El secano pierde el 80% de sus rendimientos por estrés hídrico y calor

El secano pierde el 80% de sus rendimientos por estrés hídrico y calor

Las elevadas temperaturas de este verano y la falta de precipitaciones han provocado un importante estrés hídrico en el campo, reduciendo los rendimientos de cultivos de secano en más del 80%, y condiciona ya la planificación de las futuras siembras


La agricultura y la ganadería españolas aquejan ya importantes pérdidas derivadas de la falta de agua y las elevadas temperaturas que soportan los cultivos desde la primavera. El estrés hídrico y el calor ya han mermado un 80% los rendimientos del secano y las restricciones al regadío condicionan las siembras de la próxima campaña en un momento complejo donde la seguridad alimentaria se ve tensionada por el conflicto bélico en Ucrania.

Según las estimaciones realizadas por la organización agraria COAG, en lo que llevamos que campaña agrícola se han producido múltiples eventos meteorológicos extremos que, en el marco del cambio climático, están provocando pérdidas productivas, reducción de rendimientos y, por tanto, de ingresos, así como incrementos de gastos para tratar de paliar los efectos de dichas situaciones.

Según el último informe del Observatorio Europeo de la Sequía la UE se esta viendo afectada por una ola de calor y una sequía extremas que  afecta ya a más del 60% del territorio comunitario.

La competencia por los recursos hídricos es alta y comenzó antes de lo habitual, a lo que se suma que los pronósticos apuntan a  condiciones más secas de lo normal para los próximos tres meses en grandes áreas de Europa. Estas condiciones cálidas y secas excepcionales en toda la UE significan que la producción de algunos cultivos, como el girasol, los cereales y el azúcar, estará «muy por debajo» de los niveles habituales.

La organización recuerda además las graves heladas de comienzos del mes de abril, la calima y el polvo sahariano, así como las lluvias persistentes han generado múltiples daños en diversas zonas productoras junto con los incendios que han afectado y están afectando a muchas zonas productivas, generando importantes pérdidas para personas agricultoras y ganaderas.

Los olivareros se plantean no recolectar por la escasa cantidad de aceituna. Asaja

Duero, Guadiana y Guadalquivir las cuencas más afectadas

COAG explica que se han dado importantes restricciones, que ya se iniciaron hace varios meses, en las dotaciones de riego en determinadas cuencas hidrográficas, especialmente en el oeste peninsular (Duero, Guadiana y Guadalquivir). Esto ha condicionado los cultivos a sembrar e incluso su desarrollo.

El calor del verano ha agravado todavía más la situación. En los regadíos de esas cuencas no se pueden plantar y regar los cultivos habituales, sino que hay que retirar tareas de riego o bien cambiar los cultivos por otros que necesitan menos agua, lo que está impactando en las producciones de verano.

Cultivos como el arroz han visto como su superficie caía un 90% en zonas como Extremadura (de 21.300 has el año pasado a 2.100 has este año) por las restricciones para el agua de riego. Además, en la región extremeña se han visto obligados a sustituir el tomate para industria y poner en su lugar un girasol para sacarlo adelante con un poco de agua, lo que supone dejar sin funcionamiento a toda la industria de transformación y manipulado de tomate que hay detrás, con implicaciones importantes, aparte de que el rendimiento económico de uno y otro no tienen nada que ver.

En secano, donde el agua es el factor limitante, se están viendo afectados en muchas zonas cultivos leñosos como el viñedo y el olivar, que incluso entran en paradas vegetativas y sufren problemas de cuajado de fruto.

En el sector de herbáceos, COAG estima una reducción del 25% de la producción debido, en una parte importante, a la situación de sequía. Esto deriva en menores ingresos para las explotaciones que verán alterado su equilibrio económico, dado el incremento de costes que se ha venido produciendo. Las decisiones sobre las siembras para la próxima campaña están quedando muy condicionadas y hay incertidumbre.

En Olivar se registra una  importante afectación en las producciones por la sequía y las fuertes olas de calor, especialmente en los secanos en los que se espera muy poca cosecha (10-20% de una producción normal). Difícil que se recuperen las producciones de los secanos más duros aunque en algunas zonas podría mejorar la situación si hay buenas lluvias en otoño. Pero, en general, se está hablando de una producción por debajo del millón de toneladas, cuando nuestra media está alrededor del 1,3-1,4 millones de toneladas. De la escasa agua que se dispone en regadío, el impacto del incremento del coste es de hasta un 50-75% más que en años anteriores.

vid seca

Los científicos advierten que la sequía en el Mediterráneo podría empeorar con el cambio climático, afectando a cultivos como la vid. En el viñedo la situación de estrés hídrico y térmico ha afectado severamente a las producciones. Se ha adelantado la cosecha en 15-20 días. Se están cosechando variedades tempranas en Castilla la Mancha o Extremadura, cuando lo normal es que fuera en septiembre. Pero además la uva está muy afectada y caerá la producción y el rendimiento. Podemos caer por debajo de los 40 millones de hectólitros.

