Sin suelos sanos, la agricultura y la producción de alimentos no es posible. Sin embargo, su salud y cuidado son una asignatura pendiente en España, un país en riesgo de desertificación, por lo que es necesaria una mayor concienciación en este Día Mundial de la conservación del suelo



En un mundo donde se habla continuamente acerca del cambio climático, casi nadie se ha parado a pensar cómo afecta la contaminación o la explotación excesiva de los suelos a la destrucción del medio ambiente, poniendo en riesgo la supervivencia de las especies.
El suelo en es un sistema que cambia constantemente, lo que le transforma en un recurso altamente complejo, que no solo sirve como soporte para todas las formas de vida, como las plantas y animales, sino que además sirve de sustrato para el crecimiento de la vegetación, garantizando los nutrientes necesarios para todas las especies.
El día 7 de julio se celebra el Día Internacional de la Conservación del Suelo en el que se pretende llamar la atención sobre la importancia del suelo y de los beneficios de su adecuado manejo y protección.
Entre las amenazas medioambientales provocadas por los cambios de uso del suelo destacan el impacto en la biodiversidad por la modificación y fragmentación de hábitats o la pérdida de especies; las repercusiones en el cambio climático (alteración del ciclo del carbono, emisión de gases de efecto invernadero, etc.); la contaminación del aire, agua y suelos o la degradación de tierras por erosión, compactación, contaminación, salinización o sellado antropogénico según destaca el Centro de Investigaciones sobre Desertificación del CSIC.
Desde el punto de vista agrícola, los suelos funcionan como el canal de comunicación entre el productor y su cultivo, ya que a través de las acciones que este realice, la calidad y el tamaño de su plantación variarán drásticamente.
“La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas”
El Grupo Operativo Mosoex, acrónimo de «Aumento de materia orgánica, gestión sostenible de sistemas extensivos», ha hecho públicas sus conclusiones sobre el estado de los suelos agrícolas en España que adolecen de poca materia orgánica y un alto grado de erosión, por lo que “urge un cambio radical para proteger nuestros suelos”.
Más del 75% de la superficie agraria de España está en peligro por la erosión y la degradación de los suelos
El proyecto Mosoex ha demostrado que el suelo es un ecosistema “complejo, vivo y con muchas interacciones”, que sufre con cualquier tipo de alteración mecánica. Décadas de mecanización “muy agresiva” han empobrecido los suelos, con reducciones de materia orgánica, daños estructurales y mayor riesgo de erosión. En concreto, Mosoex insta a reformular la gestión de los suelos agrícolas, reduciendo al máximo la labor mecánica, y, si cabe, implantando la siembra directa. De ese modo se beneficiarán el medio ambiente y la propia explotación agrícola.
También es urgente aumentar el contenido de materia orgánica de los suelos para mejorar su función y mitigar el cambio climático. Las mejores estrategias para lograrlo: reducir el laboreo, mantener el suelo cubierto y retornar los restos de cosecha, mantener la superficie protegida, diversificar las rotaciones, aportar materia orgánica exógena.
Nuestros suelos, en peligro
El director de la Asociación de Agricultura de Conservación, Oscar Veroz, explica que más del 75% de la superficie agraria de España está en peligro por la erosión y la degradación de los suelos. Por eso el proyecto Mosoex insta a un cambio importante en la gestión de los suelos para abordar este grave problema. “Es necesario un esfuerzo adicional en formación, y el proceso debe ser gradual, con efectos a medio y largo plazo”, ha señalado.
Otra de las conclusiones del Grupo Operativo Mosoex es que la reducción del laboreo no debe suponer un problema en el control de las malas hierbas. Para ello, ha explicado Veroz, la integración de nuevos cultivos en la rotación, como las leguminosas y las oleaginosas, así como el mantenimiento de una cobertura vegetal en el suelo, suponen una adecuada estrategia de control que permite además con el tiempo, la optimización del uso de los productos fitosanitarios.


El abonado también es una parte fundamental para un correcto desarrollo de las plantas. “Cada cultivo tiene unas necesidades, condicionadas también por el volumen de la cosecha. Es necesario ajustar el balance de nutrientes en cada parcela”.
La interacción entre la agricultura y la ganadería también es una práctica “muy recomendable”, así como el aporte de abonos orgánicos, en los que siempre hay que verificar su calidad y un buen manejo de los mismos. Las conclusiones de Mosoex demuestran que el suelo debe estar desnudo “el menor tiempo posible”, reduciendo los barbechos o utilizando cultivos cubierta.
¿Por qué se celebra este día el 7 de Julio?
Hasta hace unas décadas, el término «conservación» no se aplicaba en relación al suelo. No existía una conciencia clara sobre las nefastas consecuencias de la falta de implicación política para su gestión y protección.
A principios del siglo XX, el científico Hugh Hammond Bennett lideró el movimiento de conservación del suelo en los Estados Unidos en la década de 1920. Instó al Gobierno de su país a que se enfrentara a la “amenaza nacional” de la erosión del suelo y creó una nueva agencia federal, el Servicio de Conservación del Suelo, siendo él mismo su primer director.
Aquella entidad se ha convertido en el Servicio de Conservación de los Recursos Naturales (NRCS), órgano dependiente del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.Por todo ello, Hammond Bennett es considerado hoy como el padre de la conservación del suelo.
Bennett, dedicó su vida a demostrar que el cuidado del suelo influye directamente en la capacidad productiva de los mismos o como el mismo lo decía: “La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas”.
El 7 de Julio de 1960 falleció este investigador pionero y en su honor, el 7 de Julio se celebra el Día de la Conservación del Suelo.
Agricultura de conservación
Existe una agricultura que produce alimentos con menos emisiones de efecto invernadero y mejorando la salud de los suelos: se llama agricultura de conservación.
Cuidar los suelos es uno de los mayores retos a los que deberá enfrentarse la humanidad en las próximas décadas, y los agricultores se debaten entre las dudas que suscita esta cuestión y las certezas que ya se van constando sobre qué prácticas son más recomendables y cuáles deben evitarse.
El máximo exponente de la agricultura de conservación en cultivos anuales es la siembra directa, que se practica sobre todo en cebada y trigo, guisante, veza y girasol, según Oscar Veroz. Por su parte, en cultivos leñosos, la cubierta vegetal del suelo es la práctica más representativa, especialmente implantada en los cultivos de olivar, cítricos y almendros.
Se ha demostrado que con los sistemas de agricultura de conservación se reduce la erosión del suelo, siendo ésta de más del 90% en el caso de la siembra directa. También se han demostrado incrementos en el contenido de materia orgánica cercanos al 40%, tras 20 años de práctica de siembra directa.
Además, estas prácticas favorecen la biodiversidad y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero (hasta un 12% en cultivos de trigo, un 26,3% en cultivos de girasol y un 18,4% en cultivos de leguminosas), al tiempo que son más rentables para el agricultor, pues el gasto en combustible también es menor.
