Invertir en innovación agrícola, clave para eliminar el hambre

Invertir en innovación agrícola, clave para eliminar el hambre

El cambio climático amenaza un tercio de la producción de alimentos mundial, un problema que multiplicaría el hambre pero que puede ser atajado con más inversión e innovación en agricultura, según un reciente estudio


El cambio climático es también sinónimo de hambre. El aumento progresivo de las temperaturas y la proliferación de fenómenos meteorológicos extremos está acelerando la degradación y desertificación progresiva de muchas tierras, afectando negativamente a la producción agrícola que sirve de base para la alimentación global. Y el problema puede agravarse en los próximos años: una investigación reciente alertaba de que hasta un tercio de la producción de alimentos a nivel mundial podría desaparecer por el cambio de las condiciones climáticas, una catástrofe que sobre todo se notaría en el sur y sudeste de Asia y en casi toda África, áreas con un alto grado de población vulnerable que además carecen de la capacidad de adaptarse a las condiciones cambiantes.

Sin embargo, aún estamos a tiempo de solucionar este rompecabezas humanitario e incluso cumplir con las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, pero requerirá un gran esfuerzo económico. En concreto, para evitar que los impactos del cambio climático empujen a 78 millones de personas más al hambre crónica para 2050, las inversiones globales anuales en investigación y desarrollo agrícola deberán aumentar en 2.000 millones de dólares entre 2015 y 2050, según a un nuevo estudio elaborado por el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), un think-tank sobre temas agrícolas y de alimentación radicado en Washington (Estados Unidos).

Es decir, la adaptación de nuestro sistema alimentaria exigiría aumentar en un 120% anual las inversiones en innovación agrícola a nivel global, aunque con una especial atención al África subsahariana. “Nuestro modelo muestra que el aumento de las inversiones en el sector agrícola puede compensar con creces los efectos del cambio climático en la cantidad de personas que padecen hambre en el mundo. Sin embargo, ciertas regiones son más vulnerables que otras, particularmente África al sur del Sáhara y el sur de Asia”, explica el científico principal del IFPRI y autor principal del estudio, Timothy Sulser.

Y es que, incluso en escenarios sin cambio climático, “se prevé que un alto crecimiento de la población junto con un crecimiento de bajos ingresos aumente las tasas de hambre en estas regiones”, por lo que “se necesitarán inversiones específicas para revertir estas tendencias”, afirma Sulser. En este sentido, el propio estudio del IFPRI proporciona una herramienta para conocer los costes reales que podrían tener una variedad de escenarios de inversión para la adaptación al cambio climático, a partir de modelos complejos de sus impactos ecológicos y humanos.

En concreto, el modelo utilizado en este estudio refina las metodologías más actuales y avanzadas, a través de una herramienta de análisis desarrollada por el instituto y bautizada Modelo Internacional para el Análisis de Políticas de Productos Agrícolas y Comercio (IMPACT). Ésta vincula modelos climáticos, agrícolas, hídricos y económicos para analizar escenarios de cambios futuros en la producción agrícola, el consumo, los precios y el comercio a escala nacional, regional y mundial.

Unos agricultores costamarfileños trabajan en un campo de arroz cerca de Subiakro, en el centro del país.

Es decir, los investigadores tienen la posibilidad de proyectar diferentes escenarios, que van desde un futuro sin cambio climático y trayectorias «favorables» en las que el crecimiento de la población se desacelera y el ingreso per cápita aumenta hasta trayectorias demográficas menos optimistas y futuros en los que los peores vaticinios de la ciencia en cuanto al cambio climático se hacen realidad.

Diferentes opciones

Teniendo en cuenta los diferentes escenarios climáticos, los investigadores también han proyectado qué impactos y costes tendrían las diferentes opciones de inversión que abordan las diversas sinergias existentes entre el cambio climático y el hambre. Y es que no todas las inversiones son iguales en su fondo, por lo que también tendrán diferentes consecuencias.

Por un lado, están las inversiones en investigación y desarrollo agrícola para compensar la reducción de los rendimientos de los cultivos por el cambio climático, que son el principal foco del estudio y la vía privilegiada para acabar con el aumento del hambre. Pero los investigadores reconocen que las inversiones en riego y uso del agua más eficientes también son muy útiles, ya que podrían compensar la menor disponibilidad de agua a causa del cambio climático y tendrían múltiples efectos positivos sobre la situación hídrica de muchas personas vulnerables además de suponer un impulso biodiversidad.

Por último, quedan las inversiones en infraestructura rural para reducir las pérdidas posteriores a la cosecha y los márgenes de comercialización, mejorando la rentabilidad de la agricultura y aumentando el suministro de alimentos.

Plantación experimental de verduras en Durban, Sudáfrica. | Foto: Dubes Sonego

Eso sí, los costes estimados difieren según los impactos de los diferentes supuestos y la combinación de las tres categorías de inversiones utilizadas. Según el estudio, el aumento de las inversiones mundiales en investigación y desarrollo agrícolas es el medio más rentable para compensar el aumento del hambre, con un coste de entre 1.500 y 2.700 millones de dólares adicionales al año, según los diferentes escenarios climáticos. Pero también tendrían muy difícil solucionar el problema: aunque compensar los niveles más altos de hambre únicamente con inversiones anuales en eficiencia hídrica o infraestructura rural sería mucho más costoso, estas inversiones son completamente esenciales para complementar y sostener las inversiones en investigación y desarrollo que serán ante todo útiles en el largo plazo.

Por lo tanto, un paquete de inversión integral que incluya los tres tipos de inversiones lograría mejoras en una variedad de resultados además del hambre, aunque elevaría el coste anual de la eliminación del hambre climática a entre 21.000 y 30.0000 millones de dólares. “Los escenarios de inversión alternativos implican una amplia gama de costes y generan una amplia gama de resultados para los ODS”, explica Sulser. “Proyecciones como estas nunca son perfectamente precisas, pero nos dan una idea de los costes, impactos y compensaciones que los responsables políticos deben considerar en los próximos años para adaptarse al cambio climático y prevenir el hambre generalizada”.

Agricultura sostenible para salvar el agua

La innovación a nivel agrícola no solo puede ser clave para acabar con el hambre, sino también con la sed. Y es que, según apunta en un informe reciente la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) los cambios hacia la sostenibilidad en las prácticas agrícolas pueden ser clave para avanzar en la mejora de las masas de agua europeas. En concreto, los investigadores de esta institución abogan por una transición en los sistemas alimentarios y energéticos que equilibre las necesidades de agricultores y ciudadanos con la protección del medio ambiente y los recursos hídricos.

Agricultor regando sus cultivos en Cabinda, Angola. | Foto: Andre Silva Pinto

Para ello, será necesario tomar medidas concretas en los próximos años, como por ejemplo reducir el uso de fertilizantes en al menos un 20% y la pérdida de nutrientes en un 50% al tiempo que se garantiza que no haya deterioro de la fertilidad del suelo o reducir en un 50% el uso general y el riesgo de pesticidas y plaguicidas químicos. También piden que, antes de 2030, se consiga cultivar orgánicamente el 25% de la tierra agrícola y se devuelva a la naturaleza el 10% de la superficie agrícola situada en paisajes de gran valor ecológico para 2030.



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