Día de la Gastronomía Sostenible: hasta comer contamina -

Día de la Gastronomía Sostenible: hasta comer contamina

Optar por productos de proximidad, modelos de producción respetuosos con el medio ambiente y una dieta equilibrada minimizarían los niveles de contaminación de lo que comemos; 1.900 kilos de CO2 al año y un millón de litros de agua por español al año


El impacto medioambiental anual de la alimentación de cada español supone la emisión de 1.900 kilos de dióxido de carbono, una huella hídrica de cerca de un millón de litros de agua y un uso de la tierra de alrededor de 3.400 metros cuadrados, por lo que «nuestra alimentación es una potente herramienta para combatir la crisis climática».

Así lo han puesto de manifiesto un estudio elaborado por Upfield España coincidiendo con la celebración este jueves 18 del Día de la Gastronomía Sostenible.

La Asamblea General, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización de Alimentos y Agricultura (FAO) trabajan conjuntamente para dar a conocer al público la contribución de la gastronomía en el desarrollo sostenible.

La decisión de celebrar este día reconoce la gastronomía como una expresión cultural de la diversidad natural y cultural del mundo.

Ante la actual crisis sanitaria actual con la pandemia de COVID-19, la gastronomía sostenible, que celebra los ingredientes y productos de temporada y contribuye a la preservación de la vida silvestre y nuestras tradiciones culinarias, se hace más relevante que nunca.

Para ello desde Naciones Unidas se ha apostado por la puesta en marcha de la Red de Ciudades Creativas, una iniciativa lanzada en 2004 que pretende compartir las mejores prácticas y el desarrollo de colaboraciones en siete campos creativos. Por ejemplo, en 2018, se seleccionaron 26 ciudades como Ciudades Cretivas en el ámbito gastronómico.

Además, se promueve la utilización de energía limpia en los restaurantes (uso de gas, electricidad, o gas natural en lugar de carbón) y se potencia el conocimiento al público en general los beneficios de la gastronomía sostenible a través de canales de televisión y espectáculos gastronómicos, así como de realizar exposiciones culturales de alimentos, dirigidas a la industria alimentaria y los agricultores.

Otras iniciativas, como las de la FAO, incluyen la promoción de dietas ecológicas, que son saludables y sostenibles, al igual que el trabajo que hace con los países que utilizan esas directrices dietéticas para que la sostenibilidad sea parte de estas dietas.

1.300 millones de toneladas a la basura

La FAO estima que un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo se pierde o se desperdicia. Eso equivale a 1300 millones de toneladas al año.

La comida no es lo único que se desperdicia cuando no se consume: todos los recursos (como las semillas, el agua o los piensos), el dinero y la mano de obra necesarios para producirlos también se pierden.

La agricultura hacia la carbononeutralidad

La emisión de gases de efecto invernadero es hoy por hoy una de las principales causas del calentamiento global que alimenta el cambio climático. La agricultura, responsable hasta ahora del 11% del total de las emisiones podría llegar a ser neutral en emisiones de carbono en pocos años adoptando un modelo de conservación que favorezca el secuestro de CO2 en el suelo.

Lograr una Europa carbono neutral en 2050 implica el compromiso de todos los sectores responsables de las emisiones. La agricultura es hoy la tercera actividad económica emisora de CO2, uno de los principales gases efecto invernadero.

Agricultura de secano

Sin embargo, la adopción de buenas prácticas y un modelo de gestión del suelo puede contribuir a que se convierta en uno de los pilares mitigadores del calentamiento global.

Uno de los modelos para que la actividad agraria fomente este secuestro de CO2 es la agricultura de conservación, que según Oscar Veroz investigador de la Asociación Española de Agricultura de Conservación Suelos vivos, se fundamenta en cultivar produciendo una mínima alteración del suelo, manteniendo una cobertura permanente que evita su erosión y realizando, por otro lado, rotación de cultivos que ayuden a fomentar la biodiversidad en la zona.

España es líder en la Unión Europea en técnica de agricultura de conservación con más de dos millones de hectáreas cultivadas y un gran potencial para desarrollarla en las extensiones de cultivos herbáceos del país.

La restauración de las tierras agrícolas degradadas y el aumento de la tasa del carbono en el suelo juegan un papel importante en el tratamiento del triple desafío que constituyen la seguridad alimentaria, la adaptación de los sistemas alimentarios y de las personas al cambio climático, y la mitigación de las emisiones producidas por los humanos.

