, en primavera, en unas condiciones de mayor vulnerabilidad para sus polluelos. Un estudio de Audubon estima que para el año 2080 el número de pavos salvajes en invierno puede encogerse más de un 80%.

Pavos salvajes en un bosque de Minnesota (Estados Unidos),

No sería la primera vez que el pavo salvaje está en peligro de extinción. Hace poco menos de un siglo, en los años treinta, solo quedaban unos 30.000 ejemplares en Estados Unidos. Pero la Gran Depresión acudió en su ayuda. Por suerte para esta especie norteamericana, la crisis económica generó una éxodo masivo de mano de obra hacia las ciudades. Multitud de granjas quedaron abandonadas por las grandes llanuras del interior, y allí pudieron volver a reproducirse los pavos. También ayudaron las políticas conservacionistas del Gobierno de Franklin Delano Roosevelt y la caída de la explotación algodonera en estados como Texas. Hoy el número de pavos ronda los siete millones.

El calor también amenaza las plantaciones de patatas y boniatos, dos de las estrellas de la festividad. Las temperaturas, paso a paso, van haciendo que estos alimentos desarrollen mayores cantidades de almidón y azúcar y pierdan contenido nutricional; lo mismo sucede con otro símbolo del otoño, las calabazas. La célebre salsa de arándanos está igualmente en peligro. Si el calor arrecia en los próximos años, se puede consolidar lo que sucedió en Massachusetts en 2012, cuando se pudrieron 11.000 toneladas de esta fruta silvestre.

Estados Unidos se dispone a celebrar un Día de Acción de Gracias especial, marcado por la pandemia y las necesidades; la última prueba, previsiblemente, de un año difícil.



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