A esto hay que sumar la situación de extrema sequía en otros países productores como Francia o Italia. Se genera una situación de costes no esperados para hacer frente a determinadas plagas que se agudizan con el calor (araña amarilla, por ejemplo), así como en una mayor necesidad de agua y riego, allá dónde se puede regar. Incluso se está produciendo un cierto desencanto por la situación de precios-costes, que pueda derivar en abandono y no llevar a cabo las labores necesarias para sacar adelante la producción.

El sector hortofrutícola ha duplicado su necesidad de agua por el calor

En el sector hortofrutícola en las zonas de regadío se ha producido una mayor necesidad de agua para riego, debido al elevado y continuado calor. Esto ha derivado en un mayor consumo energético. En otras ocasiones, no había disponibilidad para aportar dichos riegos lo que ha generado reducciones en los rendimientos e incluso pérdida de cultivos.

En concreto en la fruta, el problema fueron las heladas, que mermaron fuertemente la producción, y ahora el calor y los granizos. Aquellos casos que han padecido helada han tenido que afrontar gastos mínimos en la campaña, pero casi no tendrá ingresos. En el caso de las granizadas, sí que se han acometido gastos durante la campaña, pero con cobertura del seguro se verán parcialmente compensados.

En los cítricos, se ha dado un incremento de necesidades de riego por el calor, lo que deriva en mayor gasto de agua y en energía (alrededor de un 30% más de consumo de inputs y el doble en el valor en energía y agua). Hay que sumar a esta situación un aumento del gasto en fungicidas por el exceso de lluvias en la primavera. Se está producción una reducción de rendimientos, con cosechas más cortas y más estrés de las plantas.

En frutos secos, a la importante caída productiva derivada de las heladas de abril que dejaron la previsión de cosecha en un 30% inferior al año previo, hay que sumar las importantes pérdidas sobre los rendimientos que están generando la falta de lluvias y las severas olas de calor.

Esta situación es especialmente importante en los secanos, pero también los regadíos se están viendo afectados.

En los Cultivos Industriales ha habido una grave afectación por la falta de disponibilidad de agua para riego y las restricciones de las confederaciones hidrográficas.

Especialmente significativo el caso del tomate para industria. La superficie plantada de tomate de industria ha caído un casi un 30% a nivel estatal, con reducciones superiores al 50% en la provincia de Sevilla y del 21% en Extremadura (se ha pasado 23.340 a 18.436 ha).

Los rendimientos además han caído por falta de lluvias y daños por nematodos. La cosecha ha llegado con un adelanto de casi 15 días.

Mucha más energía para refrigerar explotaciones ganaderas por el calor

Explotación ganadera. | Foto: COAG

En general, la situación meteorológica ha producido sobrecostes por un uso mayor de la refrigeración en aquellos sectores más intensificados, una menor tasa de transformación de pienso a carne, menos peso de los animales alcanzado en el mismo tiempo de los ciclos, dificultad de acceso a pastos por la sequía, así como de cultivos de la explotación para aprovechamiento en la alimentación (ensilados) y necesidad de llevar agua a los animales de extensivo para que puedan hidratarse, puesto que se han secado muchas charcas y puntos de suministro de agua.

La alimentación animal se ha encarecido por el aumento de precio de fertilizantes, combustibles y por la falta de disponibilidad de materias primas. La paja el año pasado estaba a 55€/paquete grande de cuatro cuerdas y este año a 95€. Con la alfalfa ha ocurrido lo mismo pasando de 170€ el año pasado a más de 190€ este año.

El sector avícola es uno de los más afectados por las olas de calor que están afectando mucho al uso de energía necesaria para la refrigeración, en una nave media se podría cuantificar el sobrecoste en unos 1.250 euros adicionales sólo en pienso .

Algo similar ocurre en las explotaciones cunícolas, donde se usa más energía en refrigeración que se suma al incremento de precios. Los animales comen menos y llegan a pesos inferiores, por lo que se obtienen menores rendimientos.

En el caso del subsector porcino, con una tasa de implantación de energía renovable en el 80% de las explotaciones el impacto del mayor consumo se ha amortiguado, sin embargo se ha doblado la mortandad por elevado calor (hasta un 6-7%), lo que repercute en los rendimientos e ingresos finales.

En granjas de engorde, es habitual que no dispongan de refrigeración (hasta un 50% de las granjas), lo que ha supuesto mayores dificultades para que los animales comieran y desarrollaran su ciclo con normalidad. Este tipo de granjas, que no tienen implantación de renovables tan generalizada, van a tener que realizar inversiones para implantar refrigeración, lo que supone un gasto en inversión y un gasto corriente más por el uso de energía.

En el caso de la apicultura se ha producido una severa malnutrición de las colmenas por la falta de lluvias, al no haber alimento a disposición de las mismas, lo que ha llevado a complementar con alimentación, suponiendo un coste adicional.

Se espera un 60-70% menos de cosecha, lo que derivará en menores ingresos. Se habla de una situación de supervivencia de las colmenas. A esto hay que añadir, la dificultad de acceso a puntos de agua por parte de las abejas, lo que deriva en la necesidad de trasladar agua a las colmenas, con el consiguiente coste adicional en energía y mano de obra.

En este sector hay que añadir el impacto de los incendios de este verano que condicionarán las campañas mieleras de los próximos años.



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