Ya en la COP21, celebrada en París en 2015, España se sumó al Objetivo 4×1000 que en el horizonte de los suelos mundiales, lo que representa existencias de cerca de un billón de toneladas de carbono, se traduciría en algunas décadas en un secuestro anual de 4.000 millones de toneladas de carbono en el suelo, lo cual representaría un contrapeso del aumento del CO2 atmosférico.

El potencial de secuestro de carbono del suelo a nivel mundial se sitúa en 2,1 billones de toneladas al año, correspondiendo a los suelos agrarios una tasa de secuestro de entre 0,4-1,2 billones de toneladas al año si se aplicasen prácticas como la siembra directa, la retirada de tierras, la implantación de cultivos perennes, implantación de cultivos de raíces profundas, utilización óptima de enmiendas orgánicas (estiércol animal, lodos de depuradora, paja de cereales, compost), rotaciones de cultivos, riego, cultivos bioenergéticas, agricultura ecológica y conversión de tierras de cultivo en pastizales o bosques.

El confinamiento prueba que la ganadería es «inocente»

Los sectores de producción ganadera, elaboración y comercialización de carne han seguido realizando sus actividades desde la declaración de la pandemia del COVID-19 para mantener abastecida a la población de forma adecuada con alimentos seguros y de calidad.

Desde hace meses algunos medios han puesto el foco en la ganadería y la producción de carne como uno de los principales responsables del calentamiento global de la Tierra, a través de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), planteando que había que reducir drásticamente el consumo de estos alimentos para salvar el planeta.

Sin embargo, las emisiones de los sectores ganaderos, que se registran como las de todas las demás actividades humanas, no son ni mucho menos las principales responsables de la contaminación del aire y el cambio climático.

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) sobre la evolución de emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2) en las principales ciudades españolas, y resalta la reducción del 64% mientras que la agricultura y la ganadería han seguido su actividad.

Unos 1.000 millones de personas viven de la ganadería y la producción de carne en el mundo, de ellos más de dos millones en España, cuyo sector ganadero-cárnico reafirma su compromiso con la sostenibilidad, la mejora del medio ambiente y la reducción de los gases de efecto invernadero.

Según los datos oficiales del «Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero» (Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico) la producción ganadera de carne representa el 7% del total de emisiones de GEI de nuestro país, incluido en el 11,9% del apartado total de la agricultura.

Por el contrario, el transporte supone el 27% de esas emisiones, seguido por la industria con un 19,9%, la generación de electricidad (17,8%), el consumo de combustibles (8,5%) o los procesos industriales y uso de otros productos (8%).

La industria cárnica evitó en 2018 la emisión de 48.810 toneladas de CO2, gracias al reciclado de sus envases

En pleno movimiento contra el consumo de carnes, que se desarrolla con especial ímpetu en lo que han dado en llamar Semana Mundial sin carne, el sector cárnico es perfectamente consciente de los retos medioambientales que afronta la sociedad y trabaja cada día para conseguir un modelo de transición ecológica global, así como una producción más sostenible.

Está desarrollando nuevas técnicas de producción con un menor impacto ambiental con objetivos como reducir en diez años un 15% la huella de carbono en el sector vacuno, en la reducción de las emisiones de amoniaco (47%), óxido nitroso (38%) y emisiones por la gestión de estiércoles (14%) en el sector porcino, o el fomento de la producción sostenible de carne de conejo y cordero, así como la investigación en alimentos para el ganado con menor huella medioambiental.

La industria cárnica evitó en 2018 la emisión de 48.810 toneladas de CO2, gracias al reciclado de sus envases.

Además, el sector permite mantener importantes ecosistemas que no serían viables sin su utilización ganadera y que además los convierte en sumideros de carbono, como las dehesas en el caso del cerdo ibérico o el pastoreo tradicional del ovino y caprino y el del vacuno en dehesas y zonas de montaña, que están unidos al fomento de la biodiversidad y la conservación de los espacios naturales, contribuyendo a la fertilización del terreno y reduciendo la erosión y la desertificación.

La carne es un alimento que constituye una fuente importante de proteínas de alto valor biológico. Además, es fuente de vitamina B12, hierro, potasio, fósforo y zinc entre otros micronutrientes.

Es importante, y sobre todo en situaciones como la actual de confinamiento en casa por el coronavirus, que la rutina y los hábitos alimentarios normales a los que estamos acostumbrados no se vean alterados, y seguir manteniendo una alimentación variada y equilibrada, incluyendo todos los grupos de alimentos, entre ellos la carne, según las recomendaciones de consumo establecidas por las sociedades científicas.


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